Raúl Perrone presenta su nueva película, Sinfon14 R3mix, en el marco del 25º Doc Buenos Aires, que se lleva a cabo entre el martes 19 y el domingo 4 en la sala Leopoldo Lugones. Tras haber estrenado Sinfon14 en el Festival de Mar del Plata 2022, el productor, realizador y guionista desarrolla una historia diferente, que gira en torno a Edgardo Cozarinsky.
Con producción de Las Ganas Que Te Deseo, Trivial y Lumencine y guion de Raúl Perrone, Damian Zeballos y Fernando Sdrigotti, el estreno mundial de Sinfon14 R3mix se realizará el domingo 24 a las 17.30 hs. en la sala Leopoldo Lugones.
-Tu nueva película, Sinfon14 R3mix, se origina en un título anterior tuyo, Sinfon14, estrenado en 2022. ¿Qué nuevos elementos incorpora que no estaban en la obra anterior?
Sinfonía Remix partió de la idea de que Edgardo Cozarinsky no está más. Y quise rendirle mi tributo, mi homenaje de esta manera. Me había quedado mucho material filmado del día que vino a filmar su escena del Marqués de Sade para Sinfon14. A principios de este año, como hago habitualmente cuando no estoy filmando, me puse a mirar escenas guardadas de películas anteriores para paliar mi aburrimiento y apareció este material. Entonces, empecé a jugar con esas escenas y salió una obra en sí misma. No es ni tributo, ni homenaje ni nada: es simplemente Sinfon14 R3mix.
-Cozarinsky es el punto de partida para derivar en una película diferente.
Sí. La gente suele confundirse porque uno no explica mucho. Algunos me dicen: «Ya la vi en Mar del Plata». Y yo les contesto: «No, no la viste en Mar del Plata. ¿Me viste a mí en esa película?». No, no me viste porque no estuve. En cambio, para esta película se hizo un afiche en el que estoy al lado de Edgardo Cozarinsky. La gente cree haberla visto. Pero se va a encontrar con algo que no tiene nada que ver.
-¿Qué representaba Edgardo Cozarinsky para vos, y cuánto influye en tu obra?
No lo conocí mucho, en verdad. Por supuesto sabía quién era y sentía una gran admiración por él, por sus libros y su obra. Nos conocimos después del estreno de P3nd3j05. Tuvo palabras muy elogiosas para con la película y dijo frases muy memorables. Y me contactó para que nos conociéramos. En el siguiente BAFICI nos encontramos en Recoleta. A partir de allí, cada tanto hablábamos por teléfono. Y aunque no tenía una gran amistad, mantuvimos la relación a través de charlas telefónicas o por Meet. Como muchos saben, mi fobia no me permite andar por acá o por allá. No podía comprometerme a ir a visitarlo porque no sabía si después iba a poder cumplir.
Pero cuando surgió la posibilidad de Sinfon14, que está hablada en francés con el Marqués de Sade como figura central, lo imaginé con la cara de Edgardo. Una noche le mandé un audio proponiéndole participar. Charlamos, le pedí que me grabara algo y me lo mandó esa misma noche. Después vino a filmar un solo día. Y no lo vi nunca más.
-¿Qué nueva película se va a ver en Sinfon14 R3mix?
Es un mediometraje de casi 40 minutos. Cuanndo me pongo a editar todo el material filmado, hago películas nuevas. Mi gran laburo es el de editor. Las películas no existirían si no las editamos. Tengo mucho, muchísimo material, donde podría hacer de cada película dos o tres más con cosas que no usé; cortometrajes o cosas chiquitas que hago para mantener el oficio.
El día que fue a filmar, Edgardo tenía idea de lo que iba a hacer. Aunque no sabíamos que iba a hacer una película sobre él. Esto recién surgió cuando vi imágenes inéditas. Algunas son bellísimas y representan un documento de nuestro encuentro, de cuando llegó a ese lugar, de cuando saludó a la gente. Hay material de cuando nos están maquillando. Me encontré con cosas que ni siquiera sabía que estaban. Lo maravilloso de editar es que tratás de armar otras cosas que no tenías pensadas. Que no es lo mismo que me pongo a pegar imágenes una atrás de otra y decir: «Ah, bueno, ya está, tengo una película sobre Cozarinsky».
-Vos decís: «No tengo fotos de finales de rodaje, básicamente porque nunca sé cuándo voy a terminar la película». Con lo cual no hay un testimonio grupal del paso de Cozarinsky por la película.
Esa una gran verdad. Una verdad que también es un problema. No puedo planificar un final de rodaje para que nos pongamos los diez gatos locos que somos en una foto. Al menos, en la última película, dije: «Vamos a sacarnos una foto, pero no la del final de rodaje sino de los que estamos, por lo menos para tenerla como registro». Como improviso mucho y ya todos saben que armo la película en la semana puedo llegar un día, filmar tres o cuatro planos y decir: «Terminó la película». Sin previo aviso.
-¿Cómo organizás tus tiempos desde el rodaje hasta el resultado final?
Hay que romper ese mito de que hago películas en dos días. Yo filmo los viernes, nada más: vuelvo a mi casa, edito y durante la semana me pongo a pensar qué es lo que voy a hacer el viernes siguiente. Hago la película en siete, ocho o nueve viernes. Son unon tres meses. Después viene el trabajo de edición. Allí hago el sonido y la imagen, obsesivamente: puedo estar un año y medio trabajando. Actualmente estoy editando tres películas al mismo tiempo. ¡Hay que salir a hacer películas, Julia, en vez de quejarse!
-Independientemente de las circunstancias.
Sí, y ahora lo refuerzo. Hay que llorar menos y salir a hacer películas. He visto mucha gente ir a llorar por ahí que nunca fue a buscar nada, pero siempre tuvo guita para hacer películas. No me quiero meter en ese tipo de terrenos, pero hay mucha gente con mucho dinero en nuestro cine independiente y en nuestro cine. Gasten un poquito de lo que tienen.
-También se asumen riesgos si se piensa en las posibilidades limitadas de exhibición.
Eso es lo más difícil después, ¿no? Hace poco lo hablábamos con alguien que vino a ver una película: lo difícil que es poder mostrarla. Pero no es solamente eso, sino lo difícil que la gente vaya al cine. Algunos cines que no voy a nombrar llevan 20 ó 30 personas un sábado, cuando en otro momento había 200. Ahí también hay que salgir a apoyar al cine. No al cine «independiente» (una palabra ya caduca; el cine es cine, independientes somos los que lo hacemos), sino al cine. Si la gente se queda en la casa mirando Netflix o mirando la película por un celular, entonces estamos al horno. Por eso se hace ciclos y va una élite de 15 ó 20 personas. Y muchos están contentos y lo justifican porque dicen que la ven tranquilos porque no hay gente. No, no está bueno. No está bueno para nada.
–No, antes que nada porque las películas están hechas para llegar a la gente.
Exactamente. Hay autores que merecen ser vistos y revistos y no se dan la oportunidad porque están apurados con otras cosas. Las series mataron eso. Por eso digo que hay que seguir haciendo. Y buscar la manera. Para pasar la película donde sea: en las plazas, en la puerta de los cines, en la Casa de Gobierno. Sobre todo ahí. Pero hay que ir con 40 proyectores y pasar 40 películas distintas.
Hace unos días pasé Combo15 en una olla popular. Siempre y cuando el lugar sea bueno y tengan una buena pantallita y un buen proyector, yo les doy la película para que la pasen. Si no, no tienen visibilidad y desgraciadamente, no las puede ver nadie. Me parece que es el camino: mostrar las películas donde sea.
-Por tercera vez vas a estar en el Doc Buenos Aires. ¿Considerás tus películas como cine documental?
Se debería terminar con las categorías. Hace muchos años que lo vengo diciendo y algunas cosas ya han pasado. ¿Por qué, por ejemplo, en una categoría de largometrajes no puede haber una película que dure 30 minutos? ¿Por qué tiene que durar 60 minutos? En muchos festivales del mundo, hay competencias con películas de 35, 40 minutos. Está muy bien. Y sobre el tema del documental, digamos que todo es documental. Todas mis películas tienen algo de documental por cómo pongo la cámara, por cómo filmo. Entran dentro de esa categoría. Pero antes que eso es una película.
El Doc Buenos Aires está abierto a pasar también otras cosas y me parece genial. Así como también se rompió esa barrera en el BAFICI. He visto muchas competencias argentinas con la particularidad de ser para ficciones, pero incluyendo documentales. ¿Por qué no va a haber un documental con una ficción? ¿Por qué no va a competir? Es una película. Tenemos que terminar con las etiquetas.
¿Qué fue lo que hacía el neorrealismo italiano? Desde ahí para acá, no hay límites para encasillar una película. Es una película y nada más. En el momento que ponés a un tipo, lo filmás como filmé a los pibes de Sean eternxs nadando abajo de la pileta. ¿Qué es? ¿Es un documental o es una ficción? No, es un tipo metiéndose en una pileta. Es un plano.
-Aunque sea una obviedad, es bueno asociar al neorrealismo italiano con tu cine.
Sí, porque ahí empezó todo. Y aunque estuviera guionado, había mucho de improvisación. Me parece que no hay que engancharse con las categorías: es como engancharse con los géneros. Nada, andá a ver una película y punto, ya está. Si te interesa el director, andá a verlo porque es el director. Y si te encontrás con una comedia, un drama o lo que sea, después sacarás tus propias conclusiones. Yo jamás digo «voy a pasar un documental». Prefiero decir «vayan a ver la película».
Julia Montesoro