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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Clarisa Navas ganó el festival Visions du Réel con «El príncipe de Nanawa»: «El cine actual tiende a pasar por alto los vínculos»

Clarisa Navas le dio una de las grandes alegrías al cine argentino en los últimos tiempos: su nueva película El príncipe de Nanawa, estrenada mundialmente en la Competencia Internacional de la 56ª edición de Visions du Réel, International Film Festival Nyon, ganó el Gran Premio del Jurado a la mejor película.

El Príncipe de Nanawa es un proyecto realizado durante más de diez años entre Clarisa Navas y Lucas Olivares, protagonizado por Angel Stegmayer y construida sobre la base de sus diarios, combinados con registros de sus diálogos con la realizadora.

En un concurrido puente peatonal que separa Argentina y Paraguay, donde se trafica con todo tipo de cosas en una mezcla de guaraní y español, la directora conoce a Ángel, de nueve años. Impresionada por su expresividad y estilo, lo sigue a casa. A lo largo de diez años, crean juntos una película, durante la cual Ángel tendrá que tomar decisiones cruciales para su futuro.

-Recibiste este premio con los productores Lucas Olivares y Eugenia Campos Guevara y el príncipe, Angel Stegmayer. ¿En qué momento tomaron conciencia de que podía ganar, qué hablaban entre ustedes?

Veníamos de todo este tiempo de tanto apaleamiento -por el último tramo en relación al cine en Argentina-, que había algo… no sé si de generarnos tanta ilusión o expectativa, pero sí de estar muy contentos o contentas con estar ahí, con poder estrenar en ese lugar y poder viajar sin ningún tipo de apoyo. Obviamente, ni del INCAA ni de nada. Entonces, era como una suerte de triunfo estar ahí.

Ya en el festival, Ángel se generó muchas expectativas el último día. Todos estábamos tratando de regular la ilusión, para que no hubiera ningún tipo de desencanto con eso. Yo no lo pensaba mucho. Habíamos tenido una recepción muy linda en el estreno, pero también había una selección muy potente de películas, con temas muy urgentes.

Al menos a mí, el premio me tomó con muchísima sorpresa. Nos enteramos en el momento de la premiación.

-¿Qué creés que valoró el jurado para otorgarle el premio?

El jurado nos dijo cosas muy hermosas y también una valoración sobre esa persistencia o esa perseverancia en el tiempo para sostener un proceso de tantos años.

También, de alguna manera, la película trabaja sobre una zona que quizás es un poco simple nombrarla, como la posibilidad del amor, de construir lazos y vínculos a través del cine. Quizás desde esa simpleza hay algo que subvierte ciertas maneras que tiene el cine actualmente, que va hacia tendencias que tienen que ver con procesos que rápidamente pasan por alto a las personas, a los vínculos, a los lugares. Nuestra película va bastante en contra de eso. Hay mucho de la valoración que ha venido por ese lado.

-¿Qué significado le dio el público -suizo- a un documental rodado en la frontera entre Argentina y Paraguay?

Fue una recepción muy, muy amorosa y muy prudente. No había estado antes en Suiza. Y me llamó mucho la atención esa forma de acercarse: muy desde la pregunta, desde la escucha, de tratar de entender un poco esa zona. La gente venía con el mapa. Sin tener conceptos previos, sin aseverar cosas sin saber. Eso me pareció muy valorable.

Teníamos muchas dudas antes de exhibir la película, porque es una producción muy frágil, que trata sobre la construcción de una vida, o de varias vidas en sí. Entonces fue muy linda esa forma de encontrarse con las personas y el público.

-¿En qué película se convirtió hoy El príncipe de Nanawa, a diez años de la primera vez que pensaste en el proyecto?

A lo largo del tiempo se transformó muchísimas veces. Creo que hay algo como una suerte de diario, de pasaje del tiempo, entre un pequeño grupo de personas con quienes hicimos la película y con Ángel de protagonista. Es rara para mí porque fue muy particular lo que sucedió en tanto tiempo de despliegue.

-Después de diez años, de estas transformaciones y estas transiciones, ¿qué describe?

La película parte de un encuentro muy casual que tuve con Ángel hace diez años en la frontera entre Nanawa y Clorinda, en Formosa.

Estaba haciendo una serie de que trataba sobre cuestiones ligadas a historias de mujeres en los bordes del nordeste argentino con otras fronteras. Ese capítulo tenía que ver con el guaraní: ¿Por qué no se enseñaba más? ¿Por qué las madres de alguna manera no querían seguir enseñándolo? Entonces, en medio de ese mercado, un lugar que es bastante tumultuoso, con mucha gente, mucha mercadería, un lugar de frontera… estaba Ángel. En ese momento quiso hablar mucho. A partir de ese encuentro, y de esa primera entrevista, se me reveló que ahí había alguien demasiado especial. Un niño con el cual sentía demasiada cercanía. Había algo de un entendimiento muy trascendente.

Entonces, le prometí que iba a volver a verlo y a buscarlo. Hicimos como una suerte de promesa muy mágica en ese momento. Volví y le regalamos una camarita con Lucas, quienes realizó la película conmigo.

Entonces comenzó una suerte de registro de su cotidianeidad a través de diarios y de cosas que él pensaba. Con una lista que él había dado y que tenía que ver con filmar cosas que hagan latir el corazón. Cosas para cambiar, por las cuales luchar. Ángel filmó un par de años, pero nuestro vínculo se empezó a afianzar cada vez más y a constituirnos casi como una familia.

Hay algo de esa persistencia, de hacer imágenes o de encontrarnos a través del cine. La película cuenta la historia o parte de la historia de Ángel, pero también tiene que ver con cómo una relación se construye a lo largo del tiempo.

El príncipe de Nanawa tuvo una producción de alrededor de diez años y llegó justo para el festival Visions du Réel. ¿Cuándo decidiste ponerle el punto final?

¡Uy! No tengo que spoilear, pero hay ciertos acontecimientos en la vida de Ángel, que marcaron un pasaje muy contundente a otra etapa. Ahí tomamos la decisión de finalizar, aunque a la vez que también podía ser un proceso infinito. De hecho, no me bajo de la posibilidad de seguir grabando. Cada vez que nos encontramos volvemos a grabar. Hasta este fin de año estuvimos grabando y editando.

-¿Cómo sigue el plan de exhibiciones?

Por un lado nos entusiasma la circulación internacional: un premio así abre muchísimas puertas. En Argentina estamos viendo cómo llegar a los lugares que nos interesa que la película se vea y que justamente han estado históricamente relegados. Que ni siquiera tienen Espacios INCAA. Ángel nos está ayudando bastante a planear las proyecciones locales en Nanawa y en Clorinda. Y el estreno será para el segundo semestre.

Julia Montesoro

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