Annabelle Aramburu, especialista en el mercado del audiovisual español y latinoamericano de los últimos 25 años, es la coordinadora de MAFIZ, el área de industria del Festival de Málaga.
¿Cuáles son las novedades esenciales que propone el MAFIZ en esta edición?
Además de las diversas actividades que se desarrollan habitualmente, este año tenemos dos novedades importantes. Una de ellos es la creación de la Villa del Mar, un sueño cumplido de Juan Antonio (Vigar), con el propósito de acercar la industria al mar. Creamos un espacio tecnológico y narrativo, no con la idea de aplicar la tecnología pura y dura sino desarrollando la forma en que las herramientas tecnológicas están influyendo en la narración. Lo hacemos a partir de charlas y eventos abiertos al público y la industria.
La segunda novedad es la reincorporación del mercado de documentales. Málaga estableció en 2002 el primer mercado de documentales iberoamericano. Se inició con Carmelo Romero, pero después por diversas circunstancias que tienen que ver con dineros y subvenciones se dejó de lado. Lo hemos retomado poniendo el foco en el punto de vista de la audiencia. Somos concientes de que el documental está tomando mucha fuerza, reformulado para dirigirse a una audiencia más joven (o no tanto), relacionado con la investigación y el true crime. A partir de la importancia y el éxito que tuvieron las nuevas plataformas, hemos creado el Mercadoc.0 y convocamos a estas plataformas para que puedan contarnos lo que pasa en este nuevo escenario.
-En esta sinergia entre tecnología e industria, ¿cuánto tiene que ver la irrupción de las plataformas?
La plataforma es el medio que está ayudando a que la industria crezca, se innove y haya tanto talento trabajando. Al hablar de plataformas también me refiero a instagram y a tik tok. Es a partir de allí donde está creciendo muchísimo talento y muchísimo contenido que antes no existía. Si me preguntas cuál es la línea editorial del MAFIZ digo que es el talento.
-¿Cómo acompaña Iberoamérica la evolución del mercado?
MAFIZ es iberoamericano siempre. Somos iberoamericanos que trabajamos aquí. Creemos que somos un mercado global, trabajamos con una lengua común, nos reconocemos.
-El punto es que además de su globalidad cada región tiene situaciones específicas. ¿Cómo se insertan en MAFIZ aquellas industrias más maduras con otras que están en vías de desarrollo?
Eso que dices nos pasa: hay países que tienen esa brecha. Pero de eso se trata el MAFIZ y para ello nosotros trabajamos mucho. Por ejemplo, invitándoles a participar y poniendo el foco en ellos para que intervengan en nuestros eventos. Así fue como son convocados países como Honduras, Nicaragua o Perú, que en los últimos diez años creció con mucha potencia audiovisual.
-¿Cómo incide el MAFIZ en crecimiento de los mercados regionales?
Lo primero que siempre pienso es que lo que puede ayudarnos es la formación. Pongo mucho énfasis en ese aspecto en muchos eventos. Cuando creamos el MAFF consideramos que teníamos que crear el Warmi Lab. Creemos que hay que empoderar a las productoras –en este caso mujeres- a poder vender y promocionar mejor las películas. Si bien vienen productores europeos que acompañan esos fondos, muchas veces necesitamos enfocar a que esos países puedan crecer como profesionales.
-Ya que mencionas la creación del Warmi Lab como espacio de crecimiento de las mujeres, ¿cómo acompaña el MAFIZ la inserción cada vez más significativa de las mujeres?
Cada vez hay más mujeres productoras. Viene en nuestra genética: somos buenas productoras. El desafío es que tenemos que empoderarnos para ser más ambiciosas. Ambicionar hacer películas de grandes presupuestos. Es curioso cómo cuando hablamos entre asociaciones no nos atrevemos a proponer grandes producciones. En eso estamos trabajando. Volvidendo sobre el concepto de la formación, para creernos algo tenemos que entenderlo. Tenemos que saber más de audiencias, de mercados, de psicología. Muchísimas más herramientas que antes no se incluían.
-El MAFIZ tiene la posibilidad de contribuir a la formación a partir de esas nuevas herramientas.
También nos estamos dando cuenta de que tenemos que cambiar los modelos de financiación. Ahora mismo consideramos que es tremendo, terrible vivir de subvenciones. Cada vez es más peligroso. A partir de esta reflexión nos propusimos invitar a otros actores, como las marcas de publicidad y las agencias de medios. El año pasado los convocamos y organizamos una minijornada, en la que hicieron una exposición sobre cómo se está invirtiendo en el cine. El éxito fue enorme. Y descubrimos que nunca antes los habían invitado a un mercado. Nunca los incluimos en nuestra industria. Este año tendrán una jornada y media.
-Para decirlo en un trazo grueso: las marcas buscan invertir y nadie les abrió la puerta.
¡Y nadie les abrió la puerta! En esta edición van a hacer un minipitch con hubs de contenidos y habrá jornadas de branding. Todo a partir del concepto de por qué no invertir en una película. Es una posibilidad muy interesante para los productores.
-Se trata de buscar nuevas alternativas al camino de la subvención, en un momento en que hay una crisis casi terminal en la industria argentina porque quitaron el apoyo estatal, que fue durante muchos años la vía natural de crecimiento de la industria.
Está pasando en otros países también. Si tenemos ese síntoma no debemos defenderlo: lo que tenemos que hacer es incluir es a otros sectores de público. No debemos concentrarnos en el sector cultural, sino vincularnos al concepto de industria. Una ambición que tengo es que salgamos en un periódico de economía. Que hablen de nosotros como parte de la economía. En el momento que los gobiernos entiendan que somos parte de la economía entenderán que también somos parte de otros ministerios. Y por ahí podremos trabajar.
-Aun cuando se genere la dicotomía entre cultura e industria.
Tenemos que ir cambiándolo poco a poco. No es algo que se modifique inmediatamente. Pero los productores de ahora tendrán que ir cambiando su forma de pensar.
Norberto Chab / Desde Málaga