Teresa Costantini estrenará mundialmente en el Festival de Mar del Plata su primera película en siete años, Wainrot, tras bambalinas.
Se trata de un documental dedicado a Mauricio Wainrot, el célebre coreógrafo argentino de destacada trayectoria internacional. Tras unirse al Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín en 1968, dirigió 165 obras en compañías de renombre mundial.
Con producción de Buenos Aires Producciones (Inés Durañona) y con testimonios de Mauricio Wainrot, Julio Bocca, Paloma Herrera, Igor Yebra y Andrea Chinetti, el documental rinde homenaje a la vida y obra de Wainrot, celebrando su legado en la danza.
-Después de siete años, ¿por qué Wainrot?
Antes que nada, es por mi admiración inmensa por su trayectoria. Y mi cariño, porque lo conocí personalmente muy recientemente y poco tiempo después se me ocurrió que no podía quedar sin documentar la tarea inmensa que ha realizado para la danza contemporánea. No puede ser que no apostemos a la cultura conservando y honrando a estos grandes de la escena. La danza, dentro de nuestras artes, es hermética y tiene un público reducido como la ópera, pero a la vez es un público maravillosamente seguidor. Yo fui aprendiendo mucho más a partir de las entrevistas.
El proyecto me llevó más de cuatro años por avatares que surgieron en el camino; incluso del lado de Mauricio, que tuvo algunas dificultades de salud.
-¿Qué te entusiasmó del terreno del documental?
Aunque lo mío es la ficción, este es mi tercer documental. Los hago penando contra muchísimas de las dificultades que me traen, porque no me siento una documentalista: yo necesito una historia, poder narrar algo. Encontrarles el hilo a los documentales me cuesta un montón, por eso también me llevan tanto tiempo.
Siento que es un lujo enorme estar en movimiento, porque entre la pandemia y otras cuestiones, me sentí bastante fuera de la posibilidad de volver a filmar. El recorrido se inició justo antes de la pandemia. Me ha generado muchísimo placer el trabajo en grupo. Ahora estamos en esos finales en que tenés que ver los mínimos detalles. Es lindísimo volver a ver el proyecto en las mezclas de sonido y de imagen.
-Decís que el documental te cuesta más porque tenés que encontrar el personaje de la historia para poder contarlo. En este caso, ¿donde pusiste el foco cuando lo descubriste?
Lo descubrí entre el año pasado y este. En el documental no tengo un guion previo. Encuentro el hilo de la historia a fuerza de ver, soltar, dejar, volver y pensar qué está faltando. Primero voy desde mi intuición hacia la persona y después empiezo a filmar. Mientras, voy buscando y acumulando el material.
Fue muy importante el material de archivo utilizado. Nos costó muchísimo tiempo de búsqueda. Y decidimos no guardar nada. Hay material que no está en buen estado, pero no tuvimos otra posibilidad: lo que apareció es lo que había. Se utilizaron archivos del Teatro San Martín y del Teatro Colón y se consiguieron otros a treavés de una empresa que se dedica a la búsqueda que pertenece a Rita Falcón, hija de una íntima amiga.
-¿Qué aspectos de la vida de Mauricio surgidos de las charlas te llamaron la atención?
Yo no sabía nada de su historia. Ni de dónde viene ni por qué sus padres polacos, inmigrantes, nunca más habían vuelto a Polonia. En la guerra, de toda su familia se salvaron ellos solos. Nadie más. Mauricio nació en Buenos Aires, en un conventillo. Nunca conoció la Varsovia de sus padres. De repente, cuando empezamos a filmar, lo invitan a Gdansk, ciudad al norte de Polonia donde se inició la Segunda Guerra. Le dije que entre las tres obras que iba a hacer, debía armar la puesta sobre Ana Frank en Varsovia, para filmarlo ahí. Aunque yo no pude viajar, un equipo de producción de un amigo soñado filmó ese material.
Ahí sentí que había algo que no conocía de él que es su capacidad de resiliencia, algo tan potente que hace que siempre salga adelante. Le han pasado cosas difíciles a lo largo de su historia y también vivió muchos años afuera. Pero no quiere sentir lástima de sí mismo.
-¿Wainrot vio la película?
¡No! Está desesperado, pero necesito tener el DCP para mostrársela en una pantalla grande. Muy prontito la va a ver.
-En La Mujer y el Cine asistió a una proyección y dijo que tenía muchas expectativas…
Tengo toda la esperanza de que le guste. Pero más que eso, es una manera de honrar a una persona que se lo merece. Me parece que se va a conmover. Además, que se estrene en Mar del Plata y podamos ir juntos es una especie de cierre del año importante para él.
-En esta vuelta al cine, con este documental de Mauricio Wainrot, ¿quedaron otras historias en el camino? ¿Te tienta volver a la ficción?
Más que tentarme, me desespera la idea de volver a la ficción. Siento que hubo un cambio enorme en mí después de Tita, que tuvo que ver con la llegada de la pandemia. Por los dos años muy difíciles que hubo y por las consecuencias que trajo y que seguimos padeciendo y atravesando. Más allá de que estoy súper bien de salud, hubo muchísimos cambios en el devenir de cómo volver a filmar una película.
Actualmente estoy escribiendo para un proyecto que me ofrecieron, para hacer en coproducción con una empresa que podría facilitar el ingreso a una plataforma. En el camino hice unos cortometrajes, porque no me podía quedar parada (Risas). Es un proyecto llamado Escena sobre ruedas. Son situaciones de siete minutos con diferentes actores, en distintos lugares. Y suceden en distintos vehículos. Hice uno en New York en un auto, otro en Miami entre carritos de golf (en Estados Unidos viven tres de mis hijos) y uno en Buenos Aires en bicicleta. Me falta uno que voy a hacer en Uruguay en el verano en un cuatriciclo.
-¿Y alguna mujer? Porque en tu obra artística hay mujeres empoderadas. ¿Hay alguna heroína dando vueltas?
Es tan así… Menos mal que sé guardar un secreto, porque si no ya lo estaría diciendo. Me pasó lo mismo que con Tita (Merello), que no se me había ocurrido nunca antes y de repente me tomó por completo. En este caso puede que suceda lo mismo.
Julia Montesoro