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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Nicolás Gil Lavedra, director del documental «Traslados», sobre los Vuelos de la Muerte: «Es una película necesaria para el que no conoce o duda»

Nicolás Gil Lavedra es el director de Traslados, el documental con producción de Orca Films sobre una idea original de Zoe Hochbaum, coescrito con Gustavo Gersberg y que se revela como un crudo e impactante relato acerca de los vuelos de la muerte.

Traslados, que se estrena el viernes 6 en el Cine Arte Cacodelphia, se exhibirá el martes 24 en una jornada especial del Festival de San Sebastián que le dedicará un acto de apoyo al cine argentino ante el desmantelamiento de su industria.

-¿Cómo llegó a tus manos Traslados y qué te impulsó a llevar adelante la propuesta?

En febrero, mientras estaba en proceso de edición de Como el mar, Zoe Hochbaum (la protagonista y productora de Orca Films) me dijo que tenía algo para ofrecerme. Quería avanzar con la idea de llevar adelante un proyecto sobre los Vuelos de la Muerte. Ella había estado en su adolescencia investigando para llevar adelante un documental y le interesaba que fuese un proyecto de su productora. Nos reuimos con ella y con Gustavo Gersberg.

Al principio dudé porque estaba en plena posproducción de una ficción. No sabía si debía involucrarme en un documental, porque no era un lenguaje en el que estaba 100% firme. Pero cuando me mencionaron que Eduardo Anguita iba a estar en la producción de investigación y Gustavo en el guion dije que había que darle para adelante. Fue un año de mucho aprendizaje, de un lenguaje distinto. Y me sentí muy contento porque si bien sabíamos que iba a ser importante, advertimos su importancia después de la elección del último gobierno, que tiene un claro mensaje por momentos negacionista. Hoy creo que es una película imprescindible.

-Tu apellido está directamente vinculado al Juicio a las Juntas y a las causas en defensa de los derechos humanos. En ese sentido, ¿Traslados es la película que querías hacer desde antes de saber que la harías?

No, no. Después de lo que me pasó con Estela (Verdades verdaderas, basada en la vida de Estela de Carlotto, Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo), mi primera película, necesité distanciarme del tema.

La gente no lo sabe, pero una vez que uno termina una película vienen las proyecciones. Acompañar la película de Estela fue un proceso muy largo porque tuvo muchas invitaciones, inclusive de lugares en los que no sabían la historia. Me llevó mucho tiempo de mí.

Cuando apareció Guido (Ignacio Montoya de Carlotto, el nieto de Estela) sentí que había que soltar un poco ese proyecto y esa peli. Hicimos una coda para esa película; una carta que escribí a Estela, mientras Guido tocaba en el piano. A partir de ahí me distancié un poco.

Tal vez al principio pensaba en otro proyecto, pero en el camino pude encontrarme como autor. Tenía algo en la cabeza que tiene que ver más con el Juicio a las Juntas. No como un nuevo 1985, porque eso ya se hizo, pero tenía algo ahí. Pero la realidad es que cuando aparecen los proyectos veo cómo puedo encontrar mi voz. Y apareció en la manera de contar la historia, en la forma de mostrar las recreaciones y de poder hilvanar ese archivo con las entrevistas. Yo mismo quise hacer las entrevistas porque me parecía importante involucrarme en los relatos, en  cada testimonio. Tiene mi toque. Esto mismo me pasó en Como el mar y Las grietas de Jara, más allá de que sean más o menos comerciales.

-¿Qué material documental había en el comienzo y cómo fue el eje narrativo inicial?

Hay dos momentos que me sorprenden mucho. Uno tiene que ver con cómo ponerle voz al horror a través del archivo, que es de los 90. La voz de (Adolfo) Scilingo (represor que purga condena en España), confesando en 1994 en un medio periodístico, el programa de Mariano Grondona, que había tirado de dos aviones a 14 personas en cada vuelo. Poder mostrar eso y unirlo con el archivo hablando con el archivo. Porque después (el presidente Carlos) Menem le contesta que es un fascineroso. Y éll le contesta que no. Encontrar eso fue un buen hallazgo.

Después hubo algo que fue encontrando Santi Parysow, que es el editor, que tiene que ver con cruzar el policial en el género documental. La película la empezamos cronológicamente y tiene una estructura más de contexto, para que la gente se entere qué fue la dictadura, qué fueron los vuelos, en qué momento se fueron enterando. Pero hay un momento en donde aparece el policial, que tiene que ver con el último acto. Los últimos 20 minutos se transforma en un policial hecho y derecho, como si fuese una ficción. Con el arma homicida, el avión, los detalles.

-Con todos los detalles de esa cadena criminal de exterminio…

Sí. Con los detalles de esa cadena y con una condena, con un resultado. Lo que presenta la película son los hechos. Uno puede ser de derecha o de izquierda ideológicamente, pero eso no me importa: en la película mostramos hechos. No hay interpretación. Mostramos planillas, pilotos, cuerpos que aparecieron en el mar, que fueron reconocidos después con un ADN y enterrados con su nombre. Ya no eran desaparecidos. ¡Mostramos hechos! Para el que no conoce el tema o para el que duda, les cierra la boca de alguna manera.

-En algún momento de Traslados se dice que “los cuerpos siguen hablando”-

Lo dice Hebe (de Bonafini). Es un archivo de 1994. Fue en respuesta a lo que había dicho Scilingo. En esa época la Justicia dejó de investigar porque estaban las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Ella y Norita (Cortiñas), en una manifestación frente a la ESMA, dicen: “Los cuerpos hablan y vinieron del mar para decirnos algo”. Eran el tiempo de “Los juicios de la verdad”, que solamente servían para juntar información y archivarlo en una carpeta. Por eso es muy importante nuestro camino, en función de la Justicia, de la verdad y de los organismos.

-Traslados es muy importante, como legado, para las generaciones que no vivieron la dictadura militar. En su narrativa hay un fuerte anclaje con el presente.

Para nosotros eso fue básico. Fue una consigna desde la primera reunión con Zoe. Ella planteó que debía llegar a los jóvenes, así como lo había hecho 1985, una ficción que llenó las salas y que permitió que muchísimos jóvenes se acercaron a un tema que no conocían. Yo no quería caer en algo didáctico -los documentales, cuando están dirigidos, a jóvenes pueden ser un poco más didácticos- sino en mostrar hechos. Cuidando de que se enteren y a la vez que entiendan y empaticen desde el dolor y de la ausencia.

Por eso también era muy importante tener a las dos hijas de dos madres que habían tirado de un avión, las fundadoras de Madres Azucena Villaflor y Ana María Careaga. Para que el público joven pueda empatizar con el dolor y reconocerse desde el lugar de hijas e hijos.

La idea de que llegue a los jóvenes tiene resultados: desde que la semana pasada salió la noticia del documental no paran de escribir colegios y universidades pidiendo el link para poder proyectarlo. También está pasando algo increíble: la preventa en Cine Arte Cacodelphia está casi agotada. Eso pasa porque la verdad a la gente le interesa el tema, ver estas voces y testimonios.

-¿Por qué creés que es necesaria una película como Traslados en el público que nació en democracia?

Nosotros nos acercamos al tema con respeto y empatía. Hay una verdad en lo que se cuenta y en los testimonios. Fue un proceso muy largo que buscó lograr la mejor película posible que hable de los vuelos de la muerte y que la gente pueda conocer un poco más allá. Todos sabemos que los Vuelos de la Muerte era que tiraban gente al río o al mar, pero no se sabía que eran dos vuelos semanales en Campo de Mayo, un vuelo semanal en ESMA. A la semana de que comenzó el Golpe Militar ya habían aparecido cuerpos en las costas de Uruguay.

Poder ver todas esas piezas juntas, en 90 minutos, vuelve el método como algo que funcionó. Eso lo que más me duele: que hayan aparecido 70 cuerpos nos habla de la magnitud de gente que deben haber tirado viva el río o al mar sin que se sepa. Ver todo eso junto me revuelve el estómago, pero después uno llega hacia el final en donde, de alguna manera, hay justicia. Todavía nos falta mucho camino por recorrer. Ojalá que esta película ayude a abrir los ojos y a que la sociedad se empiece a ubicar con esta historia de decir “Nunca más”.

-¿Cuál crees que es el impacto que puede producir la película en las audiencias internacionales? Quizás en lugares donde ni siquiera pasaron, o no tienen conocimiento, de lo que fue la dictadura en Argentina.

Lo primero que espero que la gente que no conocía esto tenga esta información. Que entiendan lo que fue nuestra dictadura. Y que los discursos hoy negacionistas o de odio tienen el fin de generar impunidad frente a estos hechos. En cuanto a nosotros espero que la Justicia avance más rápido. Que la sociedad se pueda ubicar en un lugar en donde si hay unos diputados que van a ver a ex represores como Astiz, que fue el que generó el operativo y tiró a las madres y monjas francesas del avión, del Skyvan PA-51, espero que podamos unirnos y decir no. Con este tema no se juega. Con este tema no se puede volver atrás y la única manera que tenemos como sociedad de pasar la página es teniendo memoria. Tener memoria es saber lo que pasó. Espero que la película forme parte de esa cantidad de películas que hay sobre la Dictadura y que forman prismas que generan nuestra memoria colectiva.

Julia Montesoro

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