Sebastián Pivotto es realizador audiovisual e integrante del Consejo Gremial de Directores Audiovisuales Cinematográficos (DAC), que participó en el conversatorio “Cine nacional, presente, futuro y posibles vías de rescate”, en el cual también expusieron Jorge Marrale, de SAGAI; Valeria Pivato, de PCI; Juan Pablo Miller de CAIC y Vanesa Pagani, de APIMA.
La mesa redonda se llevó a cabo el martes 2 en la sede de la Fundación Sagai. Expresó en líneas generales la preocupación del sector sobre la situación actual y trazó un diagnóstico de cara al futuro, destacando el trabajo que se está realizando para impulsar el proyecto de Ley Audiovisual.
-¿Cuál fue el eje de tu exposición en el conversatorio sobre el presente y el futuro del cine argentino?
Como sabemos, toda la industria audiovisual -y más que eso, la cultura argentina- está atravesando un momento muy complejo. Vemos una voluntad política de dejar de lado la cultura, en el marco de la batalla cultural que ellos dicen que hay que dar. En ese contexto hay un desfinanciamiento muy grande en el cine en particular. Nos vemos frente a una coyuntura extrema: este año va a haber estrenos, pero posiblemente en los próximos años sea muy difícil encontrar películas en cartelera.
-¿Cuáles fueron las ideas comunes que se expresaron en la mesa?
En la conversación se expresó que desde hace muchos años se viene haciendo un trabajo de parte del Espacio Audiovisual Nacional. Junto a PCI, Argentores y APIMA se viene desarrollando un proyecto para una nueva Ley de Cine. Cambió tanto la tecnología que la Ley vigente necesita un aggiornamiento. El método de exhibición, distribución y de visualización del público cambió mucho.
Nosotros proponemos un INCAA con una representación mayor de las provincias y una mejor distribución de recursos en todo el país. Una equidad de cargos ejecutivos y distribución de recursos específicos para las producciones de directoras y diversidades. También una mayor representación creando unos consejos de cine en donde participen todas las áreas. No esta estructura piramidal que tiene el INCAA, sino que sea un colectivo. Siempre el cine y el espacio visual ha sido un arte colectivo y es algo contra lo que yo también creo que están luchando: contra los colectivos. Los colectivos molestan y nosotros tenemos que seguir dando la batalla por eso.
Más allá de eso, el cine principalmente -y todos los proyectos audiovisuales argentinos-, tienen un gran problema, que es la cuota de pantalla. Es una batalla que se ha perdido. No por voluntad de este Gobierno, sino que es un problema de todas las administraciones anteriores, que nunca han cumplido la cuota pantalla real, que está por Ley. Esto ha beneficiado principalmente las producciones internacionales, principalmente las norteamericanas.
Esto hay que decirlo también. Hay cosas del INCAA que se tenían que mejorar y no es de ahora: todo es mejorable. Pero una cosa es tratar de mejorarlo, con las mejores armas y otra cosa es destruirlo.
-En todo caso es algo que se profundizó con este Gobierno, pero es cierto lo que vos decís que el tema de la cuota de pantalla no es nuevo. Los problemas con la exhibición tampoco son nuevos, solamente que ahora está hiper concentrada.
El problema es que ahora es no tenés producción. ¡No hay nada que exhibir para que puedas tener cuota de pantalla! Porque si acabás con la producción no queda nada. Este es un escenario muchísimo peor a los que podíamos tener antes. Siempre el cine, las series o los programas argentinos fueron la punta de lanza de la producción de Latinoamérica, reconocidos en todo el mundo. Este presente es muy peligroso. Principalmente en el cine, donde tenemos que apuntar más nuestra pelea. Están buenísimas las plataformas, que ofrecen trabajo para todo el mundo y desarrollo para un montón de gente. Pero hay un hecho concreto y es que las plataformas tienden a homogeneizar los contenidos. En cambio, el cine deja ver esas voces singulares, que hay en todo el mundo, que cada vez son más difíciles de encontrar. Esto no solamente pasa en la Argentina, sino en todo el mundo. Pero en otros países hay industrias con mercados muy fuertes, que pueden autoabastecerse y mantener una identidad propia. Como Corea, Brasil o México.
El cine hoy está dando una batalla a esos contenidos que tratan de ser globales para satisfacer al mayor público posible.
-Ese consumo tan despersonalizado afecta a las propias plataformas.
¡Totalmente! Por eso se están preguntando si volver a hacer cine no es más redituable que hacer tantas series. Como decía Martin Scorsese en el Festival de Nueva York, a él le preocupa mucho que desde los 80 -y ahora particularmente, y es algo que le pasa a este Gobierno-, todo el tiempo están viendo números. La industria son números, algoritmos, cuánta gente queda, cuánta gente lo ve. No hay búsqueda. Obviamente todos entendemos que las productoras, el cliente o la plataforma quiere recuperar el dinero invertido en una producción. Pero siempre tiene que haber diversidad e identidad propia. Ahí es donde los gobiernos tienen que ayudarnos, apoyar y regular. Siempre tiene que existir un desarrollo para esas voces singulares que cambian una forma de contar, una forma de ver el mundo y de ver los problemas que tenemos. No de tratar de buscar soluciones, pero sí hacernos las preguntas necesarias. Es tan importante eso culturalmente como el desarrollo de la nueva vacuna para curar tal enfermedad. La cultura cura el alma.
-Frente a las restricciones que está imponiendo la actual gestión del INCAA, ¿en el conversatorio se generaron propuestas de medidas concretas?
La medida más concreta es tratar que la gente conozca este nuevo proyecto de Ley. Lamentablemente hay tanta desinformación que la gente no sabe a quién creerle o no sabe sobre el tema. Una de las cosas que propusimos es que realmente se le diera mucha publicidad a este proyecto para una nueva Ley de Cine.
-¿Corre peligro de caerse ese proyecto de Ley, que desde diciembre de 2022 tomó estado parlamentario?
No, no. Venimos bien. También contamos en la charla que estamos teniendo bastante recepción de senadores y diputados. Pero es una tarea larga, que no se resuelve de un día para el otro.
Pasó lo mismo con la Ley vigente, que se presentó en un momento muy complicado del cine argentino y llevó muchísimo tiempo hasta que se pudo promulgar. Es lo que se debe hacer: desde la comunicación hacer visible al público que no se le quita la comida a los chicos del Chaco, sino que se aporta una identidad audiovisual. Y que eso le genera divisas a la Nación. Cada vez hay más chicos que quieren desarrollarse como artistas audiovisuales. Es una gran fuente de trabajo para muchísima. Si a este Gobierno le interesa tanto la marca país, como dicen que les interesa, debe entender que hay pocas marcas tan fuertes en el exterior como la marca audiovisual argentina.
Creemos -por lo menos desde DAC-, que la batalla no tiene que ser frontal y agresiva sino progresiva, porque que lamentablemente sabemos que del otro lado no hay una gran recepción. Hay que trazar estrategias para lograr cambiar ciertos criterios, que se entiendan ciertas cuestiones para llegar a nuestro objetivo.
-¿Cuáles son las expectativas? Porque a veces parece que no hubiera alternativas.
En el encuentro hubo mucho ida y vuelta con el público. En un momento parecía que estábamos todos lamentablemente tirando pálidas. Pero el cine siempre ha tenido vaivenes, se lo ha querido enterrar y dar por muerto y siempre salió a flote. A veces mejor, a veces peor. Yo soy un optimista y desde la DAC creemos y luchamos. Debemos reconocer que muchos de los artículos que estaban en la Ley Ómnibus, que atentaban contra temas relacionadas con la cultura y contra los derechos de autor –personalmente creo que iban por la plata-, se lograron frenar. No es poco. Siendo persistentes, respetuosos, comunicando a la mayor cantidad de público posible, podemos lograrlo. Somos un colectivo que en estos momentos tan duros nos unimos todos.
Julia Montesoro