En las filas del ejército japonés, durante la Segunda Guerra Mundial, existían las denominadas Comfort women (“mujeres de consuelo”). Actualmente, ese término fue reemplazado por una definición más cercana a la realidad: eran mujeres secuestradas y convertidas en esclavas sexuales.
Cecilia Kang pudo retratar el doloroso camino de esas mujeres en su documental Partió de mí un barco llevándome, producido por Martín Rodríguez Redondo y Cecilia Kang, protagonizado por Melanie Chong, Hae Kyung Jeon, Alex Chong, Eunice Cho, Mora Lestingi y Julio Chávez, que se estrena el jueves 4 en salas. El documental se estrenó mundialmente en la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata, donde ganó el Premio Astor Piazzolla Especial del Jurado y el Premio del Público. Y se vio por primera vez en Buenos Aires en el ciclo “Directoras argentinas”, organizado por Género DAC y GPS Audiovisual.
-El documental presenta una reflexión de género sobre las mujeres de la diáspora coreana residentes en Argentina. ¿Hacia dónde te llevó esa búsqueda de testimonios y documentación y qué te motivó a desarrollarlo en una película?
Supongo que el puntapié inicial fue que tuve la posibilidad de conocer y escuchar a una de estas sobrevivientes. Una Comfort women, como la llamaban como eufemismo. Ella se llamaba Kim Bok-dong. La conocí en el 2013 cuando estaba filmando cosas de mi primer documental. Había viajado a Corea y tuve esa suerte de presenciar y de escuchar en primera persona a una de estas sobrevivientes, quien contó ese hecho atroz que ella había vivido y que yo desconocía.
Esa experiencia me marcó. Yo la veía como una abuelita, que podría haber sido la mía. Ella contaba todo lo que había sufrido: cómo la habían secuestrado a los 14 años, cómo la violaban más de 20 veces al día. Lo que ella quería era que se reconozca este hecho, que se visibilice esta parte de la historia.
Algo en mí cambió después de haber presenciado esa situación. Definitivamente fue el motivo por el cual tomé coraje para poder encarar una película que tratara ese tema.
-Del deseo a la realización, ¿qué dificultades sobrellevaste?
Me llevó varios años procesarlo y poder pensar si era posible, si tenía las herramientas: realmente pensaba que no, que era imposible hacer una película sobre ese tema.
La manera que encontré fue vinculando el hecho con la comunidad coreana de Argentina. Trabajamos con mi guionista Virginia Roffo con el testimonio de las chicas, las jóvenes. La manera que encontramos para poder hablar fue trayéndolo al presente, entendiendo quiénes somos nosotras ahora y desde Argentina.
-¿Qué representa Melanie, la protagonista? ¿Cómo fue la búsqueda y el encuentro con ella?
Ella básicamente es la película, porque el filme también tomó una nueva dirección cuando la encontramos.
De hecho, fue la primera que llegó al casting. Habíamos hecho un casting abierto para jóvenes de la comunidad coreana, buscando una protagonista para este documental que se iba a tratar acerca de las comfort women. Fue la primera que llegó, apurada y despatarrada.
En cada entrevista, en cada conversación, intentaba conocer a las chicas. Que me cuenten de su vida diaria. Después las invitaba a leer un fragmento de nuestros testimonios en primera persona de una sobreviviente.
A Melanie no la conocía. Pero sentí que estaba frente a un espejo: de alguna forma, estamos también vinculadas. Si bien las dos éramos partes de la comunidad coreana al mismo tiempo Melanie, es actriz. Estudió actuación en la EMAC (Escuela Municipal de Arte y Comunicación). Tiene un montón de intereses y sensibilidad con respecto al arte y al cine. Y como actriz… era ella.
-El jueves 4 se estrena Partió de mí un barco llevándome. ¿Con qué película se va a encontrar el público?
Con una película muy entrañable, muy sensible, que invita a la reflexión desde un lugar lúdico y también emocional. Además, sirve para que conozcan de la historia de esas mujeres. También para pensarnos a nosotras como mujeres hoy en día, en el momento en el que estamos y lo que vivimos.
Julia Montesoro