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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Luciana Grasso coprotagoniza «Miranda, de viernes a lunes»: «Mi personaje tiene una sensibilidad expuesta y sueños por cumplir»

Luciana Grasso coprotagoniza Miranda, de viernes a lunes, la película de María Victoria Menis con producción de Todo Cine y Habitación 1520 protagonizada por Inés Estévez, que se exhibe en salas.

La historia está situada en 2016. Un brusco y repentino cambio se desencadena en la vida de Miranda (Inés Estévez), profesora de literatura, ante la denuncia de situaciones de acoso y abuso de alumnas. Su estallido atraviesa su vida laboral, amorosa y familiar. En esa familia se encuentra Sofi, su hija mayor, encarnada por Luciana Grasso.

Miranda, de viernes a lunes, transcurre en 2016. ¿Qué era de tu vida en 2016, qué querías ser?

Tenía 22 años y estaba en la Universidad Nacional de las Artes. Había salido del secundario con una idea clara de seguir mi carrera artística. Quería dedicarme a eso. La Universidad pública me abrazó mucho, me contuvo y también fue un sostén de compañeros. En el sentido que habla la película, formé parte también de un lugar donde se caldearon muchas cosas, en ese y en todos los años. El movimiento estudiantil es muy importante y es de donde nacen muchas cosas. Con la seguridad de las cosas que queremos ver crecer, de las cosas que uno apuesta y en defensa del arte.

En mi caso desde la Universidad, que era un espacio particular donde la conjunción de personas y el caldo de cultivo de compañeros se hacía muy presente también en mi vida.

-¿Qué significaba para vos el feminismo ocho años antes?

Ahora, desde otra perspectiva, después de la experiencia vivida y siendo una persona más grande, percibo que ese momento todo estaba recién salido, haciéndose más visible. Se planteaba como novedad lo que se podía hacer, el valor de la mujer, de mi trabajo, también de la unión. Había una nueva manera de valorizar esos temas. Y de visibilizarlos: en ese inicio viví con mis compañeros y amigos momentos de muchas preguntas. Debatiendo, replanteando cosas que pasaron (o no), repensándonos. Fue un movimiento que involucró a todos y que también significó un cambio de conciencia.

Respondido desde la persona que soy ahora, fue un acompañamiento y un descubrimiento, en una etapa de mi vida en que todo era un descubrimiento.

-La película transita temas que nos involucran a todas: el paso de la adolescencia a la adultez, la identidad, la sexualidad y el feminismo.

Un aspecto interesante de la película, que María Victoria Menis dejó aparecer, es que se ubica como testigo de algo que le pasa a todas las mujeres de esta familia.

Permite ver todas estas preguntas de las que vos hablás sin imponer su mirada sino descubriéndolas. Acompañando, sacando capas ante el hecho. Con una mirada muy amable, que permite ver a mujeres que más allá de ser actrices o cantantes transitaron una vida y también pasaron esas mismas experiencias.

-¿Qué clase de personaje es Sofi y de qué forma lo fuiste armando?

Hubo un hecho curioso: con Inés Estévez tuvimos dos proyectos juntas en muy poco tiempo. Nos acompañamos en los dos en los mismos roles, como madre e hija. Terminamos el rodaje de Miranda y nos fuimos juntas a Rosario a filmar Vera y el placer de los otros, de Romina Tamburello y Federico Actis, que se va a estrenar este año. Y también tiene una mirada femenina: allí la protagonista es una mujer, que en este caso soy yo. Fue llamativo que dos equipos de dirección diferentes nos hayan visto como de la misma familia. Eso nos dio mucha comodidad y familiaridad en el trabajo.

En ese fluir de traspasos a nivel laboral, me vino muy bien tener a Inés de compañera para poder desarrollar una Sofi más sensible. En esta familia es la hermana mayor, pero parecería que es la menor, o que tiene cosas que la hacen sentirse más aniñada; al parecer, con más imposibilidad de desarrollar cosas solas. Me gustó mucho interpretarla y meterme en la piel de un personaje con frescura y una sensibilidad expuesta. Sofi es fresca, sincera, sensible, tiene sueños y sobre todo algo muy familiar, en el vínculo con sus hermanas y la relación madre-hija.

-A la hora de definir una propuesta, ¿qué te llevó a interesarte por Miranda y cómo se transmitió eso durante el rodaje?

Hay un híbrido que tengo en cuenta, algo que está en el guion en el que se marca una forma de hablar, que de por sí dice cómo se comunica el personaje. Con María Victoria hubo un trabajo de no catalogar, en el sentido más restrictivo de la palabra. Nunca dijo “quiero que tenga esto”, desde un lugar más limitante de la creación. De hecho, no hay una definición de lo que le pasa a Sofi, sino que eso lo construye el espectador. Lo importante es la relación entre madre e hija. En los ensayos fuimos puliendo la actuación, cómo se decían las cosas y cómo era la relación.

A nivel también personal siempre existe el miedo de no pasarse de rosca. A veces también, cuando te toca actuar de una mala, tampoco hacerse la más mala de las malas. Hay que confiar mucho también en el texto: a veces el subrayar cosas hace que en realidad no se deje ver lo que escribieron para el personaje. No hay que dejar que aparezcan otras cosas que llamen la atención.

Esa fue la forma de narrar que tiene la película. Allí encontró su propia luz y su propio lenguaje.

Julia Montesoro

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