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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Virginia Innocenti presenta el jueves 13 el espectáculo «Herida absurda» con Hernán Lucero: «Es un cóctel musical con tinte almodovariano»

Virginia Innocenti vuelve al escenario el jueves 13. Se presenta con el cantor Hernán Lucero en Herida absurda, tangos clásicos y otras cositas en la sala Torquato Tasso, acompañados por Leandro ‘Pitu’ Marquesano y con dirección de Jorgelina Herrero Pons.

Se trata de un cóctel musical que cuenta la historia de una pareja que se enamora ensayando un homenaje a Carlos Gardel. El espectáculo presenta una cuidada selección de los tangos más famosos y clásicos versionados e intervenidos y dos temas nuevos: el tango Mi noche azul, de Hernán Lucero con Pedro Mairal y la milonga El bien pagado, de la propia Virginia Innocenti con la compositora Claudia Levy.

-¿Son una actriz que canta, una cantante que actúa o al modo de Tita Merello, los roles son indivisibles?

Cuando le preguntan por mi profesión digo que soy artista. Vengo nadando las aguas de las manifestaciones artísticas desde muy chiquita. Me recuerdo en los escenarios desde que tengo cuatro o cinco años cantando, bailando y actuando. Los modos expresivos nunca estuvieron escindidos. Todo intérprete, mientras más posibilidades tenga para desarrollarse en distintas áreas, será más interesante para ver y escuchar.

A la manera de Tita Merllo, casi todos los artistas de antaño eran muy completos. Sabían bailar y cantar, porque venían básicamente del teatro o de las presentaciones en vivo. Había que tener un instrumento más afinado para subirte a las tablas y captar la tensión. Y contar una historia que fascine a la gente.

-¿Herida absurda es una historia pensada para fascinar a la gente?

Me gusta decir que es como un concierto intervenido, un concierto que tiene una puesta en escena. Hay una dramaturgia, porque estamos contando una historia. Son dos cantantes que se conocen en un homenaje a Carlos Gardel, haciendo la escena de El día que me quieras. O sea que tiene un poquito que ver con el cine. Es una especie de cóctel musical con tinte almodóvariano.

-¿Dónde buscaron darle el tinte almodovariano?

Tiene que ver con la estética y también porque Almodóvar ha recuperado el melodrama y estas heridas de amor que son bastantes absurdas por los encuentros y desencuentros amorosos.

Los amores y desamores generan situaciones que a la distancia aparecen como absurdos. A la distancia uno se puede reír de eso y contar un cuento. pero cuando estás nadando en esas cuestiones se pone muy áspero.

El melodrama no es nuevo, pero nombrar a Almodóvar es dar una referencia un poco más actual, porque si a los jóvenes les hablás del cine argentino de la época de Tita no tienen mucha referencia.

-En ese tono almodovariano, la elección del repertorio es “una que sepamos todos”.

Sí. Almodóvar también recuperó mucho de la canción melodramática latinoamericana: Chavela Vargas, Caetano, el tango mismo. Es también para que el público entienda el color. Pero es un espectáculo de tangos, que si bien la mayoría son del siglo pasado, tienen una mirada desde el hoy. A pesar de que hacemos tangos clásicos, desde el lugar que los abordamos son de este siglo.

-¿Cuál fue el origen de esta Herida absurda?

Tenía muchas ganas. Hace años que vengo haciendo este tipo de espectáculos. Los pondría en el rubro café-concert.

Es la historia de una pareja con muchos picos de estados emocionales diferentes. Ella se enamora porque él le canta con mucha dulzura: es el típico galán. Una vez que la tiene con él vuelve a salir, como todo buen lobo, de cacería. Hasta que ella se cansa y entonces se lo va a plantear en el bar donde se conocieron… Todo está contado con las canciones, un par de poemas y textos muy breves.

-¿Buscás una recuperación de ese género?

Sí. No se canta por cantar, sino que las canciones están al servicio de una historia. Y en general el café-concert tiene una mirada crítica sobre la realidad o eso que estás narrando.

Un poco de esa mirada tiene que ver con que muchos tangos que interpreto están compuestos y cantados originalmente por varones. Y van dirigidos a las féminas que les han siempre hecho algo malo. En el tango, además de ser macho, también se victimizan mucho los machirulos (Risas). El guiño tiene que ver con que esos tangos me los apropio y los canto en voz femenina y se los canto a Hernán Lucero, mi compañero en el escenario.

-¿Qué atractivo ejercen en vos estas canciones escritas por hombres?

Elijo el repertorio por la belleza poética… Cuando canto Afiches y digo “yo te di un hogar, siempre fui pobre, pero yo te di un hogar, se me gastaron las sonrisas de luchar, luchando para ti, sangrando para ti”, se me parte el corazón. Son tangos de una belleza infinita.

Seguramente al señor este –al protagonista de la historia- le pasó lo que le pasó. A veces me resulta llamativo lo desequilibrada que está la balanza. Ahora no tanto, porque hay muchísimas compositoras e intérpretes femeninas que hacen unos tangazos increíbles. También hay compositores varones que ya hablan de otras cosas, están más deconstruidos.

A mí me gusta meterme con las canciones conocidas y reversionarlas. Correrlas un poco de la escucha habitual, justamente para que se escuche lo que la canción dice, la letra. Esta vez tenía ganas de compartir escena. Que el varón esté presente, que se vea el conflicto. Así lo termino de exorcizar. Y paso a otra cosa.

Julia Montesoro

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