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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Zoe Hochbaum coprotagoniza «Como el mar», de Nicolás Gil Lavedra: «Es una historia sobre la identidad, un tema que me conmueve desde siempre»

Zoe Hochbaum coprotagoniza Como el mar, road movie de Nicolás Gil Lavedra con Sofía Gala Castiglione y la participación especial de Carmen Maura, que se estrenó el jueves 28. Se trata de un guion de la propia Hochbaum con Gustavo Gersberg, que aborda una reflexión sobre la identidad, a partir de un explosivo descubrimiento que provoca un viaje transformador.

¿Cuál fue el origen de la historia de Como el mar?

-Hace unos siete años yo tomaba clases de guion con Gustavo (Gersberg). Y a raíz de algo que le había sucedido a una compañera mía del secundario (algo lejano, con un aura parecida, pero no esta misma historia) le pedí a Gus que escribiera una obra sobre el tema para hacerla en teatro. Él me miró como diciendo “escribámosla juntos, ¿para qué venís a este espacio?”. Nos embarcamos y hasta tenía sala (se iba a hacer en Hasta Trilce) y fecha de estreno.

En ese mismo momento me convocó Nicolás Gil Lavedra para hacer el unipersonal de Ana Frank. Estuvimos un año entero haciendo giras y funciones sin parar, cuatro veces por semana. Pospuse la obra, pero reapareció con el deseo de que sea una película. Y como con Nico ya teníamos un vínculo muy hermoso, y él tiene una sensibilidad como director, hombre y persona muy particular, decidí presentársela a él, Primero dijo que no. ¡Se hizo desear un poquito! Después aceptó. Hasta llegar a este estreno.

-En salas, además. Y en un momento bisagra del cine argentino.

¡Es la resistencia! Haber filmado, volver realidad los sueños fuera del cliché y llegar a estrenar en salas es todo un gesto. Especialmente en este momento que estamos viviendo con la cultura en riesgo, donde pareciera que lo menos importante es estrenar una película en el cine y que la gente vaya a una sala.

-¿Cómo advertiste que esta historia tenía elementos para transformarse en una película?

Buena pregunta… Creo que hubo algo de capricho (Risas). Como que me dije: “¡Ay! Mejor que sea película”. A partir de allí hubo cambios para convertirla en una película. Pero ya desde su origen siempre tuvo algo audiovisual. La obra teatral tenía cinco actos, pero era todo con pantallas atrás. De hecho, cuando tenía 17 nos fuimos con Gustavo a Cabo Polonio a filmar escenas para poner en la pantalla para la obra.

-¿De qué trata Como el mar?

El secreto que encierra la película es una excusa para lo que realmente importa, que es el viaje de ella. Es una road movie en tanto es el viaje de ella. Pero no un viaje de transformación sino de aceptación.

Ellas arrancan con un tipo de vínculo y terminan con otro, pero no porque haya una etiqueta, como “ahora es mi hermana” o “ahora es mi madre”, sino que aparece algo que es lo que realmente importa, que es la verdad. Cuando uno puede vivir desde la verdad es libre. Y en este caso la libertad es saber qué identidad tiene uno: lo más cercano a la identidad de uno es la libertad. Esta película es una búsqueda de la identidad. De preguntarse de quién soy, quién me rodea, con quién quiero seguir estando.

-Es esencialmente una historia sobre la identidad.

Sí. Y sobre cómo se ponen en tensión los vínculos. En los vínculos suelen aparecer los extremos: es blanco o es negro, mamá buena o mamá mala… Pero en el medio hay un mundo de grises… Hay tantos vínculos como personas en el mundo. Entonces la película se plantea por qué todo debe tener un nombre perfecto. No existe la etiqueta exacta: hay distintos modos de vincular. Así como también distintos modos de maternar.

-¿Cuánto hay de vos en Azul, el personaje que componés?

Inevitablemente cuando una escribe una pieza pone mucho de sí misma. Y cuando la actúa también. Los actores intentamos separarnos lo más que podemos, pero sigue siendo nuestro cuerpo. Y como guionista, siguen siendo mis palabras. Pero hubo mucho trabajo obrero con Nico de sacar mucho de Zoe. Porque Zoe es muy políticamente correcta: es raro que me veas de mal humor o contestándote mal.

Hubo que ir a ese lugar adolescente, recordar esa etapa y remover ahí, en esa instancia en la que contestás mal, estás todo el tiempo a la defensiva, todo es un montón y todo es la mayor tragedia de tu vida. Hubo un camino inverso de tratar de sacar a Zoe y poner a esta adolescente que le chupa todo un huevo.

-Por momentos, pese a que ella es la más chica de las dos, en relación al personaje de Sofía Gala, parece la más adulta.

¡Totalmente! Y también fueron decisiones. A la adolescencia y a los jóvenes se la subestima un montón. En el Festival de Málaga, al terminar la película se acercó una espectadora y me consultó por qué Azul reacciona así y no empieza a gritar y a romper todo. Eso es lo obvio, lo que esperamos de un adolescente. Pero también uno puede tomar las cosas de otro modo, que no siempre sea solo por instinto. Hubo un trabajo muy interesante en poder correr al adolescente del rebelde, del que siempre reacciona.

-¿Qué implica para vos el tema de la identidad?

Es algo tan importante… sobre todo en estos días, cercanos al 24 de marzo. Es una búsqueda que se construye a partir de uno y se completa a través de los otros. Por eso, en esta película Azul no puede construir su identidad sola. Necesita de Paula, de su familia, de la gente que la quiere y que la rodea. A veces no hay tanta gente, sino solo la persona que tenés enfrente. Si no perdonás, o no aceptás lo que tenés enfrente, te quedás solo.

En lo personal, es un tema que siempre me conmovió mucho desde mi adolescencia. Creo que todos seguimos buscando nuestra identidad hasta el día en que nos morimos. Incluso capaz después de la muerte, ¿quién sabe? Es un tema que me atraviesa a nivel personal. Con Nico y Gusti acabamos de terminar de filmar un documental sobre los Vuelos de la Muerte de la dictadura, que se estrena este año.

Siento que también, en algún punto, contar el viaje de un adolescente en búsqueda de su identidad es también tocar otros tipos de identidades. Quién sabe, capaz que alguien ve eso y empieza a averiguar sobre quién es su padre, madre o sobre sus orígenes.

Como el mar fue premiada en Miami, donde tuvo su estreno mundial y se exhibió en el recientemente terminado Festival de Málaga. ¿Qué devoluciones encontraste allí, que nuevas miradas te devolvieron esos públicos que vos no habías advertido sobre la película?

Es eso es muy interesante. En Miami ganamos el premio a mejor película de la sección Panorama Latino. En Punta del Este ganamos el premio del público, que es muy especial. Después fuimos Málaga… Son públicos muy diferentes. En Miami la gente se reía un montón. La película tiene muchos tonos de comedia, pero no lo esperábamos. Allí entendí que los espectadores completan la experiencia de hacer una película, le terminan de dar el sentido que uno le buscó como realizadora. De pronto, en un momento, soltás y la película es de la gente, de los espectadores y ahí se completa esa experiencia psico-mágica.

En cambio, en Málaga hubo mucha gente lagrimeando, llorando, preguntando por qué la protagonista reacciona así o por qué les impactó mucho más el tema de la identidad y de la maternidad.

-¿Qué pensás que puede ser más llamativo en Argentina?

El tema de la identidad y de la maternidad. La película habla de la maternidad deseada y no deseada. Busca entender a las mujeres que no desean ser madres y que tuvieron que serlo igual. A nosotros, los argentinos, nos convoca y nos toca de cerca porque siguen siendo temas que hoy, aunque parezca loco, seguimos discutiendo. De pronto todo se puso en riesgo, no solo la cultura: tambuén el aborto legal, seguro y gratuito, los ministerios, la defensa de la mujer. En este momento en donde todo está tan en riesgo y pareciera que tenemos que volver a hablar un montón de temas, viene una película de nuevo a decir: “Che, la maternidad no es un mandato”. No puede ser un mandato, tiene que ser un deseo.

Yo no soy madre, pero las personas hacemos lo que podemos. Y lo que me gusta de esta película es que no se juzga a Paula por lo que pudo y por lo que no pudo. La cámara acompaña, las acompaña, abraza, entiende y escucha. Pero no juzga a los personajes.

Julia Montesoro

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