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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Lucía Lubarsky presenta «El silencio de los hombres» en el ciclo Directoras Argentinas, que organizan Género DAC y GPS Audiovisual, el martes 26

El martes 26 se presenta El silencio de los hombres, el impactante documental de Lucía Lubarsky, en el marco de Directoras Argentinas, el ciclo de grandes estrenos nacionales dirigidos por mujeres que está organizado por Género DAC y GPS Audiovisual y que se presenta cada martes a las 19 hs. en el Cine Arte Cacodelphia.

Estrenado mundialmente en la edición 2023 de La Mujer y el Cine, El silencio de los hombres es una producción de Motoneta Cine que fue seleccionada finalista del XI Premio Sebastiane Latino, que se entregó durante la 71ª edición del Festival de San Sebastián.

Recoge los testimonios del padre y el hermano de la directora, y de otros varones cis, gay y trans, de distintas edades, procedencias, profesiones y ocupaciones, indagando en los miedos, complicidades, contradicciones y violencias que viven como varones. Participan Marcelo Lubarsky, Valentín Lubarsky, Andrés Beil, Gabriel Camacho y Emmanuel Valentino Fernández.

-El silencio de los hombres desafía las normas tradicionales y los estereotipos que rodean a los hombres, y cuestiona los mandatos familiares y sociales. ¿Qué te impulsó a hacer este documental?

Inicialmente tiene que ver con una especie de hijo de época. Después de tanto transitar los feminismos, preguntándonos nuestros roles y los lugares que hemos ocupado -y los que ya no queríamos ocupar-, tanto para mujeres como para disidencias hay un lugar que queda vacío, silencioso, que tiene que ver con lo que está pasando en los hombres con este reordenamiento.

Muchas veces nos encontramos con ese eco, un eco silencioso. Yo me lo preguntaba en términos políticos. Pero también en términos personales y emocionales me interesa saber que tránsitos se estaban dando en los varones. Qué preguntas estaban emergiendo en este contexto de los feminismos, de dislocar de ciertos lugares, de poder abordar otros nosotras, de repreguntarnos y problematizar e interpelar un montón de lugares. Entre ellos también nuestro deseo y nuestros mandatos.

Por espejo, empecé a pensar qué estaba pasando en el mundo masculino. Un punto de partida, que me parecía muy interesante para pensar, tenía que ver con el núcleo de mi propia familia, con cuestiones que estaban enquistadas ahí, que también creo que son bastante fáciles de identificar en otras familias.

-¿Se fue modificando el eje principal o el objetivo inicial del documental en el curso del rodaje?

Está buena esta pregunta: se fue modificando muchísimo, luego de un laboratorio bastante largo que hicimos en Género DAC con Bárbara Sarasola-Day y Natalia Smirnoff. Cuando ingresé a ese taller, que duró tres meses, la película iba a ser una y cuando salí reescribí la película por completo.

Entre otras cosas entró mi familia, que era algo a lo que me resistía muchísimo. Entró mi propia voz, en una presencia un poco más explícita y marcada de creación. Entró mi biografía a partir de la insistencia de mis compañeras y de las coordinadoras: por la motivación que yo traía, me decían que había algo muy importante ahí a lo que yo me estaba negando. Luego ingresó la historia de mi familia, que es la fibra medular de la película.

Siempre estoy agradecida a ese tránsito. Sí, filmando la película por supuesto que se fue modificando. De alguna manera, en cada una de las escenas y las cosas que podemos llevar adelante y las que no, hubo muchos movimientos que se pusieron de manifiesto en el montaje. Lo vi más claro en las decisiones que tomamos en montaje de cómo fue cambiando el relato de la película.

-¿Tenías previsto que podías recalcular el eje del documental, que no sucedieran las cosas que buscabas?

El proceso del documental siempre es como una puesta en abismo. Hay una hipótesis que se pone en marcha y que empieza a jugar, pero después está la realidad. Siempre estés despierta ante lo que sucede.

Tenía temor de que ciertas cuestiones de confianza o de entrega de los protagonistas no sucedieran como ocurrió. Fue muy interesante cómo se fueron abriendo y cómo fue el proceso de ir acompañándolos. Esto permitió que cada vez se fueran abriendo distintas dimensiones de su vida privada.

-¿Cómo preveías el riesgo del encuentro familiar?

En parte me sorprendió la apertura de mi familia, que era uno de los espacios que me parecía más complejo. Entendieron que me acerqué a ellos desde otro lugar, como documentalista, con otras preguntas y con un dispositivo documental. Es cierto que pensé que había algo de esa cuestión artificiosa que podía llegar a interrumpir. Sin embargo, fue todo lo contrario. Hubo una propuesta casi lúdica de volver sobre ciertos lugares que quizás no estaban tan transitados y en función de eso fue como un abrir cajas. Vi que tanto mi viejo como mi hermano empezaron a tener conversaciones y explorar hacia atrás. Pusieron de manifiesto, sobre la mesa, cosas que no habían hecho nunca en 35 años. Ese tipo de cuestiones me parecieron muy llamativas. Como los movimientos que suceden cuando se termina de filmar, cuando se apaga la cámara. La película intenta reponer un poco con unos dispositivos que tienen que ver con charlas posteriores y anteriores de filmar ese remanente que queda.

El encuentro documental tiene mucho de químico. Hay algo que a veces pasa que es remanente y que sucede después de que se apaga la cámara. Hay algo de eso que me parecía interesante traer: ese diálogo que queda en las personas que fueron parte de una situación fílmica y lo que se despierta de esa situación.

-¿Qué fue lo que más te sorprendió del encuentro con lo inesperado?

Si tengo que pensar en cuestiones que me sorprendieron, vi muchos varones con deseo y necesidad de hablar ante las preguntas más incómodas. En realidad, se encontraban abriendo lugares: en muchos casos nos dijeron que era la primera vez que hablaban de ciertos temas. En momentos casi hasta nos han agradecido las charlas. En ese momento pensás que la otra persona fue la que se abrió de una manera confidencial ante individuos que no conocen. En el fondo siento que hay mucho ostracismo y soledad frente a estos tabúes o lugares que de alguna manera no están tan ventilados de la experiencia para los varones. No de la experiencia de la masculinidad, sino de las personas que son varones, que supuestamente no están habituados a ser expuestos a ese tipo de emociones (situaciones, miedos, incomodidades, incertidumbres y no saberes). Hay un montón de lugares que creo que son muy poco compartidos, como no saber si llego a fin de mes, todo lo que tengo que saber de la paternidad y no sé, todo lo que me cuesta sostener y no lo quiero hacer más.

Sentí como un cierto alivio de algunos varones grandes en poder hablar de algunas cosas.

-Quizás los jóvenes estén un poco más acostumbrados o entrenados. En cambio, un hombre más grande tiene otra cultura y educación. ¿Es una película para hombres? ¿Por qué un hombre debería verla?

Recientemente tuvimos una proyección y una charla en un neuropsiquiátrico para un equipo multidisciplinario, en el que había bastantes varones. Les conté que una de las cosas interesantes que me pasó en la película es que la ven muchos varones y la comparten con amigos o con sus parejas.

Si yo hubiera hecho una película para las mujeres que quieran llevar a sus novios, sus hermanos o padres sentiría que hay algo que no se cumplió. Lo que me sorprende es que se comunique con nosotros un montón de varones, que dicen que quieren ir con su amigo o que quieren llevar a su papá.

La película tiene sin duda una mirada crítica, pero a la vez una pregunta genuinamente interesada respecto de la experiencia masculina. No es una mirada punitiva. Se ve en los protagonistas de la película. Y ahora lo veo reflejado en los espectadores.

-La experiencia prosigue después de las proyecciones. ¿Qué te devuelven los espectadores?

Un montón de varones nos escriben en Instagram y nos agradecen la película. O nos dicen que quieren ir con amigos. Eso me sorprende: no sabía que iba a suceder. Es una de las cosas que más me alegra: que a los varones -y especialmente a los hombres grandes- también les interese verla.

Julia Montesoro

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