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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Juan Segundo Alamos, productor de 36 Caballos: «Las plataformas le dan una sobrevida a las películas»

Juan Segundo Alamos, cofundador de la productora 36 Caballos junto a Iván Moscovich e Ingrid Pokropek, describe los desafíos profesionales de encarar la producción de un proyecto audiovisual, la financiación, la relación con los directores y las posibilidades que ofrecen las plataformas de streaming a las películas independientes.

Hoy por hoy, el mayor desafío es la financiación del proyecto –resume Alamos, quien egresóen 2019 como realizador audiovisual de la Fundación Universidad del Cine aunque se dedicó a la producción-. En 2023 estrenó Cambio cambio, de Lautaro García Candela y en 2024 tiene prevista la presentación de Los tonos mayores, ópera prima de Ingrid Pokropek. Además es coproductor del corto Un movimiento extraño, de Francisco Lezama, seleccionado para el Berlinale Shorts 2024.

-¿El trayecto de una película termina en el estreno?

No. ¿Cuándo termina el estreno? Una película se estrena en un festival, que por supuesto, es un momento muy gratificante, pero hay un trabajo detrás. Sobre todo diseñando y llevando a cabo ese recorrido por festivales. La idea es que a una película la vea la mayor cantidad de gente posible. Donde sea, cuando sea, de la manera que sea. Idealmente en salas, por supuesto. Es un trabajo largo que comienza un poco antes del primer estreno y que dura unos cuantos años. Uno es un poco un padre de cada película que hace porque es una relación que no termina nunca. Pienso en Cambio cambio, la película de Lautaro (García Candela). Hace un año se estaba estrenando en festivales y un año después sigue haciendo ese recorrido. El proceso sube y baja en intensidad, pero no termina nunca. Hay una fecha de comienzo, pero siento que no tiene tanto una fecha de fin. Todas las posibilidades de pantallas que hay alargan la vida de las películas.

-¿Cómo se determina la decisión de incorporar un proyecto? ¿Qué priorizan ahí?

De todos los factores posibles, tomo dos: primero que me interese el proyecto. Cuando digo que me interese no solo hablo de la historia y las cuestiones formales -que es importantísimo-, sino también que me atraigan las dinámicas de producción que podrían conllevar. Es decir, que me interese el trabajo que ese proyecto puede llegar a proponer.

Por otro lado, nosotros somos una productora joven (36 caballos se fundó en 2021) y en un contexto cada vez más adverso. Entonces, ¿qué tan factible es para nosotros poder llevarlo a cabo? Buscamos proyectos que de alguna manera impliquen un desafío, pero también que los podamos concretar. Hay películas que por la dinámica o la estructura que requieren preferimos dar un paso al costado. Nos interesan otros proyectos a lo mejor más asequibles para nuestra estructura y que al mismo tiempo representen desafíos que nos parezcan interesantes. Es un balance entre dos elementos: el desafío y el compromiso de que se puede llevar a cabo.

-Hacer proyectos posibles, ¿no? Sobre todo, en este contexto, donde hay tantas dificultades para llevar adelante un proyecto.

-Sí, dificultades e incertidumbre son un ingrediente extra. El futuro es incierto. No se sabe las posibilidades que se va a tener para producir el año que viene, en un mes, dos o en dos años. Siento que la incertidumbre es el factor más desestabilizante a la hora de tomar esas decisiones.

-Hay quienes dicen que la principal misión de un productor es gestionar las expectativas del director. Teniendo en cuenta tu cercanía generacional y de vínculo con los directores con los que trabaja 36 Caballos, ¿cómo manejás la relación?

Hay algo de eso. Al menos como lo pensamos nosotros, tanto Ingrid (Pokropek), Iván (Moscovich) como yo, la idea es integrar al director dentro de la dinámica de producción que se va a elegir para su proyecto. Es una decisión en conjunto. Es diagramar en conjunto las expectativas o, sobre todo, la estrategia. Lo fundamental es arrancar la producción de una película alineados. Eso le facilita al director su trabajo porque sabe con qué herramientas va a contar, en qué tiempos, qué dinámica y qué equipo tenemos. Eso es mucho mejor para la película que si todo el tiempo el director se está encontrando con sorpresas, frustraciones y expectativas que no son cumplidas. La mejor estrategia es estar en una misma hoja y alineados.

-¿Siempre se da ese alineamiento? Porque a veces las pautas para llevar adelante un proyecto pueden no coincidir con lo que espera un director o una directora, ¿no?

Sí. También surgen los imprevistos en un rodaje. El cine tiene eso: uno planea una cosa y en el rodaje uno se encuentra con la realidad, que siempre termina siendo para mejor o para peor. Obviamente nosotros también nos encontramos abiertos a estos posibles cambios, a las novedades, porque lo consideramos como algo intrínseco de la dinámica de un rodaje. Uno sabe que por más que tenga todo diagramado en detalle, el plan va a alterarse, romperse o cambiar. Hay que gestionar esa expectativa o, al menos, estar abiertos de ambas partes a llegar a nuevos acuerdos. Siempre hay que tener en cuenta que el resultado final para todos es el mismo: que la película se termine de hacer lo mejor posible.

Creo que el problema es cuando el director… (pausa larga) tiene expectativas por encima de las posibilidades de producción y lo que termina pasando es que ese resultado se ve en imagen. Cuando te das cuenta de que la película quería ser una cosa y por limitaciones de producción, no lo puede ser. Eso se ve como espectador. Cuando observa que faltan escenas, que no está bien contada o que faltan locaciones y extras. Siento que es un problema evitable -o por lo menos maleable, desde la preproducción del proyecto.

-¿Cómo equilibrás la visión creativa de los directores y los aspectos prácticos de la producción, como el presupuesto, la distribución y la llegada al público?

Es caso a caso. Uno parte de un guion, una idea y un director. Va viendo qué desafíos implica en ese guion y la mejor manera para poder sortear cada uno de ellos. Después ocuren casos donde no puede ser resuelto de la manera que el director quiere o, para hacerlo, debería sacrificar otra cosa. ¡Es un tire y afloje! Es una negociación constante. Es pensar qué pierdo para ganar otra cosa.

Tradicionalmente el rol de productor está ligado a conseguir dinero o recursos para filmar una película. ¿Y qué pasa con las decisiones artísticas?

Insisto: la estrategia de producción que uno elige para cada película afecta directamente al resultado final de la misma. En la medida que el director lo permite, todo el tiempo estamos participando de lo que uno ve en imagen. En todos nuestros casos han sido muy abiertos con las decisiones. También ocurre que somos bastante amigos de los directores con los que solemos trabajar. Entonces, la posibilidad de charlar siempre está. No solo nos abocarnos a tablitas de Excel sino también a participar activamente en los términos artísticos de la película. Lo hemos hecho en Cambio, cambio y Los tonos mayores y lo seguimos haciendo.

-Con el auge de las plataformas de streaming y los cambios en los modelos de distribución, ¿cómo ves el futuro de las películas independientes?

¡No! Yo de futuro cero. Es de lo último que puedo hablar. Toda pregunta que incluya el futuro voy a tender a esquivarla. Pero puntualmente las plataformas son el presente. Y creo que les dan una sobrevida a las películas que, sobre todo, para el cine independiente es muy importante. Está la idea que si en una semana no llegás a una “x” cantidad de espectadores salís de cartelera. En el proceso competís con Napoleón, Martin Scorsese y Los juegos del hambre, lo que hace que sea muy hostil la exhibición de una película. En ese aspecto, siento que las plataformas le dan una especie de segundo round, que muchas veces termina saliendo muy bien. En ese caso soy proplataforma. La idea con nuestras películas es que luego del estreno comercial puedan pasar a las plataformas porque la intención es que la pueda ver la mayor cantidad de gente posible. Obviamente, preferimos el público en una sala, por muchas cuestiones, pero sentimos que las plataformas también son una gran posibilidad.

 Julia Montesoro

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