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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Candela Vey y Martín Pereira, autores del libro «Por ser mujer»: «Vlasta Lah sufrió críticas feroces por ser directora en un mundo de hombres»

Por ser mujer, la biografía de Vlasta Lah es el reciente libro de Candela Vey y Martín Miguel Pereira sobre la primera mujer en dirigir un largometraje sonoro en Argentina (Las furias). Después de siete años de investigación, los autores publicaron la biografía personal y profesional de la realizadora, con prólogo de Paula Felix-Didier y Fernando Martín Peña y editada por Ediciones del Camino, que obtuvo la primera mención en el Concurso de Ensayos Domingo Di Núbila, organizado por la Asociación Argentina de Estudios sobre Cine y Audiovisual (AsAECA).

-¿Cómo surgió la idea del libro?

Vey: El proyecto Vlasta Lah nace en 2015 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA apenas como un esbozo para un futuro proyecto de investigación sobre las pioneras del cine sonoro en Latinoamérica. En ese momento no se sabía nada de Vlasta Lah, sus películas ni siquiera estaban disponibles, pero pudimos acceder a ellas en la videoteca del Instituto Gino Germani en una computadora en mala calidad, como se pueden ver actualmente en Youtube. Al año siguiente, ya metidos en la investigación propiamente dicha, acudimos al Museo MAR en el marco del 31° Festival de Cine Internacional de Mar del Plata y pudimos ver proyectada en 16 mm Las furias, el primer largometraje sonoro de ficción dirigido por una mujer en Argentina. Esa fue la última vez que Fernando Martín Peña pudo proyectar la película: es la única copia que existe y actualmente está deteriorada, en estado improyectable.

-¿Cuál es la estructura del texto?

Pereira: Parte un texto previo que escribimos, La escasez de fuentes en el caso Vlasta Lah, que obtuvo la primera mención en el Concurso de Ensayos Domingo Di Núbila y fue publicado tanto en la página del Festival de Mar del Plata como en la revista académica Imagofagia de Asaeca. A partir de allí, durante la cuarentena nos pusimos en contacto con una sobrina nieta de Vlasta Lah, que vive en Italia y ni siquiera sabía que su tía abuela era la primera directora de un filme sonoro argentino. Ella nos compartió una valija llena de cartas y documentos que nos permitieron escuchar la voz de Vlasta: lo que ella sentía, lo que pensaba y todo lo que le había costado llegar a dirigir. De esta manera pudimos tener acceso a una fuente clave.

-¿Cuáles fueron las dificultades que atravesaron?

Vey: No hubo para escribir el libro, pero sí para investigar a Vlasta Lah, porque desde 2015 nos topamos con más dudas que certezas y un puñado de incógnitas. Sirvieron de motor primero para pensar en la realización de una película documental titulada Vlasta, el recuerdo no es eterno, que actualmente está en etapa de preproducción y que fue seleccionada para la competencia Work in Progress en el 37º Festival de Mar del Plata. El impulso para sacar a Vlasta Lah de las sombras, de ser una gran olvidada de la historia del cine argentino y mundial, hizo que a partir de la película surgiera el libro.

-¿Qué testimonios creen que le agregaron valor a la investigación?

Vey: A partir de la breve biografía publicada sobre ella en el libro Homenajes, escrito por Daniel López, nos pusimos en contacto con él para cruzar información. Nos contó que había intentado buscar al hijo que tuvieron Vlasta y Catrano Catrani (también director y productor), pero no tuvo éxito. Entonces nos propusimos lanzarnos a una búsqueda exhaustiva. En 2019, a través de las redes sociales, encontramos a Matías, nieto de Vlasta (hijo de Víctor Catrani), quien nos facilitó el contacto de su padre, residente en Novara, Italia.

Contando los pesos hicimos un viaje hasta allí y le realizamos una entrevista de tres días a Víctor. El nos contó la historia familiar: la llegada de sus padres a la Argentina, tras el inminente estallido de la Segunda Guerra Mundial y la posibilidad inmediata de trabajar en los Estudios San Miguel a comienzos de la década del 40. Allí, Vlasta Lah fue la asistente de dirección más experimentada, gracias a su formación en el Centro Sperimentale de Cinematografía de Roma a los comienzos de la década del 30. Nos contó un montón de anécdotas de los rodajes de las películas del período clásico argentino en los que Vlasta había asistido a los principales directores.

Pero lo jugoso no terminó en la entrevista al hijo: durante los primeros meses de la pandemia pudimos contactar a más familiares de Lah, que además de facilitarnos las cartas que estructuran el libro, nos fueron contando detalles sobre una mujer que tenía muy claro su intención de dirigir ya desde la época de estudiante de cine en Italia, que lo había intentado en varias oportunidades pero que recién pudo lograrlo en 1960 con Las furias, en la que reunió a las principales figuras femeninas del cine argentino. Participaron nada más ni nada menos que Mecha Ortiz, Olga Zubarry, Elsa Daniel, Aída Luz y Alba Mujica.

-¿Qué mirada o idea sobre ella descubrieron a partir del libro?

Pereira: Fue muy interesante descubrir la autoconciencia que tenía de su rol de mujer en un mundo de hombres, eso nos hizo repensar sus películas. Otro hallazgo fue leer de su puño y letra lo que ella sentía, que no había nacido solo para ser madre y ama de casa, sino que su destino estaba en el cine. Gracias a eso entendimos que no fue casualidad que haya sido la primera directora del cine sonoro argentino, una auténtica pionera.

Vey: Luego de años de investigarla, de analizar su vida y obra, nos dimos cuenta que ella tenía muy claro desde su juventud todo lo que le iba a costar la vida por su condición de mujer. Esto, que es central para el análisis con perspectiva de género, lo pudimos atestiguar en su invisibilización en la historia del cine.

Cada vez que leíamos lo poco que había escrito sobre ella se la mencionaba como “la esposa de”, “la colaboradora en las películas de su marido”, cuando en realidad había sido la asistente de dirección de Mario Soffici, Luis Saslavsky, Carlos Schlieper, Homero Manzi, Ralph Pappier y Hugo Del Carril, entre otros y se había cargado al hombro escenas que algunos de estos directores se las confiaban a ella dada su enorme experiencia.

Ella sufrió la pérdida de su apellido de soltera por el de Catrani, las feroces críticas machistas recibidas por sus dos películas, el borramiento de su figura entre los directores que conformaban la llamada “Generación del 60” -aunque compartía la misma estética de sus contemporáneos- y tantas otras injusticias. Como aquella entrevista que le realizó el diario La Razón en 1960, a raíz del estreno de Las furias, en la que le preguntaban por qué había tardado tanto en llegar a dirigir una película y Vlasta respondió: “Por ser mujer. Si no, hace diez años que estaría filmando. Hace diez años que estoy en condiciones de hacerlo.”

Claudio Marazzita

Crédito foto principal: Flope Velozo

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