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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

María Laura Cali estrena «Sebastián Moro, el caminante»: «Dar a conocer su historia es resignificar la memoria a través del cine»

En noviembre de 2019, el periodista mendocino Sebastián Moro fue hallado seminconsciente en su domicilio en La Paz, Bolivia. Por esos días se vivían horas de tensión y violencia política, en medio de una asonada contra el gobierno de Evo Morales. Tras pasar una semana en coma, Moro murió en una clínica de la capital boliviana. La versión oficial estableció que su muerte se debió a un ACV. Pero su cuerpo tenía signos de violencia.

La directora y actriz María Laura Cali abordó la línea del documental para reflotar el caso. El resultado es Sebastián Moro, el caminante, que se estrena el jueves 1 de junio en el Cine Gaumont (con funciones diarias a las 12.15 hs, 16 hs y 20 hs en Sala 3) y a partir del domingo 4, todos los domingos de junio a las 20 hs en el Malba.

La película tendrá su preestreno el domingo 28 a las 16.30 en el Cultural San Martín, integrando la Competencia Oficial Largometrajes Internacionales del 12º Festival Internacional de Cine Político, con entrada libre.

-¿Cuándo tuviste la primera referencia sobre Sebastián Moro?

Llegué a Bolivia en octubre de 2019 presentando mi anterior documental, Los ñoquis, crónica de una resistencia presente. Tuvimos un encuentro precioso en la radio, muy emotivo. No conocía su historia, no sabía que era de Mendoza ni que su papá había vivido en San Luis, ciudad donde nací yo. Tuvimos muchas coincidencias. Quedamos en volver a reunirnos sin imaginar todo lo que iba a ocurrir después.

Si bien cuando presenté mi documental se sentía un desgaste en la sociedad, con la fuerza de la oposición pujando por tomar el poder, no imaginé la violencia que iba a suceder. Inclusive fui a El Alto, donde Evo Morales hizo el cierre de campaña. Fue muy claro el discurso de Evo ese día. La gente después de 13 años de gobierno no tenía noción de lo que le podía llegar a suceder con las políticas neoliberales. Yo venía de la Argentina, con cuatro años de esas políticas y pensaba “que escuchen, que escuchen”.

-¿Quién era Sebastián Moro?

Era un periodista mendocino especializado en derechos humanos, que trabajaba en Radio Nacional de Mendoza. En 2018, por las políticas que venía implementando el gobierno de Mauricio Macri, fue relegado en sus funciones. Eliminaron todos los informes que él había hecho de los juicios de lesa humanidad -eran como 250- y lo mandaron a manejar redes sociales. El se sintió sumamente humillado. Y decide irse a Bolivia porque estaba enamorado del proceso de cambio. Allá ingresa a trabajar como jefe editor de prensa rural de la CSUTCB, la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia, que cubría todo el campesinado y los pueblos originarios y era el bastión más importante del gobierno de Evo Morales. Paralelamente, también tenía un programa de radio.

-¿Qué te decidió a pensar que su historia podría ser tema de un documental?

La necesidad de devolverle la voz: se la quitaron en Mendoza y se la quitaron con la vida en Bolivia. El no pudo contar su historia, no pudo seguir luchando o diciendo su verdad. A través de una amiga en común, Gloria Beretervide, corresponsal argentina en Bolivia, me enteré primero que habían perdido contacto con él y luego que lo encontraron desvanecido. Cuando nos enteramos del fallecimiento fue un shock. Lo encontraron con golpes en su cuerpo. No imaginamos que podía ser blanco de un ataque.

Se fue transformando en un documental a partir de que le transmito mi idea a Marcelo Schapces, mi pareja, productor de larga historia, propietario de Barakacine. Me dijo que esta historia debía ser contada. Gloria me apoyó y me contactó con la familia. A partir de ese impulso fui a Mendoza. Accedí al informe, a los audios, a toda la investigación. Leí el material que tenía Sebastián como periodista.

-¿Tenías en carpeta otros temas y los dejaste de lado para dedicarte a este documental?

Sí, fue así. Tenía en carpeta un documental más personal, sobre mi historia y mis raíces, y este tomó todo mi tiempo y mi energía. Inclusive tuve que dejar la actriz también de lado -soy también actriz-. Cuando llegó la pandemia en marzo de 2020 nos ocupamos de la escritura el guion con Marcelo. Convoqué a Carmen Guarini para que nos hiciera un asesoramiento. Recién ahora lentamente estamos retomando el otro proyecto, con Carmen de coguionista.

-¿Cómo fueron las distintas instancias del rodaje?

Fue un proceso largo que paralelamente también implicó la búsqueda de fondos, de financiamientos, de filmación, de posproducción, de edición. El equipo es extraordinario, desde los grupos de rodaje hasta la edición y la música, que elegimos con Cergio Prudencio.

En paralelo, la familia empezó a pedir justicia. Cuando llegamos a Bolivia coincidimos en que ellas tenían que viajar a declarar a la causa y lo sumamos al documental.

-¿Qué nueva significación le diste al caso Sebastián Moro a partir de haber realizado el documental?

La causa está frenada. Por otro lado, la visibilidad que se dio al caso en los medios es muy escasa. Nos dimos cuenta que dar a conocer la historia de Sebastián, a través de un documental con un carácter más bien cinematográfico, implica la necesidad de la industria propia, de resignificar la memoria a través del cine. No sabemos muy bien por qué son historias que no están visibilizadas, pero la película es una herramienta también para la familia, para lograr justicia.

-¿En qué sentido la historia de Sebastián Moro te interpela en lo personal?

Me interpela porque podría ser yo o cualquiera de nosotros. Eso me impactó muchísimo. El es un chico cualquiera. Que defiende sus ideas, que lucha por decir la verdad a través del periodismo a través de la escritura de su pluma. Y le dio voz a mucha gente, tanto en Mendoza como en Bolivia.

-¿Qué elementos en común encontrás entre su búsqueda y la tuya?

El es un chico de provincia que se tuvo que ir a Bolivia. En mi caso, me vine de San Luis a Buenos Aires cuando era muy pequeña, con lo que eso implica cuando uno elige una carrera artística, como insertarte en un medio desconocido sin tener relación con nadie. Mi padre era médico y vivía en España; mi madre era maestra. Me vine sola a descubrir y tratar construir una carrera propia, primero como actriz y después como realizadora.

Me sentí muy cercana a su propia problemática. El estaba pasando una crisis personal, además, porque era un comunicador comunitario, le pagaban muy poco y en sus audios dice “estoy cansado de vivir así, no sé si voy a dejar el periodismo”. Yo pasé por eso muchísimas veces, porque la carrera artística es inestable. Sé lo que es tratar de construir un camino propio con recursos solo propios. Eso me acerca mucho a él.

-Teniendo en cuenta que el proceso continúa, ¿en qué momento decidiste poner un final al documental?

¿Viste que se dice que las películas no se terminan sino que se abandonan? ¡Es muy real! El material era enorme, la edición de Camila Menendez fue gigante. Además tuvimos el asesoramiento de Alejandra Almirón, porque con tanto material y tanta información necesitaba una mirada externa. Pero hubo un momento en que lo sentí en el cuerpo. Cuando percibí el límite tomé decisiones, aunque por ahí Carmen o Ale no estaban de acuerdo. Pero este proceso, en esta instancia de mi vida, sentí se había concluido de esta manera.

-¿Cómo definís Sebastián Moro, el caminante?

Como una historia de vida de una persona que lucha por sus ideas. Tomo una frase de Rodolfo Walsh, que incluí en el afiche: representa el violento oficio de escribir.

Julia Montesoro

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