spot_img
spot_img
spot_img

Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Agustina Pérez Rial presenta «Danubio» en Construir Cine: «La película nos hace pensar sobre los procesos de censura y control»

Agustina Pérez Rial presenta Danubio en el Foco Perspectiva del 10º Festival Internacional de Cine sobre el Trabajo Construir Cine, que se llevará a cabo hasta el jueves 18. La ópera prima de la realizadora marplatense se exhibirá el lunes 15 a las 19 hs. en UOCRA Cultura (auditorio Gastón Barral, Rawson 42).

Danubio está situada en 1968, plena Guerra Fría. La inteligencia vigila la “infiltración del comunismo en la cultura”. Mar del Plata es convertida en teatro de operaciones de una militarización creciente. Una mujer rusa acompaña a las delegaciones eslavas en un festival conflictivo.

El Foco Perspectiva comprende con cinco películas que abordan temáticas de género desde diferentes ópticas: Anhell 69, de Theo Montoya; Travesía Travesti, de Nicolás Videla, 1976, de Manuela Martelli, Algo incorrecto, de Susana Nieri y Danubio, que además se exhibe todos los sábados de mayo en el Centro Cultural Kirchner.

-¿Qué significado le asignás a que un festival como Construir Cine haya seleccionado Danubio?

-Creo que este año hay una relevancia especial acerca de los 40 años de democracia, con poder exhibir películas que nos hagan pensar sobre la historia reciente también y sobre la memoria. Esto surgió a partir de las primeras charlas que tuve con la directora del festival Alejandra Marano.

Danubio es una película que hace pensar. Quizás no en la última dictadura, pero sí en los procesos de censura y control. Me parece que en ese sentido permite historizar también cierto tipo de discusiones y ver un poco para atrás. Cada espacio tiene sus públicos y cada público viene también como con sus preguntas particulares y específicas. Y es interesante poder estar ahí, acompañar y responder esas preguntas.

Danubio genera interrogantes sobre los límites de la realidad y la ficción, sobre si ese suceso histórico aconteció o no. Hay mucho en ese umbral.

Danubio se cuenta desde una narradora mujer e inmigrante, que a su vez la protagonista y traductora. ¿Qué te llevó a decidir que la voz fuera femenina?

Por un lado, el corazón de Danubio: es una película hecha de montaje y de mucho trabajo de guion, en el que participamos tres mujeres: Natalia Labaké como montajista, Paulina Betendorff como guionista y yo. Y que nos pasaba cuando íbamos al encuentro de 1968 -la época en que está situada la película-, en pleno onganiato, con Guerra Fría y persecuciones policiales que se hacían a militantes comunistas, es que veíamos que allí había un mundo profundamente masculino. Se hablaba de policías vigilando militantes hombres. O vigilando directores hombres que llegaban del otro lado de la Cortina de Hierro al Festival de Cine de Mar del Plata.

Y a medida que avanzábamos en la investigación nos llamaba la atención la cantidad de militantes mujeres en Mar del Plata. Eran comunistas muy valiosas, que de hecho a veces venían a las entrevistas con sus todavía parejas de esa época, que habían estado sindicados en esos informes de inteligencia, mientras ellas no aparecían porque no eran vistas como peligrosas para la inteligencia. Sin embargo tenían cosas sumamente ricas e interesantes para contarnos. Entonces nos parecía que era un gesto político construir el punto de vista desde un lugar un poco más oblicuo. Que no fuera el de un militante hombre más de esos sindicados. Decidimos trabajar con la única directora en ese festival, que era la soviética Tatiana Lysnova, que además fue también premiada en ese festival, para que ella fuera la acompañante y la traductora. Por esas coordenadas decidimos también que la voz fuera la de una mujer.

-¿Con qué herramientas te encontraste a la hora del montaje y del guion?

Danubio es un collage hecho de materiales de archivos de diferentes naturalezas. Hay archivos textuales que vienen de la DIBA, la Dirección de Inteligencia, que de algún modo operaron como punto de partida para mis ganas de hacer esta película junto a la guionista. También hay materiales audiovisuales de Sucesos Argentinos y de distintas fuentes privadas (como canales de televisión). Y hay una gran zona de la película está hecha con fotografías de Pupeto Mastropasqua, que fue fotógrafo del Festival de Cine de Mar del Plata entre 1959 y 1970.

-En el collage aflora el cine, la política, la censura, el género. ¿Son ejes en los que pensaste desde el inicio o fueron surgiendo a medida que encontrabas nuevos materiales?

Hubo una inquietud inicial, una motivación inicial para la película, que es que yo soy de Mar del Plata y tenía muchas ganas de hacer algo sobre esa ciudad y sobre lo que es como un lado B de esa ciudad. No es solo “la ciudad feliz” o la ciudad vacacional.

En esa primera época del festival, era un poco el cierre de ese momento vacacional de la ciudad porque –se hacía en marzo, no en noviembre como ahora-. Entonces buqué trabajar por un lado sobre la ciudad como una protagonista importante. Después me interesé por la época cuando leí por primera vez los informes desclasificados. El onganiato es una dictadura no tan revisitada desde la filmografía, como sí lo es la última dictadura. Pero sí creo que tanto a nivel cultural como a nivel de los cuerpos -y obviamente su incidencia política- esta etapa fue clave para lo que vino después.

Entonces me pareció interesante revisitar esa época. Estos materiales de archivo me daban una masa crítica muy interesante.

-Yendo al origen del origen, ¿cómo descubriste y accediste a esos archivos?

Danubio empieza en 2016: fueron cuatro años y medio de investigación. A medida que fui avanzando en esa investigación con el equipo, también me di cuenta de cuál era la película que quería hacer. Antes de Danubio tal como existe hoy -este policial thriller de archivos-, hubo otra pieza corta que codirigimos con Natalia Labaké que se llama Los Arcontes, que fue casi uno de esos juegos o consignas de obturaciones que uno le puede dar desde el guion a estudiantes, que es cómo no hacer o hacer con restricciones. Era un

material de muchas filmaciones en Mar del Plata, pruebas con voces eslavas en casting, que yo sabía que no quería usar en el largometraje pero a la vez no quería que terminara en un disco rígido. Entonces con eso hicimos un corto (que está disponible en Cine.ar). Liberada de ese material, nos animamos con hacer una película de archivo.

Danubio se estrenó en Mar del Plata y parte de los espectadores se sorprendió con lo que se cuentan allí, como la persecución a gente o las las listas negras. ¿Qué encontraste allí que no habías advertido?

-Hubo algo muy sorprendente en el encuentro del equipo con los informes y también con personas muy claves en la historia más reciente del festival -como pueden haber sido (José) Martínez Suárez o Fernando Martín Peña-: cuando conocieron el proyecto se sorprendieron de conocer ese material. Esa primera sorpresa de parte de ellos me dio pistas de que entre manos había algo interesante.

Pero también tenía el vértigo de quien no sabía qué forma iba a tomar la película: yo no vengo del cine sino del campo de la comunicación social. Esta podría haber sido una de (Juan José) Campanella o una ficción perfectamente, solo que en el tipo de película que yo quería no estaba eso como horizonte. O sea: ni yo tenía las capacidades para hacer ese tipo de película, ni era lo que me interesaba hacer, por mi misma formación y búsqueda.

Danubio es el resultado del proceso de entender qué era hacer cine como comunicadora, como semióloga, como militante de género, como un montón de cuestiones. Y es hija de todo eso.

Julia Montesoro

Related Articles

GPS Audiovisual Radio

NOVEDADES