El actor y humorista Carlos Balá, de 97 años, falleció el viernes 23 tras haber sido internado la noche anterior en el Sanatorio Güemes de Buenos Aires, luego de sufrir una descompensación. Había nacido el 13 de agosto de 1925 como Carlos Salim Balaá Boglich, hijo de padre libanés y madre croata.
Con más de 60 años de trayectoria artística, en su mayoría dedicada al show infantil, abordó todas las ramas del entretenimiento y fue figura en radio, televisión, cine, circo, y teatro.
Su debut en cine fue en 1963, protagonizando la comedia infantil Canuto Cañete conscripto del 7, dirigido por Leo Fleider y Julio Saraceni. Fue tal el suceso obtenido que un año más tarde realizó Canuto Cañete y los 40 ladrones y en 1965 interpretó Canuto Cañete detective privado, ambas con dirección de Fleider.
Definitivamente incorporado al imaginario popular como un actor de comedias familiares y humorísticas, en 1967 tuvo una única oportunidad de trabajar con Tita Merello: dirigido por Enrique Carreras protagonizó ¡Esto es alegría!
Ese mismo año estrenó La muchachada de a bordo, con dirección de Enrique Cahen Salaberry. Se trataba de la reversión de un título de 1936, en el que encarnó el rol que originalmente había sido asignado para Luis Sandrini.
Un año más tarde participó de Somos los mejores, de Federico Padilla, comedia que buscó aprovechar el envión futbolístico generado por los certámenes mundiales logrados por Racing y Estudiantes de La Plata, con producción de Manuel Antín. En ese mismo 1968 inicó su ciclo televisivo Balabasadas y tres años después, El circus show de Carlitos Balá, que multiplicaron su popularidad.
Recién volvió a filmar en 1976. Entre ese año y 1980 rodó cinco películas dirigidas por Palito Ortega: Dos locos en el aire, Brigada en acción, El tío disparate, Las locuras del profesor, Vivir con alegría y en una participación amistosa y sin figurar en títulos, ¡Qué linda es mi familia!, película en la que también participó Diego Maradona. En 1979 también se estrenó La carpa del amor, dirigida por Julio Porter.
Con Locos por la música, en 1980 comenzó la saga de películas con Enrique Dawi. A esta le seguirían Cosa de locos (1981), Un loco en acción (1983) y Tres alegres fugitivos (1988), en una curiosa recurrencia por asociar a Balá con la locura.
El infeliz afiche promocional de Un loco en acción mostraba a Balá con un arma en la mano (a la manera de James Bond), sosteniendo en una mano tres mujeres en poses provocativas.
En 1987 rodó Los matamonstruos en la mansión del terror, de Carlos Galletini.
No volvería a ser convocado para el cine hasta quince años más tarde. En 2012 reapareció en Soledad y Larguirucho, dirigida por Manuel García Ferré y Néstor Montalbano. Dos años más tarde tendría su última participación en la pantalla grande en Un amor en tiempos de selfies, de Emilio Tamer y Federico Finkielstain.
En 2016, a los 91 años, visitó al papa Francisco en la Ciudad del Vaticano y es declarado en Roma «Embajador de la Paz». El reconocimiento fue otorgado por la Red Voz por la Paz. Asistieron al evento el ceremoniero pontificio, monseñor Guillermo Karcher, el fundador de los Payamédicos José Pellucchi y el creador de la iniciativa solidaria, Odino Faccia.
En marzo de 2019 en el barrio Alberti de Ituzaingó, en Fleming y Bruselas, el arquitecto Ruben Díaz inauguró la obra Arco del Triunfo de Carlitos Balá.