La coproducción argentino-uruguaya Virgilio, de Alfred Oliveri, tuvo su estreno mundial en Culinary Zinema, sección competitiva del 70º Festival de San Sebastián que completan Mibu. La luna en un plato, de Roger Zanuy; La Huella, historia de un parador de playa, de Alessio Rigo de Righi; Xiao shan he (Nostalgia), de Peng Chen y Tsuchi wo kurau junikagetsu (The Zen Diary), deYuji Nakae.
Virgilio Martínez es mucho más que un chef, es un artista. Si bien su restaurante Central en Lima, Perú, es considerado el mejor de la década en Latinoamérica y el número 2 del mundo, y siendo su esposa Pía León considerada la mejor chef mujer del mundo en el año 2021, su trabajo de inspiración, investigación y creación va mucho más allá de estos reconocimientos. Virgilio es un explorador de las diferentes regiones del Perú dando origen al concepto revolucionario del «Mundo en Desnivel», basado en las elevaciones de la tierra, que cambió para siempre la forma en que se ve la gastronomía local en el mundo actual.
Oliveri el fundador de la plataforma de contenidos gastronómicos House of Chef, que a través de cortos, series y largometrajes cuenta historias alrededor de la cocina. En 2018 presentó Tegui: Un asunto de familia, su primer largometraje, en Culinary Zinema, sección a la que regresó en 2019 con La leyenda de Don Julio: Corazón & Hueso. Con Purity (2020) recibió el premio del público en el Festival de Málaga.
“Mis películas van más allá de lo meramente gastronómico, me interesa perseguir historias de cocineros que tengan profundidad de contenido”, describió Alfred Oliveri a Iker Bergara para el Diario del Festival, cuya entrevista se reproduce a continuación.
Los habituales a Culinary Zinema conocen de sobra cuál es el estilo y forma de contar historias de Alfred Oliveri. No en vano, esta es la tercera vez que el realizador presenta una de sus obra en la sección. Se estrenó con Tegui: un asunto de familia en 2018, regresó con Don Julio: Corazón & Hueso en 2019 y, este año, tripite con Virgilio.
“Para mí es un regalo contar con un chef de semejante talla mundial y que, además, esconde tanto detrás. Me interesaba mucho saber de su familia, de su vida, de su forma de pensar…”, explica Oliveri.
Uno de los objetivos de los trabajos de Oliveri es dar a conocer aspectos de los cocineros que públicamente no se conocen. Por eso, la película enseña con cierto grado de detalle la relación de amor entre Virgilio y Pía León, su socia en La Central que en 2021 fue nombrada mejor chef mujer del mundo. “A pesar de que ellos ponen su vida privada permanentemente en un segundo plano, me parecía necesario mostrarlo en la película. Si por nosotros fuera, hubiéramos hecho una comedia romántica”, bromea el cineasta.
Aunque se llama Virgilio, en la película Pía León tiene un absoluto protagonismo. El realizador explica que se debe a que “Virgilio es consciente de que su reconocimiento es fruto del trabajo en equipo y a que
está muy interesado en poner en valor la aportación en su proyecto de la propia Pía y de su hermana Malena Martínez”. Gracias a ello, el documental de Oliveri “refleja en cierta manera el fenómeno que la gastronomía y la sociedad en general está viviendo en relación al lugar y reconocimiento de la mujer en el mundo”.
La grabación del documental de Oliveri coincidió con los últimos coletazos de la pandemia. “Mostrar ese contexto o no, nos generó mucha incertidumbre porque entendíamos que era un tema al que hemos estado sobreexpuestos y que la gente está deseosa de olvidar”. Finalmente, la película mantiene algunas pinceladas. “En mi opinión, el tema de la pandemia está muy bien contado y ubicado en la película. Queda muy armónico en el resultado final y nos permite mostrar el renacimiento de Virgilio”.
Oliveri piensa que con este largometraje su productora “ha dado un salto de calidad y también de riesgo”. En esa evolución, el cineasta opina que “la incorporación de Paz León como guionista ha sido clave. Me ha permitido encarar el rodaje con una mayor profundidad”. Además, asegura contar con un equipo comprometido y fiel al que le está muy agradecido.
El cineasta sabe que existe un debate sobre si un cocinero se puede considerar un artista o no. Según Oliveri, “un cocinero puede considerarse artista cuando su trabajo empieza a tener una representación”. Su conclusión es que Virgilio sí que lo es “porque sus platos son una representación de su tierra”.