Del miércoles 24 al domingo 28 se llevará a cabo la 22ª edición de la Muestra Internacional de Cine Documental de Buenos Aires, el Doc Buenos Aires, que se desarrollará en la sala Leopoldo Lugones y en la sala Mario Soffici de DAC en forma presencial, y en las plataformas de Doc Buenos Aires y de Vivamos Cultura.
Carmen Guarini, productora general de la muestra, ofrece una especie de hoja de ruta sobre las novedades del encuentro con el cine documental más importante de la región, que cuenta con la dirección artística de Roger Koza y con el apoyo del INCAA, el Institut Français, el Goethe Institut, el Complejo Teatral Buenos Aires, la Cinemateca Buenos Aires, Tec TV y el Banco COMAFI a través de Mecenazgo.
-Este año la muestra está dedicada a Jean Louis Comolli. ¿Qué actividades tienen previstas?
Durante muchos años fue un invitado muy importante y además me unió a él una profunda amistad. En distintas ediciones inventamos encuentros, presentaciones de libros y seminarios para poder recibirlo. Vamos a hacer un foco de homenaje, con una mesa que se hará en DAC a cargo de Jorge La Ferla, Eduardo Russo y Gerardo Yohel, investigadores, críticos y docentes quienes tradujeron y publicaron los textos de Comolli. Va a ser un encuentro muy cálido, nada formal. También exhibiremos dos de sus películas y su último diálogo, filmado en diciembre del año pasado con motivo de un coloquio de filosofía, al cual no pudo asistir por su condición de salud. Allí sorprende por su lucidez.
-Las funciones de apertura y de clausura siempre son una buena ocasión para descubrir alguna sorpresa.
¡La inauguración es una perla! Se llama La noche oscura – Las hojas silvestres (Los ardientes, los obstinados) y es de Sylvain George. Se trata de un tema profundo, actual: los migrantes que se instalan en Melilla con la idea de poder pasar al lado español. El director los siguió mucho tiempo e instaló una cámara junto a ellos. Muestra una realidad muy dura, y expone la gran deshumanidad que existe con relación al problema de los migrantes. Al mismo tiempo hay un tratamiento estético y de contenido de gran sensibilidad. Dura cuatro horas, pero asegura un momento de emoción y reflexión. Acaba de estrenarse en Locarno.
La película de clausura es otra joyita: Al amparo del cielo, del chileno Diego Acosta. Casi no tiene palabras pero hay unas imágenes increíbles, con una textura que conmueve.
-Siempre es importante la presencia argentina en la muestra. ¿Qué novedades hay en esta edición?
Tendremos los estrenos de Casi todo sucede en los sueños, de Andrés Habegger y los cortos Una serie de problemas matemáticos, de Mariano Donoso, Fuego en el mar, de Sebastián Zanzottera y Puede una montaña recordar, de Carlota Vázquez.
-¿Qué realizadoras mujeres se destacan este año en la selección?
Siempre estamos preocupados por traer directoras. Aunque este año fue complejo, tendremos invitadas muy especiales. Hay un foco dedicado a Yulia Lokshina, una directora alemana a descubrir, cuyo trabajo es poco conocido. Además veremos una novedad de Maya Connors, directora que el año pasado tuvo su foco. También presentamos No hay regreso a casa, de Yaela Gottlieb. Lo curioso es que fue parte de la producción del Doc Buenos Aires entre 2016 y 2018.
-¿Qué otros focos integran la programación?
Uno de ellos está dedicado a Gerd Roscher, un profesor de la escuela de Hamburgo que tiene una obra interesante, no solo en cuanto a los temas sino también a las texturas. Hay dos largos y dos cortometrajes.
Y hay otro foco sobre Martín Solá, un gran cineasta argentino que a veces queda detrás de su obra. Tomamos la decisión de exhibir tres de sus películas todas juntas, como una serie. Gira en torno a la temática de poblaciones que están sin territorio.
También destaco un estreno hermoso: De los 84 días, de Philipp Hartmann, quien tuvo un foco en una edición anterior. Es conmovedora la manera en que filma una historia sobre músicos bolivianos que quedan varados en Alemania por la pandemia. Son miembros de la orquesta experimental de instrumentos indígenas. El decide explorar a lo largo de los casi tres meses que ellos estuvieron allí, entre los ensayos y el concepto de la música que trabajan. No salís indemne de esa experiencia. Hartmann vendrá a la Argentina y tendrá un encuentro con Roger Koza.
-Siempre es difícil elegir una película por sobre las demás…
Por eso, cuando me preguntan cuál recomiendo digo todas. Por eso no es un festival competitivo y nunca lo será: intentamos mantener la misma calidad para todas las películas.
-¿Alguna otra sorpresa?
Una muy grata: entre las actividades especiales se presenta Cine documental, el último libro de Nicolás Prividera. Y por supuesto, todos los directores argentinos presentarán sus películas en las salas.
-¿La pandemia afectó la producción? Lo digo en dos sentidos. en la cantidad de material visualizado y seleccionado y también en el abordaje de temas.
Por un lado la limitó y por otro la expandió. El cine de lo real siempre es un cine con posibilidades de explorar hacia adentro. Esto es lo que permitió a mucha gente filmar durante esos meses de encierro. Si bien no son películas de pandemia o sobre la pandemia, rozan este tiempo que marcó y sigue marcando a la humanidad. Tampoco nos interesa la antigüedad: lo que priorizamos es descubrir algunas cinematografías de autores que no van a tener visibilidad por otros medios. Pueden ser obras de los 70, 80. Este es un festival con una curaduría muy especial: no abrimos la convocatoria sino que las películas nos llegan por distintos canales. Además, nosotros buscamos las películas y también a sus autores.
Julia Montesoro