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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Natalia Cano estrena «Gigantes»: «Me gusta contar las historias con minúsculas, las que quedan fuera de encuadre»

Natalia Cano rescata memorias y presentes de los pueblos originarios a través de su documental Gigantes, que se exhibe diariamente en el cine Gaumont y que en 2020 recibió el premio al mejor documental en el Festival Audiovisual Bariloche.

Gigantes se estructura en torno al reclamo que la comunidad tehuelche-mapuche Sakamata Liempichun le hace al Museo del Hombre de París para que les restituyan los restos de su ancestro, el hijo del cacique Liempichun.

-¿Qué te decidió a hacer un documental como Gigantes?

Soy realizadora de la región patagónica, donde es muy importante la presencia de los pueblos originarios. Además soy estudiante de la carrera de Historia de la Universidad del Comahue. De esa manera puedo unir dos pasiones que tienen que ver con contar historias. Pero me interesa bastante la historia con minúsculas, la que está fuera del encuadre. Eso me llevó a hacer Gigantes: para recuperar esos relatos, esas memorias, que permiten recomponer otros puntos de vista, vivencias distintas de las que se enseñan en la universidad.

-Hace 25 años te fuiste de Buenos Aires para radicarte en Bariloche. ¿Cómo aparecieron en tu vida las inquietudes de las comunidades tehuelches y mapuches?

Mi primer documental, Escondidos al oeste del río Limay, surgió a partir de mi primer proyecto de investigación, cuando estaba en tercer año en la facu. Tenía que ver con una pregunta que me hice cuando llegué a la provincia: qué eran los parajes. En la provincia de Río Negro, en la zona rural hay muchos lugares que no llegan ni a pueblos, caseríos de límites difusos. Entonces fui a investigar a tres parajes que quedan entre el río Pichi Leufu y el Limay. Trabajé a partir de la memoria oral, de las entrevistas que fui haciendo, en conjunto con los documentos de investigadores que durante todo el 1900 fueron a anotar cuánta gente vivía, cuánto ganado tenía, cuáles fueron las mejoras. Fui hilvanando la memoria de aquellos que en general están bastante invisibilizados o poco presentes con esos documentos. No me quedé solo con las fuentes sino que me interesó mucho cómo recomponen la memoria esas personas muy ancianas. Así se constituyó la película.

-¿Cuáles son las facilidades y las complejidades del rodaje con pobladores originarios?

A diferencia de lo que suele sucedernos cuando salimos a filmar con un plan de rodaje y un guion de hierro, en este caso hubo que armarse de mucha paciencia y comprensión. Me interesa esa interacción y este construir con la comunidad: me modifica en mi manera de pedir, de ver, de filmar.

-En 2020 ganaste el premio al mejor documental en el Festival Audiovisual Bariloche, que se otorgó online. Sin embargo, no habías estrenado la película en salas. ¿Cómo viviste la atmósfera del cruce de culturas a través de ese circuito alternativo de exhibición?

Empecé la película en 20916 y la terminé a comienzos de 2020, dos meses antes de que se cierre todo por la pandemia. ¡Pensé que la iba a tener guardada en un cajón! Por suerte surgió una gran movida estratégica de festivales online. La primera exhibición de la película, que planteamos como un preestreno, fue en el Festival BioBio, de la décima región de Chile. Vi la película en casa con mi familia a través de Facebook. Fue fascinante: en un momento había 200 pantallas conectadas y calculaba que podía haber 400 personas mirando. En un festival es muy difícil que eso suceda. Había un chat y como la película tiene una raigambre muy cordillerana, hubo muchas comunidades saludándose, hablando mapudungun, interactuado. Fue inesperado y muy disfrutable.

Después participé en varios festivales online más. Nos fue muy bien en el Festival de Cine Etnográfico de Ecuador, donde ganamos el premio del público. Y participó en varios festivales en Francia, algo importante para empujar y llamar la atención sobre el pedido que la comunidad está haciendo en el Museo del Hombre.

-Respecto de ese recorrido en Francia, ¿qué devoluciones recibiste que no esperabas?

Algo muy interesante e inesperado es que se armó una comisión de ayuda a la restitución de los restos del hijo del cacique Liempichun. De hecho, ayudaron a realizar el subtitulado en francés. Hay un facebook abierto para colaborar visibilizando la lucha.

-¿Tenías expectativa de estrenar Gigantes en Buenos Aires?

Sí. Primero porque se trata de volver a mi ciudad con una peli mostrando después de tantos años qué vi, dónde estoy parada. Pero además significa llevar al espectador en un viaje entre Patagonia y París, que tiene bastante de sensorial y de asomarse a otra cosmovisión, y darle las herramientas para ver si pueden preguntarse de qué manera o cómo se piensa el regreso del gigante patagón a su territorio y por qué es importante o no.

-Después de Gigantes, ¿hay más producciones audiovisuales relacionadas con las comunidades originarias?

Sí. Estoy trabajando en una serie de cuatro capítulos llamada Archivos del no desierto. Se trata de una investigación sobre la territorialidad que obtuvo el premio Renacer Audiovisual y cuenta con financiamiento del Ministerio de Cultura. Estoy en la etapa del montaje del primer capítulo.

Julia Montesoro

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