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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Tamae Garateguy comienza el rodaje de «Auxilio»: «El golpe militar de 1930 es la excusa para hablar de fantasmas, monjas y locas»

Tamae Garateguy iniciará en agosto el rodaje de la coproducción argentino-colombiana Auxilio, película de terror situada en la Buenos Aires de 1930. Se trata de una trama situada en el año del primer golpe militar que sufrió el país.

El elenco está conformado casi íntegramente por mujeres: Cumelen Sanz, Paula Carruega, Martina Garello, Camila Toker, Patricia Castro, Anahí Martella, Nai Awada, Lorena Damonte, Karina Conti, Celina Demarchi y Jazmin Rodríguez. Y encarnando a la madre superiora de un convento, la colombiana Marcela Benjumea.

“Es mi primera película de terror –destaca Garateguy-. Sucede en 1930, un año bastante particular, ya que es el año del primer golpe militar que derroca a Hipólito Yrigoyen. Esa es la excusa para contar esta historia de fantasmas, monjas y locas. Con cierto comentario de por qué no es feminista. Puede ser, cómo no. No es que hago comentarios feministas, aunque pueda llegar a tenerlo. En todo caso, lo que buscamos los directores de género es que las películas tengan algún contenido social”.

-¿Qué te impulsó a decidirte a hacer una película de terror?

La propuesta vino de mis productores, que son amantes del género (NR.: Néstor Sánchez Sotelo, Daniel de la Vega, Adrián Ruiz). Ya había coqueteado con el tema: algo apareció en Mujer lobo. De la sinopsis inicial que teníamos con Miguel Forza de Paul derivamos en este resultado. Y surgió el tópico “de fantasmas”. ¿Viste que el terror tiene sus categorías? ¡Bueno, ésta es “de fantasmas”!

-¿Situar la película en el año de la caída de un gobierno constitucional es por alguna connotación política en el argumento o simplemente un recurso narrativo?

Las pelis de época te permiten tomar distancia. Hacen que uno diga “uhh, mirá lo que pasaba en ese momento”. Pero en cuanto la mirás bien entendés que tal vez las cosas no hayan cambiado tanto. En este caso, elegimos un contexto social difícil, donde luego de un gobierno radical con un corte social, un poco más abierto en términos de sexualidad, del anarquismo o la situación de las mujeres (hay un personaje de una anarquista en la peli), surge una contraofensiva conservadora católica, de la iglesia. Se trata de contar ese momento a partir de una historia más pequeña, particular: una mujer encerrada contra su voluntad en un convento, que se dedica a cuidar mujeres con problemas mentales. Eso nos va a permitir descubrir que están ahí porque son una molestia para su familia, por política o por equis temas.

Si bien lo vengo trabajando de antes, coincide con el estado de ánimo del momento. Justo cuando en Estados Unidos sacan de la constitución el derecho al aborto. ¡Bueno, en el país de la libertad hay un retroceso! Auxilio avanza en esa dirección: qué pasa si un contexto se vuelve más opresivo, más represivo.

-¿Será que en el cine de género latinoamericano hay una impronta social y política más marcada?

¡Ese es el tema! Mi gran colega Laura Casabe hizo Los que vuelven, un gran comentario latinoamericano sobre los guaraníes que son asesinados en la zona del norte y que vuelven como seres revenidos, como si fuera lo que son los zombies. Es una versión latinoamericana –o más puntualmente de la Triple Frontera- muy interesante.

-¿Te basaste en alguna referencia cinéfila?

Un buen antecedente es The magdalen sisters, una película irlandesa de Peter Mullan. Pone el eje en conventos donde las mujeres quedaban internadas allí, presas de por vida, por haber sido violadas o haber quedado embarazadas contra su voluntad. ¡Y esto sucedió hasta los años setenta largos!

-¿Cómo llegaste a Cumelén Sanz, a quien además le das la gran posibilidad de un protagónico con este peso interpretativo?

La vi mucho en cine independiente, haciendo un rol de época en una película de Fernanda Ramondo. También en series: Monzón, El marginal. Hasta que la encontré. Sin saberlo, compartimos profe de inglés. Un día ella me dijo: ¿la conocés? Allí apareció. Este personaje es para ella. Porque es una gran actriz pero además porque tiene “cara de época”. Cuando comentamos esto nos reímos con ella. Hacer cine de género no es simple.

-¿Qué características tiene?

Generalmente no hablo de esto porque me doy cuenta que lo doy por sentado, pero el género es muy físico: hay algo de violencia, de sentir terror, estás ensangrentado, hace frio, estás incómodo. Hace unos días le pregunté si sabía gritar. Me contestó: “nunca probé”. Hacer estos personajes es muy intenso. Algunas van a interpretar monjas, otras con problemas mentales y otras van a ser fantasmas. Parece medio chistoso, pero es más serio que como lo estoy contando.

-¿Es terror feminista lo que hacés?

No sé, pero si Auxilio me sale bien, puede que me quede bien ese mote. Me dijeron que no soy feminista. O que soy bad feminist, como dice Madonna.

-¿Te planteás más que antes las formas en que representás el terror, la violencia?

Sí. Todo está muy pensado. Todes estamos efervescentes y conversando sobre estos temas. Hacemos cine y queremos que tenga una estela en el tiempo, de no pifiarla tanto o no dar un mensaje de algo que ya pasó. Lo concreto es que hablamos mucho más que antes con los guionistas. Y no solo con los personajes femeninos.

-Estás más expuesta a expresiones o miradas que pueden ser incorrectas. ¿Cómo te manejás?

Me inspira ver lo que hacen otros colegas, cómo van nadando en estas cuestiones complejas de lo que es políticamente correcto y lo que no. David Cronenberg y su última película, Crímenes del futuro o Julia Ducournou con Titane, por ejemplo. El género tiene algo de lo fantástico de los mundos desesperados o la distopía, que te permite indagar esto sin tener que ser fiel a lo realista. El realismo te exige más con la ideología de lo políticamente correcto.

Julia Montesoro

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