Mariano Pozzi es coguionista de la comedia documental Telma, el cine y el soldado, la ópera prima de Brenda Taubin –la otra coguionista-, con producción de Salamanca Cine (Carolina Fernández y Jorge Leandro Colás), que ingresó en su segunda semana de exhibición
Protagonizada por Telma D’Andrea, trata sobre su sueño de reunir a su hija Lili con un soldado de Malvinas con quien intercambió cartas de amor durante la guerra de 1982.
Telma, el cine y el soldado se exhibe en el Complejo Gaumont del jueves 9 al miércoles 15, a las 17 hs.; Espacio INCAA Cine Municipal Select (La Plata) del jueves 9 al miércoles 15 a las 19 hs. y Espacio INCAA Cine Teatro Talia Puerto San Julián (Santa Cruz) del jueves 9 al domingo 12 a las 20 hs. y el miércoles 15 a las 21 hs.
-¿Cuál fue la primera referencia que tuviste de Telma, el cine y el soldado? ¿Cómo llegaste a la historia?
Fue a través de Brenda, quien además de directora es la coguionista. Nos conocemos desde hace mucho tiempo: crecimos y estudiamos juntos. Ella llevaba todos los jueves a un grupo de jubilados de PAMI a un cine de Avellaneda. Después de cada proyección se hacía una especie de cine-debate. A través de esos encuentros conoció a Telma y vio en ella un potencial increíble, como generadora de historias y como personaje maravilloso. Ella, junto a sus amigas y familiares.
-¿O sea que no había una historia para contar si no estuviese Telma D’Andrea?
No hay historia posible. Por eso el título es tan fuerte, arranca con ella. Es el corazón de la película. Todo lo demás es una excusa para acompañarla en la búsqueda desopilante y entrañable en la cual se embarca.
-¿Qué los entusiasmó de la historia de Telma? ¿Cuál fue el desafío que se impusieron como autores?
La posibilidad de contar una historia, un poco sugerida, que toca la temática de Malvinas. De hablar de nosotros como país desde una nueva forma de contar la guerra. Que tiene que ver con el amor, con los sueños. No buscamos simplemente contar la vida de un personaje entrañable, sino también de las temáticas que aparecieron alrededor de ella, como la guerra o los veteranos. Cuando nos pusimos a escribir esta historia, cuyo objetivo era encontrar a un excombatiente, el desafío era jugar a encontrarlo junto con ellas.
-¿Cómo llegaron a la decisión de no darle un enfoque dramático?
Nos hicieron mucho esa pregunta durante el proceso creativo. Es un poco como la historia del huevo o la gallina. No fue tanto una decisión, sino que tiene que ver con la mirada de Brenda como autora: es fresca, juguetona, no juzga. Entonces la trasladamos a la forma de contar la historia. No había forma de que su mirada sobre la temática y sobre los personajes fuese solemne.
-¿Quitarle gravedad también tiene que ver con pertenecer a la generación posMalvinas?
Posiblemente. Es un comentario que nos dijeron. Las generaciones que vivieron esos momentos casi nos agradecieron por aportar una mirada distinta. Ser de la generación de los 90 nos da una distancia que sin faltar el respeto nos permite poner el ojo en otras cosas. Poder seguir hablando de algo importante para nosotros como nuestra historia, pero sumando otra perspectiva.
-¿Qué nuevos elementos aportaron los protagonistas de la historia que modificaron la estructura original?
Muchas cosas. Cuando escribíamos el guion no sabíamos si el Tano –el soldado que se busca- estaba vivo o no, o si lo iban a encontrar. Estábamos permeables a que sucediera cualquier cosa, pero el final no estaba definido. Armamos una estructura de búsqueda para que ellas superen los obstáculos pero con final abierto al resultado de la búsqueda.
Por otro lado, Telma es una mujer que propone constantemente. Un camión, como bien dice su hija es la película. Sobre las secuencias que proponíamos, ella nos devolvía y hacia lo que quería. Eso fue maravlloso.
Julia Montesoro