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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

José Luis Rebordinos: «Seguimos haciendo una apuesta fuerte por América Latina, que para nosotros es fundamental»

José Luis Rebordinos celebra este año su década al frente del Festival de San Sebastián, que se lleva a cabo desde el viernes 17 hasta el sábado 25. Aun en plena pandemia, la muestra sigue apostando a ver cine dentro de las salas, exhibiendo preestrenos mundiales, títulos consagrados de otros festivales y una sólida apuesta a jóvenes valores del mundo audiovisual. En esos contenidos, como cada año, San Sebastián mira en forma preferencial al cine argentino.

 -¿En qué se basa la selección de este año, cuáles son las novedades más importantes?

Llevamos un tiempo apostando muy fuerte por dos cosas: por un lado, que en nuestra sección oficial haya una serie de películas de nombres importantes que todos queremos ver. La última de Terence Davies, de León de Aranoa o de Claire Denis. Y al mismo tiempo apostamos a que en la sección oficial también haya gente joven, que recién empieza. De hecho este año hay una ópera prima danesa (Tea Lindenburg) y otra rumana (Alina Grigore). Esa mezcla, una clara apuesta editorial, sale bastante bien.

Luego hay un poco de todo: somos un festival de festivales también, donde intentamos mostrar lo mejor del año. En Perlas está lo más fuerte, lo más comercial, aunque siempre desde el punto de vista del cine de autor. En Zabaltegi-Tabakalera, esas películas que han pasado por los festivales más radicales, que buscan nuevos caminos. Y en Horizontes Latinos intentamos hacer un panorama de lo mejor del cine latino del año.

A pesar de los tiempos y de la dificultad, seguimos haciendo una apuesta fuerte para que venga gente de América Latina, que para nosotros es fundamental. Y una apuesta muy fuerte por el tema de industria: por el foro de coproducción y el work in progress, tanto sudamericano como europeo. El año pasado lo tuvimos que hacer todo online (menos el work in progress). Este año lo de industria lo vamos a hacer presencial y online: cierta mejoría hay.

-Hay más películas que en 2020: ¿con qué otras herramientas cuentan para volver a la normalidad?

Respecto a 2019, bajamos como 60/70 películas, y este año recuperamos la mitad. Aunque no llegamos al número habitual de un festival normal. Queremos que se parezca un poco más a un festival normal, pero no va a hacer fácil. Tenemos que seguir haciendo alfombras rojas, vienen actores y actrices importantes. Glamour hay, pero estará dentro de las salas, en los photocalls y en las alfombras rojas para profesionales. Lo que no puede haber, como en las épocas normales, son los miles de espectadores aplaudiendo.

-¿El  aforo permitido alcanza para recuperar esa normalidad?

Es el mismo que el año anterior: el 60%. En el Kursaal, como nos permiten un máximo de 800 espectadores, en realidad es un 50%. Es igual al pasado año, con medidas muy parecidas. Todos estamos un poquito más tranquilos porque en España más del 70% de la población ya está vacunada con las dos dosis. El riesgo de focos es mucho menor. Y si sucediera, el riesgo de hospitalización o de fallecimientos es muchísimo menor. Pero el covid sigue ahí.

Estamos contentos con el 50%, porque hasta hace unos días en el País Vasco solo se permitía el 35%. Con ese porcentaje no hubiéramos podido hacer el festival. Le dejamos claro a las autoridades sanitarias que por debajo del 50% suspenderíamos. Si hubiera que hacerlo lo haríamos, porque primero está la seguridad de la gente. Pero por debajo del 50 no hubiera sido serio hacer un festival donde hay premieres mundiales y europeas: sería quemar las películas de una manera injusta.

-Sería castigar a las grandes productoras y también a las independientes.

Incluso a las pequeñas producciones. Un festival con un 35% supondría muy poquitos críticos, muy poquita industria. Por el bien de la película sería mejor que esperaran a Berlín. Por pelear a muerte por nuestro festival a veces olvidamos (me incluyo), que entre otras cosas lo hacemos para las películas. Pero si no es útil para la promoción y en vez de beneficiar a una película le haces daño, no tiene sentido hacerlo. Ya con un 50/ 60% podemos defender las películas. Va a haber bastante crítica y bastante industria.

-La otra pata esencial del festival es el público: ¿tendrán las mismas posibilidades que el año pasado?

Hazte la idea de que somos un festival que hace dos años tuvo 178 mil personas en el cine en nueve días, en una ciudad de 186.000 espectadores. Quiere decir que aparte de los acreditados que vienen, la ciudad vive el Festival de una manera brutal. El año pasado fueron 66.000 espectadores: no podían ser más por las condiciones en las que nos movíamos. Esto es un problema, porque en la mayor parte de las sesiones se acaban las entradas. Lo que pedimos es paciencia. El año pasado la gente fue exquisita: entiende que es una situación anormal y tenemos que pasar así otro año. Es un poco incómodo para todos: hay acreditados que en vez de 10 películas tendrá que ver seis. Es parte del juego para poder seguir vivos y que el año que viene (espero) podamos recuperar una edición realmente normal. Aunque creo que nos va a costar a todos los festivales volver a la normalidad absoluta.

-¿Cuál es la política del festival con relación a la selección por cupos?

Yo siempre he dicho que mientras yo sea director de la sección oficial no habrá cuotas. Me parece una falta de respeto a una mujer poner su película cuando me parece peor que la que ha dirigido un hombre.

Eso no quita que tengamos que ver qué debemos articular para que poco a poco el número de películas de mujeres y de hombres en la sección oficial sea más o menos las mismas con toda normalidad. Curiosamente, este año hay 15 películas a competición, de las cuales ocho están dirigidas por hombres y siete por mujeres. Es el año que más cerca hemos estado de una paridad sin buscarla. Obviamente, intentamos ver todo lo que dirigen las mujeres hasta debajo de las piedras, pero si no nos gusta no nos gustan. Pero sí es verdad que tenemos que empezar a trabajar desde la base. Cuando hablamos de proyectos que todavía no son películas, cuando hablamos de estudiantes de cine. Cómo desde los festivales podemos ayudar ahí, haciendo jurados paritarios, intentando siempre que podamos que pueda haber mujeres presidentas de juzgados. Hay mucho camino en el que se puede trabajar.

-A partir de este año el festival eliminó los premios por géneros. ¿Cómo se llegó a esa determinación?

Si hablamos de igualdad y de no exclusión, yo creo que es normal que no haya director-directora, productor-productora o actriz-actor. Hay un sector del feminismo o de la industria que piensa que de esa manera vamos a quitar visibilidad a las mujeres que por lo menos tenían garantizado un premio. Yo en casi nada pienso que tenga la razón absoluta, desde que los temas son muy complejos. Nosotros hablamos y debatimos. Llegamos a conclusiones y decidimos. Ahora, puede pasar que ganen dos hombres, como también puede haber dos mujeres, como ha pasado en el Festival de Berlín.

-Nada fue tan polémico como la decisión de concederle el Premio Donostia a Johnny Depp. ¿Lo esperabas?

Johnny Depp ha recibido un premio en abril en el Festival de Cine de Barcelona de toda su carrera y yo no he visto ningún comentario negativo Lo da San Sebastián y se monta muy gorda. Que yo sepa -y tenemos datos, y cuando digo tenemos datos es que tenemos sentencias; es decir que sabemos de lo que hablamos-, Johnny Depp no ha sido nunca detenido ni acusado en sede judicial, ni condenado por maltrato. Sí ante un periódico. No tengo nada que decir: no soy quién para juzgar la vida personal de nadie. Son los jueces y en este caso no tienen ni una denuncia por ahí. A partir de ahí, para nosotros es un grandísimo actor y un gran productor de productos muy interesantes.

Me sorprende que algunas personas dicen que no quieren cubrir a Johnny Depp, pero tranquilamente cubrieron en Venecia la película de Polanski. No digo que no lo tengan que hacer: no sé lo que haría yo en ese caso. Lo que sé es que Polanski fue juzgado y condenado por violar a una menor, reconocido por él. Y que ha huido de la justicia. Ya lo ha reparado con una condena y yo creo en el derecho de reinserción.

Yo no me considero mejor que nadie con estos temas polémicos y complejos. Hay gente que opina diferente; gente a la que quiero y respeto mucho. No son cuatro locos o cuatro locas. Pero nosotros como festival escuchamos a la gente y luego tomamos decisiones. Nada es blanco o negro.

-La diversidad de géneros demostró que nada es blanco o negro.

El colectivo LGTB en general está contentísimo con nuestra decisión. Aunque un sector del feminismo cree que se le va a quitar un espacio a la mujer por la situación actual. No porque le parezca mal que haya un solo premio sino porque piensan que es demasiado pronto porque todavía la mujer no está suficiente integrada y no hay papeles suficientemente fuertes. Lo puedo entender pero no lo comparto.

En este momento en España hay un debate muy fuerte con la Ley Trans. Hay un colectivo muy antitrans, totalmente contrarios  a que los premios no sean a hombre y a mujer. Estamos en mitad de debate. Probablemente ni acertamos ni nos equivocamos: tomamos decisiones. Hablamos con muchísima gente con muchísima gente –individualmente y no como colectivo, porque no todas piensan lo mismo- y podemos equivocarnos como todo el mundo, pero pensamos las cosas, las debatimos, hablamos con gentes del sector cinematográfico y decidimos.

-San Sebastián es uno de los primeros festivales que adscribió a la consigna “50/50 en el 2020” y suscribió documentos sobre paridad de género. ¿Qué continuidad tendrá esas medidas este año, teniendo en cuenta la polémica sobre el tema Johnny Depp?

Esto no es una guerra con nadie: de hecho, hablamos con CIMA y con (H)emen, que son los dos colectivos más importantes que se manifestaron en contra del premio y dijimos “tengamos cuidado, porque en el fondo los objetivos que tenemos respecto a la mujer son los mismos”. ¡Obviamente el festival está en contra del maltrato! Lo que tenemos es una diferente percepción de cómo hacer las cosas. Defendemos el derecho a la presunción de inocencia, que me parece tan importante como el derecho a que una maltratada pueda denunciar y que sea condenado su maltratador.

Me han llegado a decir que no deberíamos darle el premio porque fue un drogadicto. ¡Oiga! ¿Qué es ser un drogadicto? ¿El que bebe vino todos los días, el que toma café? ¿Voy a entrar yo a juzgar la moralidad de alguien porque se droga, mientras no cometa ningún delito?

Estamos en un momento en el que se juzga y se condena en las redes sociales con mucha alegría. Hay linchamientos continuos de un tipo y de otro. Por eso nosotros hemos intentado sacar el debate de las redes sociales y de los titulares de los periódicos. Hicimos un comunicado muy claro. A partir de ahí no tenemos nada más que hacer.

-¿Qué características tendrá la jornada con las mujeres del sector audiovisual?

Iba a ser una mesa redonda sobre el tema de los géneros en los premios, pero cambiamos el eje al ver el cariz que tomó lo de Johnny Depp. Vamos a juntarnos para que cada uno ponga sus puntos de vista. Si llegamos a acuerdos los expondremos; si no, os pondremos dónde estamos cada uno. La idea es juntarnos cada tres cuatro meses para hablar de todas estas cosas. Todos podemos evolucionar: lo que hoy pensamos, dentro de cuatro meses puede ser diferente escuchando a la gente.

Nunca hay que tener miedo al debate. Pero quiero un debate en una mesa de trabajo, no en los medios de comunicación, no con titulares en los periódicos. La gente nos decía “uy, cuánta gente en contra del premio a Johnny Depp”, mientras a nosotros -a través de cierto seguimiento de los medios de todo el mundo- nos salía un 75% a favor. A veces lo que hace ruido es el titular sensacionalista, la declaración explosiva, pero hay otra mucha gente diciendo cosas. Por eso insisto: el debate en una mesa de trabajo y luego veremos si más adelante hay que hacer debates más abiertos o menos abiertos.

-Este es el año en que cumplís 60 años y a la vez, diez como director del festival.

Soy coqueto pero no me importa (Risas).

-Es una cifra redonda para permitirte reflexionar sobre hasta dónde esperabas llegar al iniciar esta labor.

Hombre…diez años me parecían mucho. Nunca me planteé muy bien cuándo, pero sí pensaba que esto tiene un final. He dicho que me gustaría jubilarme con 63 años, dentro de tres. El festival estaba muy estable y ahora con estos dos años de covid vamos a tener que volver a empezar a remontar algunas cosas. Veremos dentro de tres años dónde estamos. Lo que es seguro es que no pasaré de los 65 años. Sí creo que me gustaría seguir vinculado a festivales de cine. En un comité de selección o de dirección. No en primera línea de fuego.

-¿En qué se desarrolló el Festival a lo largo de esta década?

El Festival ha evolucionado mucho. Un acierto fue el tema de Industria: ahí le dimos la vuelta como un calcetín. Gracias al foro de coproducción y a reforzar más los work in progress. Y hay cosas que no nos han salido, ¿eh? No soy nada triunfalista. Intentamos reforzar el tema de la prensa internacional y no fuimos capaces de encontrar la fórmula. Estamos después de Toronto y de Venecia, y es muy difícil luchar contra eso. Venecia es un festival con muchísimo glamour, muy poderoso. Y la prensa que va Toronto y Venecia es muy difícil que luego venga a San Sebastián.

Yo creo que en estos años se han hecho muchas cosas diferentes. Y el día que me vaya a contar me gustaría contar lo que creo que hemos hecho diferente.

-Y en lo que venga de gestión, ¿cuál es el próximo objetivo?

Reforzar y consolidar lo que llamamos el Festival de todo el año: “Z de Zinemaldia los 365 días del año”. Qué supone esto: la escuela de cine Elías Querejeta, que creamos junto a la junto con la Filmoteca Vasca y Tabakalera; las residencias de proyectos Ilusmira Berriak, que hacemos dos veces al año; la pantalla compartida que hacemos durante el año con otras instituciones en San Sebastián; lo que estamos conociendo con el archivo, que lleva 69 años muerto de risa en unas cajas. Lo estamos restaurando y poniendo en condiciones para que pueda durar otros 69 años, pero ahora sin problemas.

Este fue un año donde hemos hecho un gran esfuerzo, a través de las dos subdirectoras. Una es Lucía Olaciregui, la persona más próxima a mí, a cargo de la producción y los contactos. Es quien me cubre en todo aquello donde no llego y ejerce casi una dirección en muchos temas. La otra es Maialen Beloki, una subdirectora más joven, a quien hemos sacrificado para otros temas y se dedica al festival todo el año.

Creo que ahora es el momento de fortalecernos como el festival de todo el año: recién ahí podemos rentabilizar la inversión pública que se hace para los días del festival.

Julia Montesoro

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