Eduardo Montes-Bradley comenzará en agosto el rodaje de su nuevo documental, sobre la vida de Daniel Chester French, nacido en 1850 y fallecido en 1931, uno de los escultores fundamentales de Estados Unidos.
El cineasta argentino residente en Charlottesville se instalará las primeras dos semanas del mes en el estudio de verano del escultor, en la ciudad de Chesterwood, actualmente transformado en museo.
“Me espera la tarea de traducir ese lugar al lenguaje documental, un film que nos permita descubrir al artista detrás del mármol, el bronce y la arcilla –comentó Montes-Bradley acerca de su proyecto-. En esa dirección pongo proa, ahí me dirijo. Estaré soñando el sueño de mármol, el sueño de faunos, manos, torsos y Andrómeda”.
French es recordado esencialmente por su monumental estatua de Abraham Lincoln, actualmente en el Monumento a Lincoln en Washington. Fue uno de los fundadores de la Sociedad Nacional de Escultura y miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, la Accademia di San Luca, la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras y de la Academia Nacional de Diseño. Fue honrado con la impresión de su efigie en un sello de EE.UU. en 1940, la famosa serie de los estadounidenses.
“El artista puede definirse por el espacio que habita, por el entorno que crea, por su lugar de trabajo, su tapera. Uno no espera encontrar al maquinista de una locomotora diesel viviendo entre rieles, pero es difícil suponer al escultor en un lugar donde no puedan habitar sus obras. Con los pintores sucede algo parecido, algo que no tiene correspondencia entre los músicos, bailarines, biólogos marinos y poetas. Estos últimos entran y salen de su lugar, no comparten espacio con la obra, con el studio. Tal vez los coleccionistas de de juegos de mesa fueran distintos, tal vez ellos vivan con sus tableros apiñados en el cuarto en el que duermen. Pero es difícil, decía, pensar que el escultor pueda vivir en un lugar que no se preste a la creación que lo consume. Pienso en Daniel Chester French, en Chesterwood, su studio de verano cerca de Concord, en Massachussetts”, reflexionó Montes-Bradley acerca de la personalidad seleccionada para su nueva obra.
Paralelamente, el documentalista también está en la etapa de producción de otro proyecto, Black Fiddlers, donde abordará el origen y la obra de los casi ignorados por la historiografía oficial violinistas negros. “Dos películas pueden convivir perfectamente como parte del plan de producción –expresó Montes-Bradley-. Cuando necesitamos un descanso de Black Fiddlers, comenzamos a buscar en el libro francés de revelaciones”.
Con respecto a la obra escultórica de French, Montes-Bradley describió: “Uno de los primeros elementos que me vienen a la mente son las manos de Abraham Lincoln. Las manos siempre han jugado un papel primordial en la interpretación del poder, los hombres y mujeres poderosos. Una vez aprendí que ciertas culturas nativas del Caribe y América Central que practicaban el canibalismo ritual, alimentaban las manos del jefe del enemigo con las suyas, con la esperanza de que el poder de uno se sumara al del victorioso. Sin embargo, sabemos que eso no es lo que French tenía en mente cuando lanzó sus propias manos cuando necesitaba idear un par para la escultura monumental del decimosexto presidente de los Estados Unidos”.
El director de Buscando a Tabernero detalló: “Las razones de French eran prácticas, French necesitaba las manos en una determinada posición para adaptarse a la posición en la que sentía que descansarían en la silla. La realidad, los hechos verdaderos, a menudo no son tan entretenidos como los mitos. Sin embargo, somos libres de interpretar, si no el propósito previsto, las consecuencias inadvertidas, después de todo, las manos de Lincoln en el Lincoln Memorial coinciden con el artista y no con el suyo. El nombre de los artistas escapa a la mayoría de los visitantes de Washington, DC. Conocemos el nombre del hombre sentado en el templo, un templo erigido al hombre al que se le atribuye la unificación de la nación. El nombre de Daniel Chester French falta en el sitio de su creación. En la mayoría de las otras naciones conocemos las esculturas por el nombre de sus creadores: primero el artista, luego el tema. Conocemos Las Nereidas como la fuente de Lola Mora, para su escultor, sabemos que El Pensador fue hecho por Rodin, y David de Miguel Ángel. Aún así, el Lincoln de French permanece casi en el anonimato aunque sus manos, las manos del artista y las manos del sujeto son las mismas. No creo que French pretendiera que esto fuera un tema de trivia, pero el hecho es que lo es. Solo estaba tratando de hacerlo bien y, en el proceso, se puso manos a la obra”.
Fotos: Cortesía de la Biblioteca Chapin, Williams College / Donación del National Trust for Historic Preservation / Chesterwood, Stockbridge, MA