La barbarie, de Andrew Sala, obtuvo el Premio Cine en Construcción a la Posproducción en el 39° Cinélatino Rencontres de Toulouse, que finalizó el viernes 2 y que por segundo año consecutivo se desarrolló online para acompañar, en las condiciones actuales, las seis películas en construcción, en busca de financiación complementaria y de socios capaces de asegurar su circulación y su difusión hasta las salas de cine y al público. El Prix Le-LoKal – Cinéma en développement fue para la coproducción Bloques erráticos, de Thomas Woodroffe (Argentina/ Chile / Francia).
El premio Cine en Construcción Toulouse consiste en servicios de posproducción y otros trabajos técnicos de finalización por parte de las empresas colaboradoras a realizar en Francia.
Con su segundo largometraje, La barbarie, Andrew Sala llevó esta historia como un thriller con múltiples giros en el fondo de la Pampa argentina, presentando un notable retrato de las clases sociales que viven en estas regiones remotas de Argentina, reflexión sobre un mundo que nos parece tan lejano y sin embargo tan actual.
Nacho (18) huye de la violencia de su casa en Buenos Aires y busca un hogar al amparo de su padre, un estanciero a quien apenas conoce. La estancia viene sufriendo una amenaza: cada cierto tiempo una vaca aparece muerta, sin explicación. Para tratar de obtener la aprobación de su padre, Nacho buscará esclarecer estas muertes. Pero a medida que indague, irá descubriendo una gruesa capa de desconfianza y tensión de clase, que le harán preguntarse qué significa ser patrón.
Está protagonizada por Ignacio Quesada, Marcelo Subiotto, Tamara Rocca y Lautaro Souto, con producción de Le Tiro SRL.
El Prix Le-LoKal – Cinéma en développement fue para la coproducción Bloques erráticos, de Thomas Woodroffe, surge a partir del descubrimiento de una película etnográfica deteriorada. Un director busca una manera de reconstruir las partes faltantes. Repite la expedición de 1925 en el presente. Investiga sus documentos y materiales relacionados: el guión original, el diario de viaje del camarógrafo y el diario del capitán del barco. Dados los 95 años que han transcurrido desde la creación de la película, el joven director sigue el itinerario que siguieron los etnógrafos durante su viaje y filma en los mismos lugares donde se detuvieron hace tantos años.
Con esta película, asistimos realmente al nacimiento de un gran cineasta del que seguramente se oirá hablar a nivel internacional en los próximos años. Su sentido del fotograma y de la fotografía excepcionales, sus idas y vueltas entre la inmensidad de estos paisajes de las altas mesetas bolivianas y planos apretados lo más cerca posible de los 3 protagonistas, le permiten al servicio de un guión depurado y de una puesta en escena con todo pudor sumergirnos de principio a fin de su película en esta historia tan humana entre estos dos abuelos, viviendo solos en el mundo, rodeados de sus llamas y su nieto venido a anunciar una noticia. Su película, de una densidad rara, nos muestra la urgencia de restablecer nuestros vínculos, nuestros vínculos con la madre naturaleza, nuestros vínculos con nuestros mayores para no olvidar de dónde venimos y a qué mundo aspiramos.