Solo dos de cada diez directores que integran la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Argentina y estrenaron su película en 2020 son mujeres, de acuerdo al Estudio FIACINE Mujeres, que fue dado a conocer por la Federación Iberoamericana de Academias de Cine (FIACINE), integrada por once países de la región, entre los que se cuenta la Argentina.
La investigación forma parte de una campaña para visibilizar el trabajo de las mujeres cineastas y busca generar acciones sobre la paridad de género en la industria cinematográfica iberoamericana.
La base de este documento son los 6.814 miembros asociados. De ellos, 2.112 son mujeres; es decir, el 39%. Pertenecen a las once academias de la Federación: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España, Guatemala, México, Paraguay, Portugal y Venezuela, que relevaron un total de 458 estrenos de largometrajes (284 ficción, 161 documentales y 13 animados) y 242 de cortos iberoamericanos.
La entidad argentina que forma parte de FIACINE es la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, que analizó la representatividad de sus 369 miembros (120 de ellos son mujeres; es decir, el 33%), que forman parte de las nueve disciplinas estudiadas.
El estudio indica que en el rubro Dirección, sobre 88 películas estrenadas, 18 corresponden a mujeres (20%) y 70 a varones. En el rubro Producción, sobre un total de 98, hay 36 mujeres (37%) y 62 varones. En Animación, sobre 9 hay 2 mujeres (22%) y 7 varones. En Sonido, sobre 31, hay 6 mujeres (19%) y 25 varones. En Guion, sobre 22, hay 4 mujeres (18%) y 18 varones. En Dirección de Fotografía, sobre 21 hay 3 mujeres (14%) y 18 hombres. El caso extremo es Música: sobre 15 no hay mujeres.
La tendencia se revierte en Dirección de Arte: sobre 28, hay 20 mujeres (71%) y 8 varones. En interpretación/actuación, sobre 57 hay 31 mujeres (54%) y 26 varones.
Verónica Calvo, vicepresidenta del Comité Ejecutivo y representante de la Academia de Argentina, expresó: “Frente a esta hoja en blanco se me hace evidente escribir sobre lo que significa ser mujer en la industria audiovisual en términos como techo de cristal, inequidad laboral, acoso, miedo a denunciar, desventaja de oportunidades, vulnerabilidad, roles al servicio del protagonista varón, maternidad o crecimiento profesional y tantas otras realidades que enfrentamos en el camino. Podría también citar estadísticas y números que dejarían en evidencia la -aún vigente- disparidad y compararlos con el resto de los países iberoamericanos.
Sin embargo, en este afán casi necio de apreciar el vaso medio lleno siempre, prefiero concentrarme en cupos de género, roles multidimensionales, historias propias, #niunamenos, #metoo, romper moldes, cambiar paradigmas, no callar más, protocolos de conducta y de rodaje; en hombres que caminan a la par y entidades comprometidas con un cambio que ya es imparable. Prefiero pensar en las primeras –pero no serán las últimas- en ocupar cargos destinados históricamente a hombres. Aferrarme a las mesas de trabajo y debates con las diversas asociaciones de mujeres que han plantado bandera en festivales nacionales y mercados; y a colegas y amigas cuyas voces hoy son escuchadas y respetadas como nunca antes.
Emular a las pioneras y sembrar para las que vendrán.
Desde hace algunos años las mujeres argentinas somos artífices de una verdadera revolución sociocultural, a fuerza de voluntad, sororidad, amor propio y esperanza. Prefiero comprobar que –como cantamos en cada marcha- “ahora que estamos juntas, ahora sí que nos ven”. Falta mucho, claro.
El techo sigue estando ahí, aunque decidamos arremeter contra él con todas nuestras fuerzas. Los puestos jerárquicos y la toma de decisiones nos siguen siendo esquivos. La equidad salarial es, en gran parte, todavía una utopía. La reinserción laboral se asemeja, muchas veces, a volver a empezar. Y nuestro comportamiento, nuestro decir y nuestros cuerpos siguen siendo juzgados a través de un prisma masculino.
La pandemia nos ha hecho retroceder, forzando a miles de mujeres a relegar sus trabajos y sus proyectos; a multiplicar el quehacer doméstico y a hacer malabares para intentar un frágil equilibrio familiar y profesional. Será un desafío aunar esfuerzos para reconstruir y construir un tejido laboral equitativo.
No somos iguales, no. Pero igual de valiosas.
Nuestras manos podrán ser más suaves, si. Pero igual de laboriosas.
Nuestro accionar podrá tener otra dinámica, si. Pero igual de eficaz.
Nuestras inquietudes podrán ser diferentes o similares, si. Pero igual de legítimas.
No somos iguales. No. SOMOS PARES.
Y así queremos trabajar”.
FIACINE Mujeres se inició en 2017 con el objetivo de lograr un cambio importante en la industria cinematográfica respecto a la igualdad de género. La Federación tiene como reto aumentar la presencia de mujeres en la industria cinematográfica debido a las diferencias de las oportunidades entre hombres y mujeres dentro del sector. Por esta razón, ha realizado foros en torno a este tema en el marco del Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICCI), en Colombia y en España, liderado por Anna Serner vocera del Instituto de Cine Sueco.
El Estudio FIACINE Mujeres está a disposición en este enlace.
Foto: Verónica Calvo.