Clarisa Navas recibió el miércoles 23 el Sebastiane Latino en el marco del Festival de San Sebastián a la Mejor película LGTBI latina por Las Mil y Una.

-¿Qué te parece haber ganado el premio Sebastiane latino 2020?
Es un reconocimiento muy lindo, nos reconforta mucho a todxs lxs que hicimos la película y pusimos mucho de nuestras experiencias disidentes en esas imágenes.
Cuando me enteré, pensé en mi adolescencia que fue similar a la que viven los personajes de la película, donde por momentos la realidad parece decir que no se va a poder existir de cierto modo y eso te saca el aire y estremece. Si me hubieran mostrado una imagen de este momento a esa edad, ni yo ni mis amigxs lo hubiéramos podido creer.
Es una noticia que la vamos a difundir en el barrio y en Corrientes, donde todavía sigue siendo difícil existir de ciertas formas, seguramente va a ayudar y va a generar diálogo.
-El sexo es importante cuando crecemos, en Las mil y una el sexo está muy presente, a veces como algo bonito, otras veces como un acto de violencia. ¿Por qué?
Creo que esas dos caras son posibles dentro de lo que implican estas experiencias durante el crecimiento. El sexo al ser un modo tan contundente de vincularse entre las corporalidades, a veces replica las concepciones más nefastas en cuanto al no cuidado de un otrx, al desprecio por ciertas sensibilidades que no se corresponden a la norma. Todo eso está presente en Las mil y una, aunque también aparece la posibilidad de que las cosas sean diferentes, que pueda haber realmente un encuentro amoroso que abrace las fragilidades y trascienda los modos capturados de vincularnos con nuestros cuerpos y los de lxs otrxs.
-Renata y sus amigos son una especie de “apestados” de la sociedad. ¿Son víctimas de sus propios actos, sus actos son fruto de una sociedad que no les ha dejado otra alternativa…? Son lo políticamente incorrecto. Incluso, podríamos decir, lo Queer del filme. ¿Qué te parece todo lo que se está formando en torno a la teoría queer?
Creo que toda la teoría queer es muy valiosa en cuanto reivindica ciertos modos de existencia, ciertas maneras de ser y de habitar corporalidades diversas. A mí en particular me interesa el pensamiento situado, el cómo una teoría así puede ampliar los modos de pensar y de sentir en una periferia.
Creo que para las personas que se encuentran por primera vez con esto y que pueden leer o tienen tiempo de hacerlo, la teoría queer puede ser un gran abrazo. Para mi y por el lugar desde el que vengo, me pregunto mucho cómo ampliar esos terrenos existenciales, la teoría llega para muy pocxs y en el medio se van vidas.
Acá tenemos que pensar y accionar para hacer la vida más vivible, desde liberar todas esas opresiones que existen contra las disidencias, hasta las cuestiones de clase que excluyen y violentan a muchísimas vidas. En ese sentido Renata y sus amigxs viven como pueden, son sobrevivientes, su defensa de un modo de vida tiene que ver con un deseo vital muy fuerte de continuar pese a todo, pero sin teoría de por medio.
-Si me pongo a contar letras tu película las tiene todas LGTBIQ +. Y aún así no se siente forzada, todos los personajes tienen su lugar y nos parece muy natural. ¿Cómo se consigue?
No me había puesto a pensar eso, pero creo que entran muchas sensibilidades diferentes porque mi mundo está constituido así, o quizás en Las Mil existe y existió una reserva feroz de muchas identidades diversas y resistentes frente a los microfascismos cotidianos. Creo que como búsqueda ética, con mis compañerxs de trabajo siempre está la escucha como modo de acercamiento y desde ahí quizás aparece ese “tener lugar” en la película.
Fragmento de una entrevista publicada en https://premiosebastiane.com/
