Mercedes Morán anticipa un gran año laboral, entre proyectos y estrenos inminentes. Entrevistada en el primer programa de GPS audiovisual radio (por Radio Trend Topic, los miércoles a las 19), anunció algunas novedades de trascendencia, que la posicionarán como una de las figuras principales en 2020. No es sino una lógica continuidad de sus trabajos: la película argentina más vista de 2019 dirigida por una mujer fue Sueño Florianópolis (de Ana Katz), de la cual fue protagonista.
Mercedes, además, es la madrina artística de GPS audiovisual radio.
“Tengo un lindo collarcito de películas de las que estoy orgullosa –describió la actriz-. Tenía muchas ganas de darle continuidad al cine, y aunque no es fácil, pude programar la agenda de trabajo con proyectos muy interesantes”.
-Terminaste de filmar un western, género no identificado con lo femenino.
No había hecho este género hasta ahora. Filmamos seis semanas en la cordillera. Encarno a una paleontóloga que está trabajando unas tierras en la zona, con el subsidio financiero de una fundación. Pero hay sospechas de que esta mujer manipula el dinero con otros fines. Allí es donde aparece alguien (Natalia Oreiro) para investigarla. El título provisorio es Reinas salvajes.
-¿Podemos considerarlo un western femenino, entonces? A propósito, ¿qué significa transitar un género nuevo?
Me remite al cine que empecé a ver cuando era pequeña, cuando ni soñaba con ser actriz ni pertenecer a este mundo del cine. Lo que me pasó, como con otros géneros que fui investigando de otras películas anteriores, es que termino dándome en cuenta que finalmente el trabajo de una de una siempre es igual: consiste en generar una verdad, en entender por qué un personaje hace las cosas que hace, lleva a cabo las acciones que lleva a cabo. Después, todo lo que es género, queda en manos del director. Me lo pregunto desde la primera vez que hice un policial, cómo se actúa el suspenso, desde aquella primera vez cuando hice Betibú. Te preguntás como espectadora, y después como actriz, si hay alguna manera de actuar diferente. Pero no: el trabajo siempre es el mismo. Lo que sí acordás, como en cada una de las películas –más allá de que sea de género-, es el lenguaje con el que el director pretende contar esa historia.
-¿Cuál es la motivación para elegir filmar seis semanas en la cordillera?
En principio, me sirvió para darme cuenta de que de aventuras no voy a hacer más, porque ya no tengo edad para estar montando a caballo en la montaña, con miedo a las hernias de disco (risas). Las aventuras las empiezo con todos los miedos: es duro a la hora de rodar. Y terminás dándote cuenta de que esos desafíos te quitan años de encima. Es como irse de vacaciones otra vez a un campamento. Primero decís “no, ni en pedo”. Pero después de la primera noche que puteás por la bolsa de dormir, te acostás mirando las estrellas y agradecés haberlo hecho.
-En el último festival de San Sebastián, en el que participaste como jurado, se preestrenó Araña, tu experiencia protagónica en Chile, dirigida por Andrés Wood, de estreno inminente en la Argentina. ¿Por qué elegiste filmar en Chile, por qué esta película?
Desde hace unos años empecé a trabajar en Chile, y tuve la suerte de tener experiencias con un grupo de directores, como Andrés Wood, que admiro tanto. No solo estoy orgullosa de haber participado en el proyecto, sino que hubo una relectura del mismo a partir de los sucesos recientes, y me hace sentir bien que la película haya adelantado o contado el huevo de la serpiente. Como lo fue en su momento Una mujer fantástica (dirigida por Sebastián Lelio, protagonizada por Daniela Vega), que motivó el cambio de las leyes de diversidad de género. Estas películas sociales o políticas, con este lenguaje que tienen los directores chilenos tan poco panfletarios, más allá de que sean buenas o malas, se convirtieron en películas necesarias.
Por otro lado, técnicamente fue un enorme desafío, porque tuve que componer a una mujer chilena, que es un tono dificilísimo. Hacerla me permitió adentrarme en una realidad social distinta, tener una mirada más profunda de lo que sucede en esta sociedad. Sus protagonistas son una mujer y dos hombres que han sido militantes de la ultraderecha, con un pasado muy violento, que siguen en la sociedad chilena actual, y la historia del pasado se les vuelve encima.
-¿Cómo sigue el proyecto de Maradona, sueño bendito, la biopic que empezó a filmarse hace un año, en el que encarnás a Doña Tota?
Se va a estrenar en abril por Amazon. Va a ser una sorpresa muy agradable, con una enorme calidad y un casting fantástico. El director tiene una mirada muy diferente sobre el mundo del fútbol. Ya está confirmada la segunda temporada y vendida a cien países antes de que salga al aire.
-¿Qué proyecto tenés con Netflix?
A finales de enero comenzamos a rodar con Marcelo Piñeyro y Miguel Cohan una serie sobre la asunción al poder de los grupos evangelistas, y cómo se insertan en la política. Bolsonaro, como tantos otros. El libro es de Claudia Piñeiro. Cada capítulo es una película. Es una historia social y política. Lo cierto es que desde que surgió esta idea hasta que se concretó, la realidad nos fue pisando los talones. No podemos decir que no tenemos fuentes de inspiración, lamentablemente.
Julia Montesoro