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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Melina Terribili estrena «Ausencia de mí»: «Es una película ideológicamente contundente»

El jueves 25 se estrena en la Argentina el documental Ausencia de mí, de Melina Terribili, retrato desgarrado en primera persona del célebre cantor popular Alfredo Zitarrosa (fallecido en 1989, a los 52 años) acerca del exilio.

El proyecto se resignificó al sacar a la luz los archivos de Zitarrosa, artista y activista político que en 1976 debió abandonar su país para lanzarse a una peregrinación que incluyó Argentina, España y México, y que solo sirvió para acentuar su sensación de desarraigo y su dolor existencial. Ese material, guardado en cientos de cajas que quedaron como legado y testimonio, contiene grabaciones de ensayos, canciones inconclusas, reflexiones y conversaciones, además de fotos y películas.

Paralelamente y entrecruzándose con el pasado del exilio, un registro documental aborda el presente, en el que sus hijas Serena y Moriana, y su esposa Nancy, inician un proceso de rescate de estas memorias junto a un equipo de archivólogos, rompiendo un largo periodo de silencio. Ellas aportarán sus recuerdos intentando iluminar zonas de estas memorias de Zitarrosa cruzadas por el desmembramiento en el que había estado sumergido.

Con ese tesoro, cedido en custodia al Teatro Solís (para su preservación y restauración), Terribili armó un rompecabezas donde conviven imágenes documentales tan contrapuestas como fotos en blanco y negro de manifestantes y soldados amenazadores con el suave canto de los pájaros, y como narrador omnipresente, la voz de Zitarrosa.

Melina Terribili dialogó con GPS audiovisual acerca de Ausencia de mí.

-¿Cuándo te diste cuenta de que habías terminado la película?

El tema clave es el final. Fue muy difícil de asumir. La escena final refleja el peso del exilio en él, un peso irreversible. Me dio bastante angustia, me costó tomar la decisión. Creo que pude cerrar la película cuando lo asumí.

-¿Por qué Zitarrosa?

Venía escuchando a Alfredo desde los 20 años. Y me encantaba. Como casi todos a quienes nos gusta Alfredo: sin término medio. Pregunté por su historia, leí sobre él, y cuando me entere cómo murió me movió el piso. Me sensibilizó mucho. Esa muerte es simbólica: nos sigue hablando de muchas cosas. Ahí me dije que quería hacer una película sobre él.

-La cámara vuelve una y otra vez sobre las conversaciones de su esposa (Nancy Marino) y sus hijas (María Serena y Carla Moriana), frente a los archivos de Zitarrosa, y a la vez recuperan sus recuerdos. ¿Había película sin ellas?

(Largo silencio). Sí…pero no la que yo quería. Hubiera sido una película… tal vez con más distancia. Es muy importante la presencia de ellas, porque son las únicas que pueden aportar los recuerdos sobre el material, algo de luz dentro de la historia. Para una persona que está trabajando en archivología allí solo hay un papel escrito, una foto. Para ellas, es un ejercicio de memoria que se hace sobre la historia principal que se cuenta, que es la del exilio. Esos materiales están componiendo la historia del exilio y se ven en crudo, en el momento en que se sacan de la caja. Ellas son importantes no solo por aparecer filmadas, sino por el compañerismo que hubo en todos los procesos. Por la confianza y el espacio que me dieron para que pudiera moverme libremente entre todos estos materiales –muchos de ellos inéditos-, para que puedan salir a la luz. Fue un trabajo de acompañamiento mutuo.

-¿Qué encontró en vos la familia Zitarrosa para aceptar tu propuesta?

Aunque de esto no se habló, me di cuenta con la actitud que había cariño y respeto hacia un interés genuino. Creo que trasmití el mismo cuidado y respeto que ellas esperan de alguien fuera de la familia. El archivo prácticamente no había sido tocado nunca. Creo -esto es una especulación- que en algún punto inconcientemente hacía falta que alguien fuera de la familia empujara la situación. Es una intimidad de tu vida, de tu padre (por más que sea un personaje público) y ellas también pasaron por todo eso que cuenta el documental: no sé si les quedaba resto para hacer una película. Yo vengo de afuera y no cargo con ese peso emocional.

-La escena inicial es la entrega de los archivos familiares al Teatro Solis para su custodia. Vos tenías la película pensada de antes. ¿Cómo fue la cronología?

A partir del proyecto de la película impulsamos la entrega del material. Estaban en la casa de Serena, esperando un mecenazgo que no se concretaba.

-Dentro de las cajas estaba el misterio de Ausencia de mí.

Sin haber escuchado los audios, quería hacer la película en primera persona, hablada por él. Luego encontré el relato con el que después construiría la película. Es un porcentaje muy pequeño de las cosas que hay: grabaciones, cartas escritas (desde el exilio y después de él), carpetas, manuscritos, diapositivas, películas super 8.

-¿Qué priorizaste en la selección de ese material?

Con la montajista (Valeria Racioppi) estuvimos meses solamente escuchando más de mil horas de audio. La parte más fácil de transitar fueron los ensayos: ya sabíamos que no iban a estar. La música -llegado el caso-, la iba a pedir la propia película. Fuimos puntualmente a las partes habladas. Al escucharlas, descubrimos que se colaban pedacitos de canciones inéditas, silbidos, bocetos que nunca llegaron a construirse. Eso nos interesó muchísimo, por su imposibilidad para componer en el exilio.

-Hablar del exilio de Zitarrosa es hablar de todos los exilios. ¿Lo pensaste con ese sentido también?

Cuando uno entra en particularidades, aparece la historia más reciente de las últimas dictaduras de Latinoamérica. Pero al hablar del exilio, le hablás al exiliado de cualquier país del mundo. De lo que significa salir escapando de la guerra, de un bombardeo, de un peligro de muerte, de no saber lo que está pasando en el lugar que dejaste atrás. Eso me interesaba mucho. A partir de la película, además, el tema se convirtió en algo fascinante. Me dediqué a leer cosas de otros países, o de otros regímenes políticos. Hay un concepto de María Zambrano, una filósofa española fallecida que fue exiliada del franquismo y que escribió mucho sobre el tema, que decía que el exiliado dejó de existir, vuelva o no. Que es tan tajante que no se puede volver nunca.

-¿En algún momento del proyecto ibas para otro lugar?

Descubrí la dirección bastante pronto. Cuando se empieza la película no hay que cerrar la idea rápidamente, sino dejarse llevar. Que las cosas aparezcan y después tomar decisiones. En las primeras versiones aparecía más gente, cercana al entorno de Zitarrosa. Amigos suyos, gente queridísima que fueron filmados y que en el montaje quedaron afuera. El registro de la película tiene más que ver con percibir de qué siguen hablando esos materiales. Qué otras cosas pueden decir acerca del exilio, o de la existencia.

-¿Cómo convenciste en Buenos Aires a los productores para hacer una película sobre un artista uruguayo, filmada en Uruguay?

Fue al revés: los productores sabían de mi proyecto y me propusieron desarrollarlo. Y casi no se discutió. Lo que no sabíamos era qué tipo de película quería hacer. Y me dieron toda la libertad del mundo. Incluso en lo económico: tuvimos el tiempo de montaje que se necesitó, hicimos los viajes que teníamos que hacer.

-¿Qué te generó ver el producto terminado?

Fue una prueba de superación: pasé por un largo túnel y volví a nacer. Pude sentir que estaba cayendo por un precipicio: no llegábamos, los tiempos no corrían, estábamos en otro país filmando. Sin contar con que durante el proceso murió mi viejo, que de algún modo es por quien terminé escuchando a Zitarrosa. El todos los días me preguntaba cómo iba la película. Y no pudo verla.

-Con el producto terminado, ¿qué viste de vos que no habías advertido antes de empezar?

Siento que hice un proceso interno, personal. Me conecté con las mismas cosas primarias que siempre me latieron y me conmovieron, y que tienen que ver con lo ideológico. Pude demostrar una idea, un pensamiento, una hipótesis, sin medias tintas. Eso me gusta. Zitarrosa es así. Me molestan aquellos trabajos que tratan de alivianar esa carga, de hacer la historia más superflua para el público, para que vaya más gente. Ni aunque quisiera forzarme podría hacerlo. Me siento feliz de que sea una película ideológicamente contundente.

– Zitarrosa es así. Vos lo decís.

El estaba permanentemente atento a todo lo que estaba pasando. Una persona informada, conciente de lo que pasaba. Gran parte de los audios testimoniales son de su archivo. Lejos de pensar en la importancia que podía tener a futuro, necesitaba dar testimonio de lo que estaba pasando. Es la clave de él: por algo murió joven. Nunca lo pensé, pero me hubiera encantado que hubiera podido ver la película. 

Norberto Chab

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