El jueves 8 de noviembre en Cine Cosmos (Av. Corrientes 2046), Espacio Incaa La Máscara (Piedras 736) y Cine Eco Select La Plata (Calle 50, La Plata) se estrenará el documental Konstruktion Argentina de Fernando Molnar. Se trata del recorrido de un joven arquitecto por Argentina y Alemania, siguiendo las huellas de la relación del arquitecto Walter Gropius con la Argentina, al celebrarse el centenario de la Bauhaus, la escuela fundada por Gropius. El periplo exhibe obras de diversas épocas de ambos países, y permite advertir características similares, propias de esa escuela.
Fernando Molnar, director con una marcada relación entre su obra de cineasta y la arquitectura, dialogó con GPS audiovisual para contar pormenores de la película.
-¿Cuándo y cómo surgió el proyecto?
Fue después de haber presenciado una master class del especialista en patrimonio Fabio Grementieri, donde planteaba un recorrido por obras de infraestructura -privadas o públicas-, que tenían algún rasgo alemán. Ya sea porque sus arquitectos o ingenieros eran alemanes, o porque estéticamente tenían relación con alguna corriente arquitectónica de Alemania. Planteaba una diversidad enorme de obras, desde neoclásicas hasta modernas. Fue un viaje: acompañé su relato y sus fotos durante dos horas, y me trasporté a esas obras.
-¿Por qué estabas interesado? ¿Qué relación tenías con la arquitectura?
Mis abuelos y mis tíos son arquitectos. De chico me llevaban a visitar grandes obras: espacios gigantescos donde había maquinas infernales y personas trabajando, bajo el sol o en lugares muy oscuros. Desde ese entonces me llamaban la atención la arquitectura y la ingeniería. Con los años fui conociendo muchos maestros de la arquitectura.
-¿Cómo te acercaste a la Bauhaus?
Desde que era joven, mis tíos me mostraban fotos y catálogos de esa escuela. Conocí sus fundamentos. Me llamó la atención que era una escuela multiartística, donde no solo se estudiaba arquitectura sino también diseño o indumentaria. Cuando me encontré con el tema de la influencia alemana en la Argentina, pude indagar un poco más en detalle.
-¿Cómo estructuraste el guión?
Primero pensando en función de que es una película coral, donde hay varios coprotagonistas que son los edificios. Por otro lado, no quería hacer algo cronológico. Pero las propias corrientes estéticas tratadas en el documental de alguna manera lo pedían, porque una cosa llevaba a otra, y había cierto contexto que se debía explicar. Se trabajó con la idea de no cansar con obras de una misma corriente (todas modernas o todas Bauhaus), sino plantear un viaje un poco ecléctico.
-En esta historia coral, tiene protagonismo el edificio de Bunge y Born.
-Le dimos importancia a terminar con el principio, que sea un poco circular. Elegimos el silo Bunge y Born, una obra rescatada por uno de los maestros de la arquitectura moderna, Walter Gropius. Es una obra que quedo media chueca, porque únicamente quedó la parte de atrás del silo. La otra parte fue destruida por la llegada del nuevo Puerto Madero.
-Es una alegoría sobre el destino de los bienes patrimoniales y culturales.
La decisión fue no hablar de política ni expresar directamente una respuesta acerca de lo que es el patrimonio. Pero sí mostrarlo. Están las imágenes de la demolición y las actuales, del pedacito que quedó remodelado. Se ve claramente que en el medio de ese nuevo Puerto Madero quedó como una pequeña mancha de ese silo, que son esas cúpulas con las fechas de su construcción. Una manchita de ese país que pudo haber sido y que no fue, o de ese país destruido, o de ese país nuevo: depende de quien lo mire. Se puede ver desde el punto de vista de la desprotección del patrimonio o desde el del progreso económico: tal vez sea bueno que lo viejo ya no exista. El patrimonio tiene tantas miradas como personas y el documental no baja línea respecto a la necesidad de preservarlo.
-El hilo narrador es el personaje de Daniel Werner con una voz en off. ¿La película se hubiera hecho sin él?
Usar un personaje como hilo conductor se debatió muchísimo durante el proceso. Para mi punto de vista era necesaria una voz en off –un poco didácticamente- para guiar estas relaciones alemanas con otros profesionales de otros países europeos. De no estar el personaje principal, seguramente hubiera sido otra película. Más parecida a una de Heinz Emigholz.
-¿Qué fueron a buscar en los viajes?
Al tener un diseño de producción tan acotado, no tuvimos muchos momentos para buscar algo. Pero en los edificios encontramos espacios inhabitados; en cada locación, en cada obra, había espacios nuevos para descubrir.
-¿Hubo algún hallazgo inesperado, ignorado hasta el momento?
En el Banco Nación -en la sede central, frente a la Casa Rosada- descubrimos que dentro del banco había un polígono de tiro en desuso.
-En la película se muestran influencias de la arquitectura nazi en la Argentina. Básicamente, en la obra de Alejandro Bustillo. ¿Con qué criterio lo abordaron?
Estaba pensado desarrollar un poco más esta temática, pero priorizamos la cuestión arquitectónica. Existe influencia de la arquitectura nazi, en Bustillo (así se advierte en la obra del Banco Nación y del hotel-casino de Mar del Plata) como en otras obras. De hecho, bastante de la obra monumental de todo el peronismo fue basada en la monumentalidad nazi. Pero al ser una película coral, no podían entrar más obras ni detenerme en esta cuestión. La película habla de estas influencias alemanas en distintas épocas, no solamente en la corriente monumental nazi que toma Bustillo.
-¿Cuáles son los puntos en común de tu obra?
Quizás en mis trabajos anteriores se puede ver cierto trabajo o acercamiento a la arquitectura, o al universo del hábitat. En “Showroom”, su protagonista vende departamentos en el showroom de un edificio. En otros documentales de los cuales hice la producción ejecutiva, como “El rascacielos latino” (de Sebastián Schindel), “El mercado” (de Néstor Frenkel) o “Hacerme feriante” (de Julián D’Angiolillo) también aparece.
Creo que me caracterizo por no tener demasiados temas sino por transitar distintos géneros. Eso me atrae mucho.
Norberto Chab