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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Mariano Turek y Luján Loioco estrenan «Algo con una mujer»: «El planteo nos interroga sobre la condición humana»

Desde el jueves 18 de junio se exhibe Cine.ar TV (y desde el viernes 19 en Cine.ar Play) Algo con una mujer, codirigida por Mariano Turek y Luján Loioco y protagonizada por María Soldi, Abel Ayala y Manuel Vignau.

La acción transcurre en 1955 y gira en torno de Rosa, una costurera de un barrio periférico, amante de las historias de detectives, que pasa gran parte del tiempo sola y aburrida, ya que su marido -militante político- es una presencia ocasional en el hogar.Involuntariamente, Rosa se convierte en la única testigo de un crimen. Entonces, su mundo de fantasía se quiebra abruptamente. Y tendrá que resolver por sí sola las dificultades y los riesgos que se le presentan.

Mariano Turek y Luján Loioco dialogaron con GPS audiovisual sobre Algo con una mujer.

-La película está basada en una obra de teatro, “La rosa”. ¿Qué elementos incorporaron a la narración que no estaban en el libro original?

Luján. El proceso de adaptación duró años de trabajo y se realizó con mucha libertad. Siempre supimos que no queríamos extrapolar la obra de forma literal sino que, por el contrario, buscábamos construir un guion profundamente cinematográfico, que albergara el germen de “La Rosa”.

En pos de ese objetivo, decidimos anclar el relato en un único tiempo, el año 1955, a diferencia de la dramaturgia que transcurre entre dos años distintos, y abocarnos únicamente a narrar la historia de Rosa. En esta línea, reforzamos algunos elementos que ya estaban presentes en la obra original, como el crimen, el secreto y el contexto turbulento, pensando en construir un relato clásico que responda a los códigos del film noir o, en este caso, podríamos decir domestic noir.

Mariano. Hicimos muchas reescrituras para lograr una versión de guion que tenga una estructura sólida y, mientras nos apropiábamos del texto de Beltzer, íbamos aplicando gestos y matices propios. Mantuvimos los conflictos que condicionan a los personajes, pero transformamos el modo en que se desenvuelven, hablan y responden a esos estímulos, actualizándolos, buscando que interpelen al espectador actual.

-¿Qué los motivo a realizar una película de los años 50, con connotaciones políticas?

Mariano. Partió originalmente de la obra teatral, que está ambientada en 1955. De hecho, el crimen que se cuenta en la historia ocurrió realmente en la ciudad de Santa Fe. Nosotros abordamos la cuestión política en forma tangencial; nos interesa más que nada para trabajar el género, como parte de ese entorno violento y corrompido que contamina la vida de la gente.

-¿Qué referencias tuvieron para poder captar la forma de vida y las costumbres de esos años?

Luján. Muchas referencias familiares. La observación, en primer lugar, y el recuerdo de mi abuela y mis tías abuelas, por mi parte.También investigamos y trabajamos con material de archivo, fotografías, recortes de diarios de la época, gráfica y películas. Como guionista, trabajé mucho con la imaginación; me gusta proyectarme a mí misma en diferentes universos. Ese recurso me ayuda siempre para evitar estereotipar a los personajes, en este caso Rosa. Necesito acercarla a mí para humanizarla. Actualizar a esa mujer con la que, a pesar de la diferencia de época, tenemos la misma edad.

-¿Cuáles son las influencias (películas, directores) que tienen del cine negro y cómo la volcaron a la película?

Mariano. El fanático del policial negro en esta pareja soy yo. Ese rasgo de Rosa, que es amante de las novelas de detectives, está basado en mí. En el cine argentino, el policial negro tiene mucha historia, con muchísimas y muy buenas películas en su haber. Y hay grandes directores que han trabajado con el género, como Carlos Hugo Christensen, Mario Soffici, Kurt Land, Hugo Fregonese, Leopoldo Torre Nilsson; y más cercanos en el tiempo, Adolfo Aristarain o José Martínez Suárez, entre tantos otros.

Hay un vínculo en Algo con una mujer con ese tipo de cine, en películas como Los tallos amargos; Rosaura a las diez; No abras nunca esa puerta; El extraño caso del hombre y la bestia o El crimen de Oribe, por citar un puñado.

También se generan relaciones con cierto policial negro francés, o estadounidense, de las décadas del 40 y 50. Pienso en películas como Laura, The Naked City, La mujer del cuadro, Pick up on South Street o la filmografía de Jean Pierre Melville. Incluso, en Algo con una mujer, Rosa va al cine a ver Scarlet Street, de Frtiz Lang. Este cineasta alemán, Samuel Füller o Jules Dassin son referencias ineludibles en relación al género, en nuestra película.

-¿Cómo fue la búsqueda de la protagonista? ¿Había otras candidatas? ¿Qué vieron en María Soldi?

Luján. A María Soldi la conocí en 2012, filmando el mediometraje El amor siempre nos quema. En esa oportunidad también trabajamos con Manuel Vignau. La verdad es que quedé con un lindo recuerdo. En 2018, cuando comenzamos con el casting de nuestra película, le hablé a Mariano de ella, le mostré un par de referencias y fotos e inmediatamente le impactó su rostro. La vimos en teatro, en Luis Ernesto llega vivo y tomamos la decisión. Fluyó todo de manera muy natural, sin casting. Le mandé el guion, le gustó el desafío de trabajar una historia de época y en poco tiempo iniciamos los ensayos.

-La película gira esencialmente en torno a ella. A su mirada y su presencia escénica. Tiene una personalidad ambivalente: por un lado sumisa, por otro lado independiente. ¿Cuáles eran los rasgos que querían destacar de ella?

Mariano. Una de las intenciones más claras que tengo como guionista es trabajar la humanidad de los personajes; me refiero concretamente a la condición humana. Esa capacidad que tenemos de ser luminosos y solidarios con algunas cuestiones y profundamente miserablesy egoístas en otras. Intento generar matices, desde la caracterización, para alejar a los personajes de una falsa perfección o, en este caso, de una victimización. Me gusta pensar que, aún dentro de la cultura del sometimiento, existe un pequeño margen de libertad en el cual aflora nuestra humanidad y nos permite tomar algunas decisiones. Y hablando específicamente de la sumisión, creo que esa lectura responde al tiempo presente. No creo que Rosa se asumiese de esa forma, como alguien sometida. Por el contrario, la veo fuerte y decidida pero, obviamente, siendo parte de un contexto determinado, marcado por una cultura y una sociedad machista y patriarcal. Creo que sería un poco inverosímil proyectarla de otra manera. Por otro lado, la definís como independiente y sí, concuerdo en que Rosa defiende sus pequeños espacios de libertad, aún cuando el precio de esos espacios implique tomar decisiones moralmente cuestionables.

-¿Qué referencias feministas incorporaron en la personalidad de la protagonista, una ama de casa de mediados de los 50?

Luján. No trabajamos con referencias específicamente feministas. Pero sí leímos revistas de época para revisar cómo los medios configuraban a la mujer como consumidora, y qué cosas se le ofrecían. También encontramos un decálogo español, que en esos años estaba bajo la dictadura franquista, con consejos que incluimos en algunos diálogos de la película, como por ejemplo, con respecto al marido: “hacerlo sentir a sus anchas y no preocuparlo”. Pareciera ser ficción, pero eso sale de la realidad misma.

También creo que no hay mayor referencia o inspiración que la actualidad. La revolución feminista que estamos viviendo nos obliga todo el tiempo a repensarnos, a nosotras mismas, en la conquista de la igualdad. Repensar desde el amor, también, a las madres y abuelas que nos criaron y que fueron, sin dudas, las mujeres que nos precedieron en nuestras conquistas. Creo, como madre, que una educa con la palabra pero forzosamente también educa con lo que calla. Probablemente, muchxs de nosotrxs nos criamos con abuelas que al igual que Rosa vivían puertas adentro, esperando a sus maridos, cosiendo o limpiando la vajilla. Pero me gusta pensar que, posiblemente, muchas de ellas, al igual que Rosa, habitaban sus pequeños mundos privados. Y que a pesar de los claros condicionamientos de la cultura patriarcal, lograron traspasarnos sus anhelos y secretos. Mariano. Volviendo a la película: Rosa por ejemplo, está inspirada en una mujer que realmente existió. Fue la madre del dramaturgo Julio César Beltzer y presenció realmente un asesinato en el año 1953. Un asesinato que jamás se animó a denunciar. Ese relato, con muchos silencios, imagino, penetró de tal forma en la cabeza del dramaturgo, que años después escribió la obra teatral La Rosa. Y nosotros, azarosamente, muchísimos años después, tomamos esa obra y nos decidimos a hacer con ella una película. Me parece interesante pensar cómo esa señora de Santa Fe no pudo denunciar ese crimen en 1953, pero de alguna manera su voz persistió y terminó denunciando en una pantalla de cine.

-El protagonista masculino es una presencia casi invisible, un personaje en fuga permanente. Aunque se lee como un hecho propio del momento político, ¿también se puede interpretar como su imposibilidad de conectarse con su esposa? ¿Hay allí un conflicto subyacente paralelo?

Mariano. Posiblemente sí. Creo que ellos viven en un estado de crisis permanente, al igual que el contexto que los rodea. Pero, a su vez, también me animo a pensar que, de alguna manera, el vínculo matrimonial que construyen se corresponde con el modelo de familia de la época, donde muchas veces, era la consumación de una imposición más que una elección personal.

-¿Qué devolución recibieron de quienes vieron la película que ustedes no esperaban? ¿Cómo creen que la van a recibir los peronistas y los antiperonistas (si es que no la vieron ya y compartieron sus inquietudes y reflexiones)?

Mariano. Las devoluciones hasta el momento fueron en general muy positivas. Estamos viviendo esta etapa con mucha alegría.Con respecto a la segunda parte de tu pregunta, la película no plantea antinomias partidistas. Aquí hay personajes que son peronistas, hay otros que no lo son, y hay otros directamente anti. Pero la visión no está planteada en esos términos, no es entre peronistas y antiperonistas, es más bien entre ladrones y no ladrones, de qué partido sean no es lo determinante, sino lo que hacen. Y que, en este caso, nos interpela a todxs los argentinos por igual. El planteo del relato pasa por algunos interrogantes más relativos a la condición humana, como decía con anterioridad. Cómo la violencia y la injusticia de una sociedad enferma, y corrupta, condicionan la vida de sus integrantes, y repercuten en sus actos cotidianos. Interesantes elementos para hacer un policial con rasgos de noir, ¿no?

Norberto Chab

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