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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Lautaro García Candela estrena «Cambio cambio»: «Me interesó contar cómo las cuestiones políticas nos afectan en la vida cotidiana»

Lautaro García Candela es el director de Cambio cambio, thriller con producción de Gong Cine (Magdalena Schavelzon, Pablo Piedras) y 36 Caballos (Iván Moscovich, Juan Segundo Alamos), protagonizado por Ignacio Quesada y Camila Peralta que se estrena el jueves 16.

Cambio cambio se sumerge en el complejo mundo de los “arbolitos”, los vendedores de moneda extranjera que, apostados sobre la Peatonal Florida, que buscan captar clientes ofreciendo la mejor cotización.

En su primera semana de exhibición se presenta en Cacodelphia Cine Arte; Cinema Paradiso de La Plata; Showcase Norte; Cinépolis Avellaneda; CMP Adrogué; Leonardo Favio (Córdoba); Cinépolis Mendoza; Espacio Incaa La Banda (Santiago del Estero) y Espacio Incaa Villa Regina (Río Negro). Y los viernes 17, 24 y 31 en Malba Cine.

-¿Qué te atrajo del mundo de la economía y la política vinculado a la obsesión por el dólar para llevarlo a la pantalla grande?

La idea de la película surgió un día que estaba en el Microcentro. Vivo a tres cuadras de Florida y Lavalle. En 2019 hubo un salto muy grande del dólar, en el marco de las elecciones –de las PASO a las generales-, en las cuales advertí un frenesí muy grande en las calles. Me sorprendió muchísimo porque no estaba acostumbrado a ver ese movimiento, de qué forma se movía la gente que cambiaba ahí en la calle. Hasta ese momento solo lo conocía por las noticias: en los portales, los diarios o en la tele. Eso tenía una especie de aplicación muy directa en la vida cotidiana.

Entonces, me pareció interesante para pensar en la dinámica entre lo personal y lo político. En cómo las cosas que parecen suceder por arriba nuestro, que son las cuestiones políticas, de alguna manera nos afectan de manera cotidiana. Ahí había un lugar interesante para investigar y para plantear una ficción: por una cuestión personal me surge pensarlo desde lo ficcional. Entonces, lo que pensé, fue una ficción en ese lugar.

-¿Qué te llevó a introducirte en el mundo de los cambistas callejeros, que aparentemente no parece ser muy accesible y hasta puede implicar un riesgo?

Tuve casi un año de investigación. El guion lo empecé a escribir en la pandemia. En ese momento escribir un guion de este estilo era casi de ciencia ficción. Al principio me preguntaba si me estaba pasando de costumbrista y cuando llegó la pandemia pareció absolutamente fantasioso. A medida que se fue abriendo la pandemia, fui entrando en confianza con algunos arbolitos, de los cuales me hice amigo, con quienes tengo confianza y relación hasta hoy. Todo a partir de cambiar dólares, es verdad. Porque una vez que cambiás dólares, los arbolitos quieren tener tu teléfono y que haya confianza. La aproximación más fácil es cambiar dólares, pero ¡no siempre tenía dólares para cambiar! No es algo tan común en mi vida, no tengo tantos ahorros (Risas). Lo que hice fue hacerme amigo, ayudar de distintas maneras a los arbolitos que estaban ahí.

-Una vez que entraste en confianza, ¿qué encontraste?

Una realidad muy precaria. En general son inmigrantes y gente que trabaja a comisión, día a día. A partir de las historias que ellos me contaron -la gran mayoría de las cosas que pasan en la película me lo relataron ellos y yo lo único que hice en el guion fue organizarlo-, ahí salió el germen del guion de la película. Pero no fue fácil ganarme la confianza de la gente. Lo uno está siempre buscando es no ser siempre un turista. Lo que surge cuando uno se acerca a un mundo tan importante es el síndrome del impostor. Eso de estar hablado de algo que uno no conoce del todo. Ese era mi principal miedo y motor como para conocer esa gente. Para poder contar su vida de la mejor manera posible.

-Al mismo tiempo imagino que la desconfianza de ellos por la actividad que desarrollan porque precisamente no se trata de una actividad legal, aunque es muy frecuente.

De hecho, en la película se dice que no es una actividad legal, pero es legítima. En el sentido de que los argentinos que tienen la posibilidad de ahorrar van al dólar. Que suba el dólar implica que tu sueldo valga menos. En ese sentido, no había una cuestión moralizante. ¡No iba a buscar a los arbolitos como si fueran los culpables de esta situación! Ellos son el eslabón más bajo de la especulación financiera. De eso me di cuenta muy fácilmente cuando hablé con los cueveros, con sus jefes. Ellos sí piensan que están haciendo una especie de servicio a la sociedad ante la situación de que el peso se devalúa la gente va al dólar. Si no lo pueden conseguir legalmente lo van a hacer de otra manera. Entonces, los chanchullos con el dólar van a surgir inevitablemente, si la inflación sigue como está y el peso continúa devaluándose. En ese sentido, lo que hice fue plantear un ambiente de trabajo en el que respetemos la calle: los arbolitos se han comido muchas cámaras ocultas o estigmatizaciones de la prensa.

-Ignacio Quesada y Camila Peralta son la pareja protagónica. Con el riesgo artístico que implica no tener nombres populares o convocantes. ¿Qué te decidió a elegirlos?

Llegué por casting. Ignacio Quesada había trabajado en varias series de Netflix, como Puerta 7 y El Marginal. Vi en él una especie de dureza mezclada con inocencia: el protagonista tiene una inocencia muy grande en el mundo que se está metiendo. Por otro lado, es un tipo que está curtido. Por la voz y por su presencia. Y también Camila (Peralta). Cuando uno escribe un guion es letra muerta, son palabras que no tienen vida. En el momento que son encarnadas por un actor, lo que genera es un poco de impresión porque lo que uno escribió empieza a tomar vida. Los actores fueron muy generosos.

-El romance entre ambos se sostiene a lo largo de la película. ¿Estaba presente desde el origen la posibilidad de atravesar la historia de amor como una subtrama?

Primero porque son grandes actores y tuvieron una química muy grande. En ese sentido, la idea de construir el personaje junto a ellos fue algo vital. Ellos tuvieron sus propias ideas sobre lo que sucede al final de la película, que no eran las mismas que tenía yo. Pero estaba bien, porque uno escribe algo y no se puede hacer cargo de todas las implicancias que lleva eso.

Por otro lado, el amor lo que hace en la película es hacer juego con la política, en el sentido de que toda relación social está implicada con el dinero. Es inevitable. Para Nacho, el protagonista, tanto la relación amorosa como con sus compañeros de banda están marcadas por el dinero.

Julia Montesoro

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