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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Lautaro Delgado Tymruk dirige «Treplev»: «Es como un discurso de Groucho Marx, disparatado y a la vez profundo»

Treplev es la ópera prima de Lautaro Delgado Tymruk, un documental codirigido con Esteban Perroud a partir de una gira teatral que realizó por Francia el elenco de Los hijos se han dormido, versión de La gaviota de Anton Chejov que escribió y dirigió Daniel Veronese. La Compañía estuvo integrada por -entre otros- María Figueras, María Onetto, Claudio Da Passano, Ernesto Claudio y Lautaro Delgado Tymruk (quien interpretó a Treplev). Estrenado en el FIDBA 2019, se exhibe los jueves y viernes a las 20 hs. y los sábados y domingos a las 17 y a las 19 hs. en El Cultural San Martín, como parte del ciclo Espacio Documental.

Al mismo tiempo, protagoniza El amo del mundo, basada en la obra de Alfonsina Storni, con dramaturgia y dirección de Francisco Lumerman, que se presenta en el Teatro Regio de jueves a domingos a las 20 hs

-¿Qué te entusiasmó de la representación teatral de Treplev para pensarla como una película?

Lo dice la sinopsis: Treplev se define por lo que no es. No es el documental de una compañía que está de gira por Europa haciendo una obra de teatro, no es un homenaje del cine al teatro, no es un homenaje del teatro al cine. Es y no es todo eso. Es una especie de novela paranoica del sujeto enunciador (el actor que hace de Treplev, que vendría a ser yo), quien a partir de sus enunciados en forma de carteles, empieza a tener una mirada paranoica sobre lo que está viendo y sobre la mirada del otro director, por quien se siente amenazado. Director que además es el novio de la actriz que hace de Nina.

El enunciador lo relata como un diario de viaje, una bitácora desordenada, disparatada. Mí me gusta pensarlo como si fuera un discurso de Groucho Marx, como si hubiera algo de ese disparate que no deja de ser una mirada profunda sobre el detrás de escena. Siempre me interesó ese espacio. Desde niño, cuando ingresé a Andamio 90, aunque todavía no se llamaba así. Ese detrás de escena, las bambalinas, el detrás del decorado, lo que pasa con los vestuarios cuando están solos.

Siempre me pareció que hay una cuestión mitológica –sea en el cine o el teatro- en relación con la representación, van más allá de la actuación misma: hablan también del ser humano. Esta pregunta de ¿qué estamos haciendo acá, en este planeta? ¿Qué venimos a representar?

Cierta vez, en una clase de semiología un profesor describió a la semiología como un metalenguaje porque habla del lenguaje. Yo lo asocié con la actuación: en realidad es una metaactuación, porque los seres humanos no dejamos de actuar nunca. Desde el nombre que nos es asignado, la identidad de género, el vestuario de cada época. Si uno se pone a pensar, cada época tiene su forma de actuación. Si uno se pudiera teletransportar diría que las personas de otras épocas están sobreactuando. Sin embargo son tipos de actuación: uno actúa sin darse cuenta. De esto habla Treplev, de una forma amorosa.

-¿Cuál era la línea argumental original y qué circunstancias la fueron modificando durante el rodaje?

Inicialmente no tenía la intención de ser un documental. Llevé mi cámara nueva a la gira para registrar el detrás de escena mientras aprendía a usarla y Esteban llevó la suya. Nunca se habló de que cada uno grabara determinadas cosas. Luego de 45 días en Francia empecé a editar mi material en Buenos Aires y Esteban hizo lo mismo con el suyo, cada uno por su cuenta. Hasta que en un momento nos llamamos y nos pareció una gran idea ver el material del otro y como venía la edición. Cuando vimos el plano secuencia que hice desde la habitación hasta el teatro, apareció enseguida la idea del desdoblamiento y nos dimos cuenta que mi material necesita de su material y viceversa.

-¿Cómo llegaste a la versión final?

Había una primera versión de un montaje de cuatro horas que vimos junto a Santiago Loza. Nos hizo una devolución muy interesante: “sacá la hojarasca, ustedes ya saben lo que quieren hablar. Háganse cargo de eso”. Fue un impulso de valentía para contar lo que queríamos, de la forma que lo queríamos.

-¿Treplev es una experiencia circunstancial en vos o te impulsa a pensarte como director?

Yo estudié en la Universidad del Cine. Me encanta la dirección. No lo veo como algo excluyente a la actuación: me apasiona actuar y también dirigir. Me apasiona la representación en todas sus formas y me gusta estudiar sobre eso. También me gusta la docencia: me encanta dar clases y me interesa investigar sobre estos umbrales entre el cine y el teatro. En varios seminarios que di, el título fue “La actuación en la era de reproducción técnica”. Tengo varios proyectos ligados a la dirección, tanto de cine como de teatro.

-¿Y el cine con más fuerza a partir de esta experiencia?

Ambos por igual. Empecé a preparar una obra de teatro que me encantaría estrenar a mediados del año que viene, hay que ver si llego. Pero al mismo tiempo, paralelamente, estoy escribiendo dos guiones de cine.

-Mientras se exhibe Treplev protagonizás El amo del mundo en teatro.

Con Paula Ransenberg, a quien conozco desde los 9 años. Ella estaba en el grupo de los más grandes junto a mi hermana, mi querida y amada Natacha Delgado, quien además de actriz se dedicó a la investigación y es licenciada en artes combinadas. Paula es un lujo de compañera. Nunca había trabajado con ella. Estamos bajo la dirección de Francisco Lumerman, un actor que también fue formado en Andamio 90 y hoy tiene su teatro, y tiene una mirada sobre la representación que me interesa mucho.

-¿Qué significado tiene para vos retornar a la actividad después de tanto tiempo?

Tengo una sensación rarísima. Me pongo medio chinchudo porque no me gusta que mis trabajos se estrenen al mismo tiempo (NR.: participa en las series Días de gallos y El tigre Verón y las películas Nocturna, de Gonzalo Calzada y Desequilibrados, de Juan Baldana). Siento que no puedo dedicarle la atención que se necesita para promocionar las obras.  Pero se juntaron los estrenos y lo festejo porque es trabajo: trabajo hecho con mucho amor y mucha dedicación.

Julia Montesoro

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