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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Jorge Leandro Colás, director de «Viedma, la capital que no fue»: «La película gira sobre el eje político, el arquitectónico y el social»

Viedma, la capital que no fue, documental de Jorge Leandro Colás, continúa en su segunda semana de cartel. La película hace foco en la decisión del entonces Presidente Raúl Alfonsín, en 1986, de trasladar la capital de Argentina a la Ciudad de Viedma, en la Provincia de Río Negro. Y que describe el tránsito entre la ilusión y la caída del proyecto, a través de testimonios y material de archivo inédito.

-¿Qué te impulsó a considerar que la historia del traslado fallido de la capital a Viedma era tema para un documental?

Vivo desde chico en Buenos Aires. Y cada vez que cuento que soy de Viedma, mucha gente de mi edad -por ahí, más grande, se acordaba del intento de traslado de la capital. Me dicen “de la capital de Alfonsín”, “de la capital que no fue”. Vengo haciendo documentales desde hace mucho tiempo y esta temática siempre está dando vueltas en mi cabeza. En un momento pensé que alguien iba a hacer ese documental y que me iba a querer matar porque no lo iba a hacer yo (Risas). Porque era algo cercano y con los protagonistas y testigos de aquellos años tengo un vínculo familiar, o de vecinos, o conocidos, o cercanos. Entonces me dije que había que hacerlo, para contar ordenada y cronológicamente aquellos años que sacudieron a Viedma y sus alrededores -como Carmen de Patagones o Guardia Mitre- con este gran anuncio.

-¿Elaboraste el guion a partir de materiales que con los que contabas o lo reformulaste a partir de los testimonios que fueron apareciendo?

Buscamos que la película tuviera tres ejes principales: lo político, lo arquitectónico y lo social. Lo político a través de gobernadores, intendentes y gente vinculada a la pata política de aquel proyecto. A la vez, había algo muy potente con lo arquitectónico. Era una segunda pata posible de la película: cómo iba a ser este proyecto de la Nueva Capital, su nuevo distrito. Descubrimos que había un montón de material sobre eso: no fue solo una idea de Alfonsín, sino que el proyecto ya estaba avanzado.

El tercer eje tenía que ver con lo social, con aquellos vecinos y vecinas que llegaron a Viedma tras el anuncio, esperando un futuro mejor, la posibilidad de un trabajo. Y también con aquellos a quienes el traslado de la capital los iba a afectar especialmente, a quienes se les iba a expropiar el terreno para construir los nuevos edificios, las nuevas embajadas. El nuevo distrito federal iba a estar construido sobre tierra ya existente y muchas de esos vecinos también que están en la película eran afectados por este nuevo distrito federal.

-¿Qué sentimientos advertiste que prevalecen en esos testimonios contemporáneos hoy a casi 40 años de aquel proyecto fallido?

La gente de Viedma vive con cierta frustración aquel hecho. Para Viedma, el traslado de la capital es un hito; pero un hito de algo que no sucedió. Queda como una especie de sensación extraña: en aquel momento era de cierto orgullo por el anuncio y de cierta incertidumbre por todo lo que iba a pasar. A la distancia, se sigue viendo con cierta nostalgia y frustración. También porque era el comienzo de la nueva democracia (justamente este año cumplimos 40 años del regreso a la democracia). Este hecho pudo haber cambiado el país –y esa zona- y no lo hizo. También pudo haber cambiado esa zona: por algo no sucedió.

-¿Cuántos años tenías cuando escuchaste por primera vez hablar de este proyecto? ¿Cuál fue la primera noticia que tuviste y que recordás cómo estaba Viedma en ese momento?

Tenía alrededor de ocho años y recuerdo las conversaciones familiares. La sensación era de incertidumbre: ¿Qué iba a pasar? ¿Qué iba a pasar con cada una de nuestras vidas? ¿Qué iba a pasar con los trabajos de la gente?

Todo se podría haber sacudido con este traslado de la capital, con mucha gente que llegaba. También había cierto miedo a cómo se iba a transformar la vida de la gente de Viedma. Es una ciudad pequeña que vive con ciertos aires de pueblo: la hora de la siesta, la vista al río, las escapadas al mar. Tiene una buena calidad de vida: de hecho, para escapar un poco de Buenos Aires voy bastante seguido a Viedma. Seguramente, eso se hubiera perdido. Por eso también se generaba cierta oposición de la gente del lugar. Pero fundamentalmente se vivía con esa incertidumbre: con eso que llega pero que no sabes cómo puede terminar, cómo se puede desarrollar y cuánto va a afectar la vida de cada una de las personas de allí.

-¿Qué documentos o testimonios te sorprendieron más?

Aunque suene extraño hoy, lo que más nos sorprendió fue lo cerca estuvo Viedma de ser la capital de Argentina. Hay mucha gente que a la distancia puede pensar que fue una idea de Alfonsín, un discurso afiebrado –como el del viaje a la estratósfera de Menem- y no fue solo un discurso sino un proyecto bastante concreto y complejo en su desarrollo. Se creó un ente de traslado de la capital. Un estudio de arquitectura trabajó en función del traslado, diseñando desde el gran trazado urbano de este nuevo distrito hasta la calefacción que iba a llegar a cada cuadra, cada manzana, cada casa. Había estudios de suelo, de árboles, qué vegetación tenía que tener. Se avanzó mucho.

No solo eso: hubo una ley consensuada por el Congreso en las dos cámaras que aprobaba el traslado que nunca fue derogada. Está vigente.

La gente nos decía: “se avanzó mucho en el proyecto”. Eso era lo que nos sorprendía. En esas huellas encontrábamos un material bastante potente. Hay gente que se sorprende cuando ve lo cerca que Viedma estuvo de ser la capital de Argentina.

-¿Creés que el documental permite contribuir a reflotar el proyecto?

-Como la ley nunca fue derogada, cada tanto aparece algún legislador que dice que podría llevarse a cabo. Es muy difícil llegar al traslado por una cuestión económica y más que nada por una decisión política. Tanto Alberto Fernández como Cristina Kirchner en sus últimas presidencias hicieron mención al proyecto de traslado o plantearon la posibilidad de que Argentina podría evaluar un posible traslado de la capital.

Las situaciones de crisis -por ejemplo, la pandemia-, puso en foco esta cuestión de la macrocefalia del AMBA, con su concentración de población y de recursos: hospitales saturados en esa zona; lejanos, con pocos recursos y con poco personal en el resto del país.

La película no va a definir que la capital se traslade a Viedma, pero me parece interesante discutir el espacio que tenemos a nivel geopolítico: qué país tenemos, qué país construimos. Es interesante poner en discusión cuál es el eje de Argentina: por qué hay tanta concentración en el AMBA. Y qué se puede hacer para buscar el proyecto original como un faro, para buscar un país más federal descentralizado y un poco más justo.

Julia Montesoro

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