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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Gastón Cocchiarale estrena «Esto es tan solo la mitad…» como director: «El cine y la TV son maravillosos, pero mi amor es el teatro»

Desde el domingo 1 de agosto, Gastón Cocchiarale retomará la dirección de la obra teatral Esto es tan solo la mitad de todo aquello que me contaste, en la sala El Método Kairós. Como actor, además, está presentando Jauría los domingos en el teatro Del Picadero. Y por otro lado, integra el elenco de la serie El encargado, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat.

-Este deseo compulsivo de actuar y dirigir, ¿es una reacción catártica a un año de inactividad?

(Risas) Me gusta que lo llames así. Antes de la pandemia tenía este mismo deseo compulsivo de actuar, de dirigir, de hacer. Durante la pandemia me dije “la vida es otra cosa, hay que ir más tranquilo, más lento”. Pero apenas volvieron a abrir todo, volví a ser el mismo ¡No aprendí!

-¿Padeciste el encierro?

Es que se me mezcla el límite entre el ocio y el trabajo. Disfruto mucho lo que hago, ya sea dirigir, actuar, dar clases o filmar. Me conecta con lo que quiero ser.

-Entre lo que querés ser está dirigir. ¿Por qué quisiste dirigir Esto es tan solo la mitad de todo aquello que me contaste?

Es una obra que me marcó mucho: actué en ella cuando la dirigió Pablo Bellocchio en Timbre 4. Dos años atrás, Tami Liberati -mi novia y productora del espectáculo-, me ofreció hacerla, con ella como actriz y yo dirigiéndola. ¡Al instante armé un elenco!

Trata sobre un padre de familia que acaba de morir y que tuvo dos familias paralelas, una en Buenos Aires y otra en San Juan. Los espectadores van a ver el velorio de ese tipo. Allí se encuentran por primera vez estas dos familias. El dispositivo dramatúrgico que armó Pablo es sumamente interesante: el relato se va construyendo en base a lo que los hijos van contando. Durante 40 minutos ves a la familia de Buenos Aires en un espacio de la casa donde se está velando al padre; luego, esa escenografía da una vuelta y se transforma en otro espacio, donde se ve la segunda familia. Como dispositivo escénico es súper desafiante.

La obra está relacionada con la dictadura militar que vivió la Argentina. No porque hable de la dictadura, sino porque muestra una familia a la que aun le quedan heridas, marcas. Habla de nosotros, de la división de los argentinos, escondido detrás de una historia familiar.

-A comienzos de año también dirigiste El juego, en el teatro Metropolitan. ¿Qué te atrae más, las salas periféricas o los teatros comerciales?

Todo. Soy feliz en el teatro Polonia (que tiene 25, 30 localidades) o en el Metropolitan, con 800. Me gusta hacer teatro y donde sea, mientras haya un par de sillas para que la gente se siente y podamos hacerlo. Cuando por primera vez se permitieron los espectáculos al aire libre, lo primero que hice fue ensayar un monólogo de Chejov, Sobre el daño que causa el tabaco, y en la terraza de un teatro de una amiga -el Border- pusimos una sillita, unas mesitas y nos tiramos a la pileta.

-Simultáneamente participás en Jauría, recreación de un caso real acerca de cinco jóvenes que violaron a una chica en España en 2016. ¿Qué te llevo a  encarnar el rol de un personaje repudiable y además real?

Cuando leí el material pensé que no podía hacerme el boludo y decir que no tengo nada que ver con este hombre. Yo fui criado de la misma forma. Uso algunas expresiones que dice este personaje. Hay una discusión que no estamos dando sobre el tema, que es de dónde salen estos tipos. ¿Qué educación recibieron? ¿Qué les pasó en la vida? ¿Qué hombres estamos criando para que tengamos esta otra pandemia que son los femicidios, los abusos, las violaciones?

Yo también estoy haciendo una revisión de mis comportamientos, de mis formas. La obra habla de eso: son cinco pibes que no tuvieron registro que eran violadores. No actuamos a estos cinco pibes como cinco villanos, como cinco demonios, porque ningún violador es un extraterrestre que cayó de Marte sino que es producto de una sociedad con una educación patriarcal machista.

De hecho, los hombres que vienen a verla salen profundamente incómodos, porque se ven parecidos a lo que mostramos arriba del escenario. Ahí es donde el teatro cumple su rol de de espejo.

Hay otro gran detalle que tiene el espectáculo: todo lo que decimos en escena está extraído literalmente de los expedientes. Eso es muy fuerte porque no es ficción ni exageración.

-Paralelamente estás otra vez junto a Guillermo Francella, en un proyecto de una plataforma internacional: la serie El encargado, dirigido por Mariano Cohn y Gastón Duprat.

Se trata de un encargado de un edificio, interpretado por Guillermo. Yo vengo a hacer su asistente, su mano derecha. Es un proyecto para estrenar en Starplus el año que viene.

-Las grabaciones se detuvieron por los casos de covid de Francella y de Gabriel Goity. ¿Qué reflexión te genera depender de esta nueva normalidad?

Se empieza a naturalizar este tipo de cuestiones, porque hace más de un año estamos viviendo en este contexto tan adverso. Me parece muy honorable que haya gente que invierta y se anime a producir ficción. Esto no es como una fábrica, que si se enferma un operario viene otro. Acá se enfermó un actor y tenés que suspender una semana de rodaje. Es muy riesgoso producir en este contexto, y aún así hay productores que apuestan.

-El año pasado se estrenó la película Román, de Majo Staffolani y se espera el estreno de El sistema KEOPS, de Nicolás Goldbart. En muy poco tiempo transitaste el cine, la televisión, el teatro y el streaming. ¿Hay algo de todas estas formas de expresión que te entusiasme más?

Tengo una gran devoción por el teatro. Es un ritual, como una iglesia: esto de contar el cuento cuando se apagan las luces y si algo sale mal hay que resolverlo como se pueda, con la gente ahí, en vivo. El cine y la televisión me encantan, pero quizás tienen una cuestión más fría. Si te equivocaste podés repetir. O de repente estás dejando la vida en una escena y justo pasó un avión y cagó el sonido, entonces tenés que volver a hacerla. Y los imponderables hacen que el tiempo se estire como un chicle, y estás esperando más que actuando. Todos los ambientes de trabajo son maravillosos. Pero a mí tiene enamorado el teatro.


Julia Montesoro

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