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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Ernesto Ardito presenta «Sexo y revolución»: «Un régimen totalitario antihomosexual puede volver y es necesario luchar para que no suceda»

El documental Sexo y Revolución, de Ernesto Ardito, se exhibirá en el Gine Gaumont en solo cuatro funciones, entre el jueves 9 y el domingo 12 a las 19.45 hs., en el marco de la muestra Orgullo 2023.

Con producción de Virna Molina y apoyo del INCAA, la película fue multipremiada en festivales de cine y narra la historia del Frente de Liberación Homosexual, que a comienzos de los años 70 intentó frenar la discriminación, la cárcel y los crímenes impunes de los que eran víctimas. Fueron los precursores del movimiento LGTB+ y enfrentaron a una sociedad  que no estaba preparada para sus ideas.

Con el relato de sobrevivientes y con un montaje de archivos asombroso, que poetiza los conceptos vanguardistas sobre la revolución sexual y el patriarcado, la película de Ernesto Ardito trasciende el homenaje para ser un refugio imprescindible para conocer la historia LGTB+ de nuestro país.

Sexo y revolución es una sucesión de testimonios y material documental que recupera una saga de medio siglo, a partir del comienzo de los años 70, cuando en la Argentina los homosexuales eran internados en hospitales psiquiátricos, torturados y encarcelados por la policía; ridiculizados y hostigados por la familia, la iglesia, la escuela y el ámbito laboral. Frente a esto, un grupo de homosexuales decidió enfrentarse políticamente contra la moral represiva de la sociedad. Unos fundaron el Frente de Liberación Homosexual (la organización que plantó la bandera por la liberación sexual y la lucha contra la represión policial que hostigaba todo atisbo de disidencia de los cuerpos) y otros decidieron incorporarse a organizaciones revolucionarias. La paradoja es que su disidencia sexual hizo que también fueran discriminados y apartados por muchos partidos de izquierda. El espíritu de transformación social de la época aun no estaba preparado para ellos.

Con el advenimiento de la dictadura y la sentencia a muerte a los homosexuales, llegará lo más oscuro y siniestro de la homofobia. Los relatos de los sobrevivientes son una fuente fundamental de denuncia, que demostrará hasta dónde puede llegar el ser humano en su sed de intolerancia.

El documental enciende una alarma en un contexto donde la ultraderecha, con grandes posibilidades de gobernar en Argentina, promueve la quita de derechos de la comunidad LGTB y una vuelta a las políticas de odio e intolerancia.

Ernesto Ardito puso el eje en un tabú social que aun no está saldado y que reabre el debate sobre disidencias sexuales y militancia.

-¿Cómo surgió Sexo y revolución?
La idea surge a partir de ver a la generación LGTB nacida en los últimos veinte años, que viven su disidencia sexual con una serie de conquistas legales, políticas y sociales. Muchxs no conocen la historia de lxs protagonistas de la lucha histórica para lograr estos derechos. Por esto la motivación principal del film fue construir un puente de la memoria entre las dos generaciones. Y que se perciba como esa lucha no puede bajar nunca los brazos, porque la intolerancia persiste más allá de las dictaduras, el nazismo persiste más allá del Holocausto. La construcción de un otro diferente al cual hay que destruir subyace en muchos órdenes y siempre vuelve a la superficie. El nazismo se lo asocia con monstruos humanos como Hitler, Mengele o Videla. Pero los monstruos son pocos para ser realmente peligrosos; más peligrosos son los hombres comunes que construyen un nazismo cotidiano. Primo Levi, el escritor italiano, sobreviviente de Auschwitz sostiene que “Todo lo sucedido puede volver a suceder, que las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también.” 

-¿Qué representaba para vos el Frente de Liberación Homosexual antes de empezar el proyecto?
Una sola imagen. La de ellos con su bandera en Plaza de Mayo cuando Campora ganó sus elecciones. Una bandera que se leía muy bien para la foto, porque precisamente todos los militantes de otras agrupaciones que se encontraban alrededor se apartaron, para no ser confundidos en su orientación sexual. Al FLH lo dejaron solo, como una isla, entre cientos de miles de personas. La bandera decía: “Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad. Libertad a los presos políticos. FLH”. Esa imagen que quedó para la historia fue posible gracias al valor de ese grupo que se atrevió a plantarse a cara descubierta en esa Plaza de Mayo, con toda la homofobia reinante alrededor. Faltarían casi 30 años para la primera marcha del orgullo, organizada por la CHA, donde la mitad de los manifestantes incluso tuvo que marchar con la cara cubierta.

-¿Cuánto duró el proyecto, desde su inicio hasta terminar el montaje?
Es difícil siempre en un proyecto determinar un inicio y un final, porque la investigación generalmente comienza mucho antes, con lecturas de otros autores que abordaron el mismo tema. Así también en la cabeza navegan varios tratamientos posibles que son los que luego concluyen en el film como obra artística, más allá del contenido. Pero puedo considerar como inicio la lectura del texto “Sexo y Revolución”, escrito por el Frente de Liberación Homosexual en 1973, el cual me aclaró todo y de ahí no paré hasta concluir. Desde esa lectura todo duró un año: búsqueda de archivo, entrevistas y montaje. Por esto el film se llama así “Sexo y Revolución”. Antes el proyecto se llamaba “Nuestro Mundo” en homenaje al primer grupo de militancia homosexual, nacido en 1969 de la mano de Hector Anabitarte.

-¿Cuánto tiempo llevó conseguir esos archivos y cuánto el montaje?
Tengo un estilo de trabajo en donde el guion lo termino de escribir en el montaje. Cuando la palabra se combina con la imagen y los sonidos, cobra otra dimensión material y discursiva que no hay que desoír. Nos empuja a una dimensión propia, nos encontramos con nosotros mismos como cineastas y a partir de ahí todo fluye: como en el jazz, sabemos dónde empezamos, pero nunca dónde vamos a terminar, todo va creciendo como en un espiral ascendente. Por eso el guion lo reescribo absolutamente en el montaje. Es decir, más allá de los valiosísimos testimonios, “Sexo y Revolución” es un film de montaje, un gran collage de recuerdos, sensaciones, denuncias, tristezas, euforia, sensualidad y alegrías; manifestadas desde la poesía del cine.

-Los testimonios tienen un peso tan importante como las imágenes de archivo, que además complementan lo que se está narrando. ¿Qué tuvieron antes, testimonios o imágenes? 

El testimonio siempre estuvo pensado como base argumental. Son las voces que recuerdan, reflexionan y traen al presente la subjetividad de décadas de lucha y discriminación. Lamentablemente la epidemia del SIDA nos llevó a muchos de los dirigentes, por lo que en principio hay dos tipos de testimonios: los de los protagonistas que van guiando el film desde sus recuerdos y reflexiones, y los de los que ya no están, desde archivos. De todos modos la estética nos lleva a que el film no es de imagen testimonial; es decir, de caras parlantes, sino que apenas aparecen en cámara. Las voces son principalmente guías hipnóticas que conducen el relato que se manifiesta audiovisualmente como un collage heterogéneo de imágenes familiares, políticas, poéticas, sensoriales, animadas, dibujadas, intervenidas; o directamente cámaras de seguridad de comienzos de los 60 en los baños de hombres.

-¿Quiénes colaboraron con el proyecto? ¿Hubo quienes se negaron a participar? ¿Por desinterés? ¿Por miedo? ¿Por otro motivo?
El film no está restringido a las experiencias militantes dentro de los grupos de liberación homosexual, sino también a cómo vivían la homosexualidad muchos militantes de otras agrupaciones revolucionarias de los 70 como el PST, FAL, el ERP o el PC. Así es que testimonian Jorge Luis Giacosa, miembro del Frente de Liberación Homosexual; Guillermo García, del Partido Socialista de los Trabajadores; Valeria del Mar Ramírez, sobreviviente del Pozo de Banfield; el escritor Daniel Molina, de FAL y luego del ERP, quien estuvo 10 años preso; Alejandro Modarelli, periodista, coautor de Fiestas, Baños y Exilios. Y también testimonian desde los archivos quienes ya no están, como Néstor Perlongher y Carlos Jáuregui.
Nos hubiera gustado mucho entrevistar a Héctor Anabitarte pero no lo pudimos hacer, ya que vive en España y no contábamos con tanto presupuesto. Pero su experiencia es reconstruida por otros relatos. Héctor fue el fundador de “Nuestro mundo”, la primera agrupación por los derechos de los homosexuales y también fue militante del Partido Comunista, de donde fue degradado cuando salió del closet.
Con respecto a quienes no están en el film, me gustaría dejar en claro que Sexo y Revolución no es una película que busca ser objetiva. Toma un posicionamiento muy claro, el del oprimido. Hace 40 años y hoy, el opresor es el patriarcado. El film da voz a aquellos a quienes quisieron silenciar. Por eso decidí no entrevistar a Juan José Sebreli, miembro del FLH en los 70, porque siento que su posicionamiento actual está del lado de la opresión y no de la liberación. Tampoco lo considero un enemigo, sino simplemente, me causa una tibia indiferencia que por momentos se humedece de desprecio.

-¿Qué testimonio, documento o archivo no pudiste conseguir?
El objetivo principal del tratamiento del film es lograr que el espectador lo transite como si viajara por un túnel del tiempo y se sumerja desde lo sensorial en los primeros años 70, para poder sentir más profundamente las emociones y reflexiones de los personajes. Entonces busqué construir una red mental de imágenes que vuelven al presente como si uno tuviera una memoria personal de aquellos años; es decir, retazos de imágenes encontradas que cobran sentido desde los testimonios, los manifiestos políticos, las voces de los opresores y las investigaciones de la época sobre sexualidad. En cuanto al estilo de documental, se llama foundfootage, archivos encontrados. Recurrí a este estilo principalmente porque en Argentina se destruyó mucho material de archivo y no existen todos los materiales necesarios que precisaba para sumergirnos en el cotidiano cultural, familiar, moral y político de los años 70, para poder llegar al fondo de lo que buscaba. Por lo tanto apelé a los archivos de otros países, lo que le da al relato un corte universal.

-¿Cuándo entendieron que tenían el final de la película?
Cuando uno concluye el montaje del film siempre es bueno dejarlo un tiempo y volverlo a ver tiempo después con otros ojos. Generalmente surgen modificaciones, que a veces son drásticas. Una película queda para siempre, por eso es bueno no apurarse. En este caso, luego de varios meses, hice una revisión y decidí saltar la barrera del tiempo cronológico del relato e incorporar una secuencia nueva, con los ataques que sufrieron muchos homosexuales en la actualidad, interactuando con las denuncias que hacía el Frente de Liberación Homosexual hace casi 50 años. De esta manera, materializo aún más la tesis del film, que sostiene que la intolerancia persiste en la persona común y no es un rasgo propio de las dictaduras y las sociedades más conservadoras del pasado. Por lo que un régimen totalitario antihomosexual puede volver en cualquier momento y es necesario luchar desde varios frentes para que esto no suceda.

-¿Qué ves en la película terminada que no sabías o no habías descubierto cuando empezaste el proyecto?

Con tu pregunta me vuelve el poema de Alejandra Pizarnik: “Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo, la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”. Tras la experiencia del film me pregunto dónde está el origen de la dominación que me somete y oprime. ¿En mi mismo? ¿En mi formación patriarcal? ¿No oprimo a nadie a mi alrededor? Luego de eso, creo que podré colectivizar sin hipocresías la lucha de liberación.

Julia Montesoro

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