En la madrugada del jueves 18, el Gobierno decidió postergar el tratamiento de la reforma laboral hasta el 10 de febrero. Lejos de cualquier discusión laboral, el texto que impulsa el oficialismo propone eliminar la asignación específica de fondos, derogando disposiciones centrales de la Ley de Cine (buscando la desaparición del Fondo de Fomento Cinematográfico) y de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Quie el debate se haya pospuesto (originalmente se buscaba lograr un tratamiento exprés el viernes 26) no implica que se haya resuelto favorablemente: el cine argentino depende de la aprobación de la nueva norma.
El Espacio Audiovisual Nacional alertó sobre la situación y emitió un comunicado inquietante titulado “La letra chica del ajuste”, que expresa, entre otras cosas y sin eufemismos, que su aprobación implica la sentencia de muerte del sistema de fomento cultural argentino.
Vanesa Pagani es presidente de APIMA (Asociación de Productores Independientes de Medios Audiovisuales), entidad que compone el Espacio Audiovisual Nacional y es una de las voces que se levantaron para preservar políticas históricas de fomento a la actividad audiovisual que corren riesgos de desaparecer.
-Como integrante del Espacio Audiovisual Nacional, que nuclea una docena de entidades del sector, ¿qué encontraron en este proyecto de Reforma Laboral que los lleva a expresarse en términos de «sentencia de muerte»?
Nos asombró que en una reforma laboral existan dos artículos -el 195 y el 196-, que derogan leyes anteriores y que no sabemos por qué están allí. El artículo 195 deroga el 10% que se cobra a las entradas de cine, que nutre el Fondo de Fomento del INCAA. Y el 196 deroga el capítulo 5 correspondiente al fondo de ENACOM, de donde se nutre no solo el Instituto de Cine, sino también el Instituto de la Música, el Instituto de Teatro, las bibliotecas populares. Nos alarma porque deja sin fondos al Instituto.
-¿A qué sector de la sociedad beneficia la derogación de estos dos artículos?
No repercuten en nadie. Dejar de cobrar a las reproductoras de cable y el 10% de las entradas de cines no beneficia a ninguna persona ni a las obras de cine. No nos hace competitivos en el mercado. No entendemos por qué están puestos estos dos artículos y por qué se quiere tratar esta ley con tanta premura.
Estuvimos hablando con senadores que no comprenden bien el porqué de estos artículos, que son una reforma tributaria dentro de una reforma laboral. Nada tendría que ver una cosa con la otra. Los senadores no comprenden lo que están votando. Esto es gravísimo. Imagino que entre tantos artículos que tiene esta reforma laboral, estos dos por ahí pasan desapercibidos. Y si pasan, pasan.
-En sentido opuesto, ¿qué perjuicios generaría la derogación de estos artículos?
Estos impuestos son asignaciones específicas: los genera el audiovisual y van al audiovisual. Es un círculo virtuoso que se cortaría. Lo que se conseguiría es ocasionar un mal mayor al Instituto de Cine. Que además, en este momento no está fomentando el cine. Sin estos artículos, el Instituto de Cine debería tener un presupuesto que dependería de la renta general. Ahí sí podríamos decir que se los saca a los hospitales, a la educación, a los niños del Chaco que tienen hambre.
Mientras tanto se están yendo todas las producciones a nuestro vecino Uruguay. Allí se filmaron Cromañón o la segunda temporada de Cóppola, series que naturalmente transcurren en Buenos Aires. No es que se van a Uruguay porque la historia así lo requiere: van por los incentivos fiscales. Porque en Uruguay hay una política pública que entiende que el cine, además de todo, genera una industria. Cada peso que se invierte en cine tiene un efecto multiplicador, ya sea generando empleo directo, como también indirectamente en el catering, los fletes, la hotelería, o la marca país que recorre el mundo y genera beneficios.
En cuanto a lo que otorga el Instituto de Cine para hacer una película, llega a ser entre el 20 y el 30% del presupuesto total. Lo demás se consigue con coproducciones internacionales, con alianzas con otros países. Producir cine implica un ingreso de divisas al país. Es incomprensible que no se advierta. Estamos preocupados, porque esto también tiene un tratamiento exprés que se supone que quieren aprobar el 26 de diciembre.
-El sector audiovisual, como estás describiendo, se encuentra en un estado de emergencia. ¿Qué medidas piden desde el Espacio Audiovisual y desde todo el sector con más urgencia?
Lo más urgente es que se saquen del proyecto de Reforma Laboral estos dos artículos. Que directamente no llegue a tratarse. Estos artículos desfinancian a un montón de institutos en general y al cine en particular. El comunicado tiene un montón de pedidos, pero tiene más que ver con la parálisis que tiene el Instituto. Con plata recaudada, todavía no se ha hecho ninguna película que tenga apoyo. Todas las que se hicieron o se terminaron de hacer tienen que ver con aprobaciones de la gestión anterior. Esto es muy importante porque como el cine tiene un efecto multiplicador el cine, también implica que ese dinero ha dejado de multiplicarse. Por más que el presidente del Instituto diga que ahorra y que ganó no sé cuánta plata invirtiendo en bonos, el Instituto de Cine está para fomentar el cine.
-¿Cuál es el destino de ese dinero?
Ese dinero está en el Instituto. Lo que pasa que nosotros nos volvimos un Instituto concursable, donde cuando uno gana un concurso lo que necesita es mucho tiempo para generar la otra plata que no tenés. Entonces, hay que buscar tus aliados. Internacionales y nacionales también. Fíjate lo contradictorio de la situación que unas diez provincias tienen políticas de fomento audiovisual. Casi todas aplican cash rebate. Se dan cuenta: lo que dicen es que vayan a filmar a esa provincia porque esto genera trabajo. Si a nosotros se nos corta, o sea, si filmamos en Uruguay, los técnicos se van de Argentina. Si dejamos de producir, vamos a perder técnicos calificados. Y se van a ir a otros países que tienen políticas audiovisuales. Al margen de todo esto, el presupuesto total del Instituto no le hace mella al Estado. Creo que hay otra cuestión que no tiene que ver con lo económico, sino con un ataque personal hacia la cultura y hacia quienes tratamos de producir en Argentina.
-¿Qué balance hicieron ustedes de la actividad en relación al año pasado? ¿Qué observan dentro de este panorama?
Se hicieron menos películas, y se van a hacer menos películas el año que viene también. Y por lo tanto, vamos a tener menos presencia en los festivales. Muchos productores están yendo a otros países. Una política audiovisual mala se puede discutir, una política buena se apoya, pero una política nula como ésta es una situación rara. Y difícil: es muy difícil tener que explicar todo el tiempo. Hicieron una gran reestructuración en el instituto, echaron a 500 personas, hicieron concursables todos los fondos. Pero en todo este tiempo no han conseguido ni un productor que se lleve la plata sin que como contrapartida haya hecho una película. Hay un mito de que los productores nos llevamos la plata para nuestra casa: esto no ocurre. Nosotros tenemos un alto control de todo lo que gastamos y debe ser así porque son fondos públicos.
-Las reuniones que mantienen con los senadores son contrarreloj. ¿Cuáles son los pasos más inmediatos?
Cuando salió el proyecto de Reforma Laboral no pensamos que tendría un tratamiento exprés y que el 26 tiene que salir. Nuestra premura es reunirnos con los senadores. En principio para explicarles a quienes están involucrados en las comisiones (de Trabajo y de Presupuesto) todo lo que significa para nosotros y lo que pierde el país por no invertir en audiovisual si se derogan estos dos articulitos que están ahí. Y que hay ciertos pensamientos que no son correctos de que si bajan estos impuestos va a haber más inversión. No tiene nada que ver una cosa con otra: no es que falten productoras. Lo que no hay es una política audiovisual nacional que atraiga esta inversión.
Julia Montesoro


