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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Agustina Macri presentó «Miss Carbón» en el Festival de San Sebastián: «Siempre quise contar historias de mujeres reales»

Agustina Macri participa en el Festival de San Sebastián con su segundo largometraje como directora, Miss Carbón. Se trata de una historia inspirada en la primera minera trans, Carla Rodríguez, interpretada por Lux Pascal en su primer papel protagónico.

Miss Carbón es una historia de superación sobre la pasión y esos sueños que no entienden de géneros que compite en la sección Made in Spain y se estrenará en Argentina el 2 de octubre, con distribución por Moving Pics.

-¿En qué momento tomaste contacto con la historia de Carla Rodríguez y decidiste que ibas a hacer una película?

El origen tuvo algo curioso: Erika Halvorsen (coguionista de Miss Carbón, nacida en Río Gallegos) y yo no nos conocíamos directamente, pero teníamos mucha gente en común. Y nos contactamos a través de una persona que en ese momento estaba interesada en el proyecto, aunque después no formó parte. Esa persona un día me llamó y me dijo: «Este guion creo que te va a interesar, me gustaría mandártelo y que conozcas a Erika». Me mandó el guion y la crónica que ella había escrito para la revista Anfibia, que fue lo primero que salió al mundo sobre Carlita. Al leer la historia me enamoré: el universo, el personaje y las posibilidades que abarcaba la historia me parecían increíbles y súper cinematográficas.

-¿Pensabas en el proyecto antes o después de conocer a Carla?

Antes. Dije que sí enseguida: leí el guion y me encantó. Siento que los materiales tienen una fuerza propia: cuando me mandan algo y me cuesta leerlo, es signo de que no me va a terminar de atraer. En cambio, con esta historia me pasó lo contrario: todo tenía mucha fuerza e impulso. Nos pusimos a trabajar enseguida con Erika en una nueva versión. Ella, que estaba trabajando con Mara Pescio en otros proyectos, fue muy generosa conmigo en el proceso creativo del guion. Este proceso comenzó a plasmarse en el ’22. En ese momento estaba con unos proyectos que después no se dieron. A fines del ’23 viajé por primera vez a Río Turbio. A mi regreso a España, donde vivo, empezó a encajar la posibilidad de que entrara la productora Morena Films y otra productora española. Ahí arrancamos. Y cuando conocí a Carlita fue como una confirmación.

-¿Qué te aportó conocerla y en qué medida se integró a la película?

Me parecía que al tratarse de su historia era importante ir de su mano y tenerla cerca. Tener su bendición y su ayuda. Buscaba conocerla en profundidad, entender qué le pasaba también con la peli, qué buscaba de la peli. Me pasó algo muy natural con ella. En ningún momento tuvimos una charla de: «Bueno, ¿y vos cómo vas a hacer esto?». Como que no había un trabajo recreativo para llevar a ella a la pantalla imitándola. Siempre sentí que era un proceso de confianza total de que iba a salir algo nuevo, que con la actriz que apareciera íbamos a crear una nueva Carlita. Y ella fue generosa en todo momento.

-Ninguna de las dos pensaba en recrear a Carla sino en un personaje inspirado en ella.

Hubo un proceso de confianza. Su confianza principal estaba puesta en Erika, que también nació y creció en Río Turbio hasta su adolescencia. Ellas se conocían a través de la hermana de Erika, que sigue viviendo en el pueblo. Hay una cosa de hermandad de origen, que a Carla le daba mucha tranquilidad y que me transmitió a mí. Al punto que le pedí que no viera la película hasta encontrarnos con todas nosotras en España en el estreno. La primera vez que ella vio la película fue a sala llena con 300 personas. Me parecía mucho más linda esa experiencia que verla sola en una compu en su casa en Río Turbio y no tener después con quién compartirlo. Por suerte no tuvo la ansiedad de decir: «Tengo que ver la peliya «.

Un aspecto fundamental de Miss Carbón es la elección de la protagonista. ¿Cuándo pensaste en Lux Pascal y cómo llegaste a ella?

Fue nuestra primera opción -o una de las primeras- y nunca llegamos ni siquiera a instancia de casting. Nos dijimos que queríamos explorar esa posibilidad y que valía la pena el intento. Al principio nos planteó sus dudas y sus resistencias. Estaba terminando un proceso muy intenso de escuela de teatro en Nueva York, en un momento de decidir cómo quería volver a salir al mundo ahora que estaba en su nueva identidad. Ella llevaba varios años desde que había empezado su transición, pero físicamente era todo muy reciente. No sé si en ese momento a ella le terminaba de encajar tanto encarnar a un personaje trans. Pero con Erika le planteamos lo que teníamos en la cabeza, que era básicamente focalizarnos más en el sueño de ella de ser minera y no tanto en su transición. Creo que eso le interesó bastante más que poner el foco en lo otro.

-Es el primer protagónico de Lux Pascal, lo que implica un salto sin red para ambas partes: para vos como realizadora y para ella como actriz.

Totalmente. Ella puso el cuerpo en todas las escenas. Fue un rodaje duro, frío, muy físico por momentos, en donde ella tiene que atravesar varias etapas del personaje. Eso quiere decir que su cuerpo también tuvo que ponerse al servicio de eso. Se la recontrabancó y fue encontrando su lugar en cada momento. Con sus miedos, sus resistencias y sus ideas. También tuvo esa cosa media virgen de la actriz que llega por primera vez a un protagónico y está en todo. El descubrimiento de decir: «Ah, entonces ahora este plano está después de lo otro”.

-¡Qué intuición para ver en ella las posibilidades expresivas que necesitabas!

Sí, nos la jugamos un poco. Pero en general soy bastante intuitiva en el proceso creativo cuando voy avanzando. Muchas veces el proceso te hace repensar. Y yo quería saber qué me pasaba en el cuerpo, qué sensación tenía. Había algo de su primera vez, de que ella imprima todo eso por primera vez, que me parecía superpotente.

Le abrí mucho el juego a que todo el tiempo pudiera imprimir cosas suyas, por la libertad que nos había dado Carlita y otro tanto por la que siempre tengo cuando trabajo. No soy muy de: «Ojo que el guion dice esto». Genero más un espacio para preguntar cómo se sienten, qué les pasa a los actores. Ahí empezás a descubrir que al actor o la actriz le están pasando un montón de cosas que quizás en el papel no estaban y están buenas dejarlas ser y ver qué pasa con eso. El proceso creativo que hicimos juntas tenía que ver con eso. Ella tenía un montón para dar y tiene un montonazo más para dar todavía.

-¿Cómo fue el rodaje? ¿Qué cuestiones se facilitaron o se complejizaron?

Arrancamos con el apoyo y la producción de Morena Films, una productora muy importante de España. Gracias a ellos y al diseño de producción que propusieron -donde aparece País Vasco para cubrir una parte del rodaje-, nos dio aire para llegar a la Patagonia y poder hacer lo que nosotros necesitábamos hacer ahí. Porque obviamente, el corazón de la peli estaba ahí.

Por miles de decisiones, empezamos en Bilbao. Entonces trajimos a Carlita. Necesité bastante de su apoyo en muchos de los interiores que tuve que hacer en donde ponía más en juego a los mineros, su capacitación, cómo ella conectaba por primera vez con el material minero, con la pala, con la picota, con cómo se ponía el casco. Yo quise que ella estuviera presente durante el rodaje. Soy medio Scaloni en ese sentido: confío mucho en el espíritu «Scaloneta». Entonces le dije a las españolas: «Carlita tiene que estar acá con nosotros todo el rodaje y Erika también. Tenemos que hacer equipo y apoyar». Vinieron las dos y Carlita estuvo al lado del equipo todo el tiempo. Y como es ella, acostumbrada al trabajo físico, terminó haciendo todo. Levantaba los cables, cerraba los camiones, levantaba las vías, estaba con los eléctricos, metía unas pinceladas de maquillaje, acomodaba el pelo. Era la showrunner de la peli. Y eso empezó a contagiar algo en el equipo. ¡Fue impresionante!

El foquista, que es vasco, mientras estaba contando su historia, entre tomas lloraba. Y me decía: «Agustina, yo no estoy acostumbrado. Esta historia es muy emocionante». A la vez veías a Carlita ahí, apoyando y empujando a Lux, que lo daba todo.

-Fue el alma del rodaje.

¡La rompió toda! Ya en el rodaje de la Patagonia directamente era la jefa. Llegábamos a la mina y me decía: «¿Querés una ambulancia?». Y la conseguía. Pedíamos una excavadora y la traía. Nos consiguió un montón de cosas. En un lugar bastante inhóspito, además, donde se filmaron muy poquitas cosas. Llegar hasta ahí ya es de valientes: los camiones se perdieron el camino antes de llegar, las condiciones eran muy hostiles. Pero nosotros queríamos fotográficamente el frío y la nieve. En todo ella fue clave.

Tanto Soledad, tu ópera prima, como Miss Carbón, están basadas en personajes de la vida real, mujeres empoderadas que decidieron también transgredir, ¿no? En algún sentido, ¿te interesa este tópico como punto de partida para tus películas o es una coincidencia?

Se ve que sí, que hay algo que me tira. Siempre supe que quería hacer historias de mujeres y además historias reales. Hay algo de eso que me llama mucho y sobre todo que me sostiene. Hay algo duro en el hecho de hacer cine. Para un director o una directora, lo que elijas contar te acompaña durante tanto tiempo que todas las mañanas te tenés que levantar y volver a elegir lo que elegiste contar. Aunque tengas mil problemas o te llamen para decirte que el financiamiento se cayó y que no vas a poder hacerlo. Son muchos obstáculos que hay que atravesar.

Pero hubo algo en la historia real que siempre me dio fuerza. El hecho de saber que Carlita estaba ahí hacía que todos tus problemas pareciera menor al lado de la causa mayor que se vuelve tu película. En esta, más que nunca, me sentí como un canal entre un guion que escribió una persona que nació ahí y una persona que lo vivió. Yo solo traté de plasmarlo, pero siento que la historia es enorme y es mucho más grande que mi propio deseo de contarla. Hay algo de eso que me interesa bastante. Voy a seguir por ese camino. Quizás ahora me tome un respiro para hacer algo un poquitito más íntimo. Filmar una hormiga durante un rato (Risas). Para descansar un poco. Pero lo siento como mi misión, mi camino.

-¿Qué te interpela o te identifica con estas mujeres reales?

La fuerza. Algo que tiene que ver con luchar contra ciertos sistemas injustos. En Soledad había algo muy intrínseco y profundo que tenía que ver con Italia, que me une con volver a mi origen para buscar mi identidad. Soledad murió muy joven y seguramente a esa edad morimos de manera heroica y sin saber mucho quiénes somos y qué queremos. Pero hubo algo de su lucha tan pura, honesta, desordenada y caótica que tiene que ver con la búsqueda de tu propio lugar, de tu identidad. Todo el mundo me decía que no me entendía. Yo pensaba que por ahí tiene que ver con eso. Con animarte a viajar y recordar lo que éramos cuando teníamos 20 y luchábamos por causas quizás que en ese momento parecían medio utópicas.

-Y además poniendo en valor la lucha de las mujeres, ¿no?

Sí, full. Tenemos tantas pendientes que no nos alcanza la vida para contar todo lo que falta. Y no paré de descubrir además historias de mujeres detrás de hombres, que por ahí no fue el caso de estas dos personas increíbles y maravillosas. Pero ahora otras que por ahí estoy investigando y desarrollando son muchas. Incluso mujeres que vivieron a la sombra de hombres poderosísimos y potentísimos que gran parte de lo que lograron lo lograron gracias a ellas y eso me parece como fascinante.

-Mujeres contadas por mujeres, al fin.

Se está notando cada vez más que las voces de las mujeres están cada vez más fuertes. Creo que somos muy sensibles y que tenemos una mirada muy particular. Y que hay lugares en donde el hombre no puede llegar y no puede contar desde ese lugar cómo lo vivió. Historias donde se pone juego el cuerpo, la sexualidad, la maternidad. Solamente por el hecho de ser mujer, aun no viviéndolo en carne propia, compartís un montón de cosas. Los hombres no tienen esa empatía.

Julia Montesoro (Desde San Sebastián)

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