spot_img
spot_img

Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Morena Fernández Quinteros estrena «Verano trippin»: «Me convocaba tener protagonistas mujeres y poder conectarme con su sensibilidad»

El jueves 11 se estrena en cines Verano trippin, película que marca el debut como directora de Morena Fernández Quinteros. Se trata de una producción de Orca Films protagonizada por Zoe Hochbaum y Miranda de la Serna, que narra como una road movie que oscila entrer la comedia, la sátira y el thriller la transición de la juventud de sus protagonistas mujeres.

-Venís del área de la producción y el guion. ¿Qué te impulsó a dar el salto a la dirección?

Siempre tuve el deseo de dirigir. Al igual que los personajes protagónicos de esta película, yo soy de El Bolsón, nacida y criada allá. Y a los 18 años me vine a vivir a Buenos Aires para estudiar en la universidad. Estudié producción en la ENERC un poco por casualidad. Y rápidamente, al terminar, empecé a trabajar. Me fue muy bien. Tengo buenas aptitudes para la produccióny me desarrollé profesionalmente allí. Pero también aprendí el oficio de hacer cine haciendo, estando en sets y aprendiendo de grandes directores con los que tuve la posibilidad de trabajar. Tenía mis proyectos, escribí cortos, me presenté a Historias Breves (aunque nunca salieron). Y un día llegó esta posibilidad: apareció Zoe Hochbaum, que además de ser protagonista también es productora. Nos habíamos conocido trabajando en una serie, El Fin del Amor y cuando volvimos a encontrarnos se acordaba de que habíamos charlado de un proyecto que tenía escrito. Me dijo: «¿Por qué no me lo mandás, que estamos buscando con mi productora qué hacer el año que viene?». Ahí empezamos este viaje. Fue una oportunidad que apareció así, en forma atípica, porque no es lo usual que unos productores apuesten a un nuevo talento. Pero se dio.

-¿Cuánto hay de tus raíces en la película?

La historia es mía, hecha con imágenes que habitaban en mi cabeza hace muchos años, mezcladas de mi adolescencia, entre anécdotas reales y fantasía. El haber crecido en el sur, en esos paisajes, con la libertad que tuve de crecer ahí, busqué el imaginario que me despertaban esos lugares.

La historia cuenta la pérdida de la ingenuidad de manera abrupta. De estas dos amigas que no quieren separarse. De alguna manera, cuando empecé a escribirla, necesitaba anclarme en algún lugar emocional que me fuera cercano para revisitar. Algo así como sobre qué lugar puedo volver, visitar y hablar de eso en una película. Hubo algo de esa época de la adolescencia, de las despedidas y de tener que dejar amigos atrás, que me empezó a interesar.

También esta idea de que muchas veces uno cree que hay amigos que van a ser para siempre y la vida te sorprende con despedidas que son muy dolorosas. Partimos de ese lugar. Después apareció una historia más loca, que me divertía, porque había algo de este mundo extraño y quizás más oscuro que quería explorar. Quería explorar algunos elementos de la sátira y traerlos a la historia. Y también porque sentía que había personajes peligrosos en el mundo -que los hay en la realidad-, que traídos a la ficción son ridículos, ¿no? Había algo de eso que me interesaba traer a la película también, un poco inspirándome en películas que me gustaban cuando yo tenía esa edad.

-¿Cuáles son esas películas o esos realizadores que guiaron tus pasos?

Hubo dos caminos que decidí tomar: las películas de los Coen, porque soy fan y porque me encantan sus personajes. Y también las comedias de fumones, como Pineapple Express o Cheech & Chong. Hay muchas y es un género en sí mismo. Y por lo general siempre están protagonizadas por varones. Había ahí algo medio rebelde de hacer a estas dos chicas jóvenes con elementos de ese género que me divertía.

-Dos chicas jóvenes en un coming on age que muta entre una comedia de fumones y un policial bizarro: ¿cómo fue el trabajo con las protagonistas, Zoe Hochbaum y Miranda de la Serna?

Hubo una clave de la película y es que estaba anclada en la mirada de ellas dos. Y a través de esta mirada inocente y adolescente, también de cómo ellas se enfrentaban a este mundo que les es tan ajeno. Por eso, quizás lo más naturalista que tiene la película son ellas dos. Hubo un primer desafío en el trabajo que hicimos: que tuvieran esa energía adolescente, ya que son chicas más grandes y con otras experiencias.

Después había que generar que se hicieran muy amigas, porque había algo de esta amistad de toda la vida que teníamos que contar con un código en común, que tenían que construir entre ellas. Fue un trabajo de ensayos bastante largo, de dos meses. Hubo un tiempo de conocernos, hacer química y que ellas construyeran su vínculo por fuera del espacio de ensayo. Finalmente, hubo que encontrar los códigos de esta amistad de estos dos personajes (Toni y Lena) para la película. En este caso, fue muy ensayado. Y ya en el set trajimos todo eso que ya habíamos conversado.

-La historia es un viaje en varios sentidos de estas dos mujeres. ¿Te planteaste la historia desde una perspectiva de género?

No sé si como tal. Obviamente, la cuento como mujer y como realizadora mujer. En mi recorrido como productora, en los muchos proyectos y desarrollos de guiones de proyectos, siempre me faltaban esos personajes femeninos que llevaran adelante una historia y que atravesaran las profundidades de la emocionalidad. Esta historia la empecé a escribir en el 2020, como tal. En el 2023 me encuentro con Zoe. Y sí, me convocaba contar mujeres. Me convocaba tener protagonistas mujeres y poder conectarme con la sensibilidad de los personajes femeninos. Pero no como una bandera o como una obligación, sino que me salió en el momento de buscar esta historia. Fue más casual que intencional, aunque está muy vinculado a mis intereses, obviamente.

-¿Cómo abordaste los personajes masculinos? Quizás son los que están más satirizados.

Hay algo de estas versiones deformadas, ¿no? En el caso de los masculinos del poder. Igualmente, por eso también está el personaje del padre de Toni, que hace Ariel Staltari. Con él trabajamos mucho esto de que es un padre cercano, que tiene un vínculo casi de amigo con su hija, pero a la vez que no puede ver en qué está metida, por esta cuestión de ser permisivo.

Él fue nuestro personaje masculino que venía a correrse de esto que mencionás vos de los que son más deformados. Con él se trabajó la fragilidad. No hay una lectura política en que los varones sean de una manera y las mujeres de otra. Aunque el personaje de la Diabla -que interpreta Lali, sí: en un momento dice «No, hombres, no sirven para nada».

Ahí hay una intencionalidad, pero es desde la ironía, desde el humor y para nada bajando línea. Me parece que así como se satiriza muchas veces la locura femenina, en este caso se dio de esta manera.

-¿Qué experiencia sacás del nivel de producción con el que trabajaste?

De la manera en que se dio todo, fue un privilegio enorme para una ópera prima. Siempre trabajé en proyectos de gran escala, era lo conocido para mí. Y en esta realización fuimos construyendo aquello que buscábamos. La participación de Lali, por ejemplo: somos íntimas amigas desde hace muchísimos años. Y elegimos compartir como amigas, que ella sea parte de esta primera obra. Hubo muchos elementos en la película que la hicieron crecer y que tienen que ver con las relaciones humanas.

Julia Montesoro

-Muchas gracias por el espacio y que el público nos acompañe en el cine.

A partir del 11 de septiembre.

Related Articles

GPS Audiovisual Radio

NOVEDADES