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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Uriel Sokolowicz estrena «7.10 Sur Rojo»: «El mensaje de la película es que hay que seguir creyendo en los valores humanos»

Después de su presentación en el Marché du Film de Cannes y en el BAFICI, el impactante documental 7.10 Sur Rojo, de Uriel Sokolowicz, tendrá su esperado estreno en salas argentinas. El documental es una producción de Aleph Media y la Fundación Norma y Leo Werthein, con la coproducción de Club Media y el apoyo de la Fundación Taeda y Arco Libre, que desde el viernes 6 se exhibirá los viernes y sábados de junio en el Cine Atlas de Patio Bullrich.

-En estas pocas horas antes del estreno, con la expectativa propia de la presentación, ¿qué nuevas miradas descubrís sobre 7.10 Sur Rojo?

Uno podría pensar que es ajeno a lo que pasó el 7 de octubre entre Israel, Palestina y Gaza, por lo cual parece difícil buscar una razón que lo motivó a hacer el documental. Pero es algo que tenemos bastante presente en Argentina, que sufrió dos atentados enormes en su historia con la Embajada de Israel y la AMIA: las víctimas no solo han sido gente de la comunidad judía argentina, sino ciudadanos argentinos que pasaban por el lugar o que trabajaban en sus instituciones sin pertenecer a la comunidad.

Todavía no aprendimos la lección de que esto que pasa a miles y miles de kilómetros se trata de un acto de terrorismo. Esta vez le tocó a la población del sur de Israel, pero le ha tocado a la Argentina y a otros lugares del mundo ser víctimas de estos atentados injustificados.

Hay que separar el terrorismo de la defensa de una causa, como puede ser la palestina u otras en el mundo. En ningún momento la violencia y el terror es la solución o el camino para defender las ideas o las convicciones. Y menos con estos actos que han sido barbaridades, atrocidades. Entonces, lo que me motivó a hacerlo es una historia que me toca en todo sentido. En mi tarea de documentalista, si bien me dedico generalmente a temas que tienen que ver con conservación y naturaleza, no escapo a las temáticas sociales. He intervenido y trabajado en otros documentales con un compromiso social importante. Esto es sumamente importante, porque a partir del 7 de octubre hay un antes y un después en esta historia.

-¿Cuál es el aporte esencial que hace el documental a la comprensión del conflicto?

Creo que falta mucha, pero mucha información. Y profundidad en esa información. Este documental busca o procura aportar un poco de profundidad. Buscar titulares que no suelen estar en los medios de comunicación -ya sea los que uno puede leer habitualmente u otros-. Traer un poquito de luz a un conflicto súper complejo. Hay muchas capas desde donde se puede empezar a levantar: ¿Qué ocurre, por qué ocurre? ¿Quién es quién? ¿Cuándo se originaron los primeros enfrentamientos? ¿Cuál es la historia del Estado de Israel como tal? ¿Cuál es la historia de Hamas? ¿De dónde viene cada uno?

Lo que el documental tiene de novedoso es que genera un enfoque argentino y latinoamericano. Muchas de las víctimas del 7 de octubre fueron latinoamericanos que vivían en Israel porque habían emigrado, estaban en el festival de música Nova o trabajaban temporalmente en alguna comunidad. Hay más de 19 nacionalidades entre las víctimas.

-Solo en ese día y en ese atentado.

Lo primero que uno piensa es que fue un atentado contra Israel, contra la comunidad judía de Israel, pero evidentemente eso no fue. A nadie se le preguntó cuál era su religión, qué es lo que pensaban, qué ideales defendía: simplemente se los eliminó, se los tomó de rehenes, se los decapitó y violó. El objetivo del documental es traer un poquito de luz, por más convicciones profundas que se tenga y se empiecen a entender los matices.

-Entre la información que normalmente se desconoce, hay un testimonio que reflexiona sobre el intercambio y colaboración que hubo entre los ciudadanos de ambos lugares.

El documental tiene muchos datos que la gente desconoce. En la población de Israel hay más de dos millones de personas que son árabes. Es el 20% de la población. Algunos son árabes palestinos y otros de otros orígenes. Hasta el 7 de octubre había una población de 20 mil gazatíes que entraba a diario a trabajar a Israel. Y la población de, sur de Israel, donde ocurrió el atentado, era justamente la que más trabajaba en pos de una solución de dos estados, un reconocimiento del pueblo palestino por tener su propio país, sus condiciones de salud, condiciones de higiene y de desarrollo. Por el contrario, Hamas está desde 2006 en Gaza gobernando y no se ocupa de su población. Hay gente que fue decapitada, quemada viva y eran quienes llevaban a los palestinos a los hospitales a sus tratamientos; gente que trabajó por la paz, mujeres palestinas quemadas vivas en sus casas. El documental busca aportar un poco de información.

-Hoy, a más de 60 días de su primera presentación argentina en el BAFICI, ¿se resignificaron los temas abordados en la película?

Sí. Tras terminar el documental, sigo informándome a diario. Es un tema que evidentemente continúa. De hecho, hay 58 rehenes que continúan ahí. Cuando terminamos el documental había 59: solo uno fue liberado. Constantemente se generan nuevas informaciones.

A veces me encuentro con buenas charlas, con gente con posiciones más encontradas. Pero generalmente el que no opina sin ver el documental, cuando lo ve entiende que es un lugar donde se abre un diálogo y abre información desconocida.

-¿Qué reflexión o comentario en común encontrás en esos diálogos?

Mucha gente, me pide que el documental pueda estar en ámbitos educativos, formativos, fuera de la comunidad o de circuito comunitario, más allá de su circuito de festivales -que va a recorrer- o del circuito de sala de cine convencional o tradicional.

Días atrás hubo una función benéfica y el público pertenecía al ámbito judicial. Se informan a través de los titulares de diarios, pero nunca se metieron a ver dos horas de información de lo que pasó el 7 de octubre. Dos horas que incluyen la previa las consecuencias, no solo en la región sino en distintos lugares del mundo, con el antisemitismo. Y el comentario que recibo es que esta película tiene que ser vista. Por eso estamos trabajando para tratar para que la película llegue a más personas.

-¿Siempre tuvo formato de película o tuviste la posibilidad (o la tentación) de convertir estos testimonios en una serie?

Cuando hablamos de un producto audiovisual, el formato se adapta a quien lo solicitó o los recursos que uno tiene. Lo que noto es que esta temática, con dos horas, aunque parecen mucho terminan por ser poco.

Nosotros usamos el recurso de placas informativas para reducir el tiempo, porque cuando alguien utiliza una palabra que tal vez es desconocida para la gente, hay que explicarla. Y si esa explicación aparece en el desarrollo del testimonio, atenta contra la duración final. Por eso decidimos reducir. La serie permite formatear de distintas maneras la problemática y abrir muchos más ejes.

El formato de serie es viable porque la información está y los testimonios lo permiten. Pero ahora estamos en el proceso inverso: debemos lograr que dure media hora menos y que tenga formato de televisión, para que pueda intentar entrar al circuito de televisión abierta.

-La televisión abierta abre otra ventana: es una plataforma gratuita y con acceso a todos los públicos.

Sí, porque contribuye a la difusión del tema. Estamos trabajando con temas técnicos que tienen que ver con la duración y la forma en que se ajusta a un formato televisivo.

-La última escena de la película transcurre en la Plaza Dizengoff de Tel Aviv. ¿Cuál es el mensaje buscado?

En la plaza hay una fuente de agua donde se homenajea a las víctimas. Pero a su vez es una plaza como la de cualquier ciudad, donde van las familias a pasar un rato, hay sillas, van los chicos a jugar con su monopatín o sus bicicletas. La imagen de una niña con su monopatín y su padre detrás siguiéndola y cuidándola representa el sentimiento contradictorio de que la vida sigue pese a la tragedia. Nos cuesta entender, pero si nosotros estuviéramos hablando allí, capaz que suena una sirena y tenemos que ir a un refugio en 15 segundos para cuidar tu vida. Pero termina ese momento y volvemos a la transmisión de tu programa. Porque la vida continúa.

Esa última escena la descubrimos a medida que íbamos editando. Buscamos un cierre con una niña, porque la que está hablando es una madre que le está dando mensajes a su hijo. Lo que busca el documental en el final es tocar la fibra emotiva en cada persona, con un mensaje contradictorio, porque el final es muy triste, por lo que sigue ocurriendo y a su vez, hay un mensaje de fortaleza. La madre le habla a un hijo de que, pese a que no va a ver a su hermana nunca más, busca apostar a seguir creyendo en los valores humanos, en la vida y no en la venganza. Sí en la memoria, pero no en la venganza y en inculcar el odio.

-¿El compromiso (emocional y también político) con la película terminó en el momento del final del rodaje o permanece?

La película cierra un ciclo. Fue duro hacerla y armar este gran rompecabezas, configurar esta información con imágenes y testimonios. Pero al día siguiente que se concluyó, empezó otra tarea que es cómo editarla para que la gente la pueda ver.

Creo que el problema del antisemitismo es gigante y hay que desglosarlo para entender por qué ocurre. Quién es antisemita por convicción, quién está repitiendo un eslogan, quién lo hace para encajar en algo. Me parece que esa tarea nunca termina. Esta película es una herramienta. Le digo: “Che, ¿podés ver esta película y después volvemos a hablar? Así como una recomienda un libro o una serie.

El mundo ha cambiado mucho: la gente solo ve un Tik Tok que dura 1 minuto o un vídeo en Instagram. Se informa de esa manera y es válido; muchas veces me informé de esa manera. Pero es difícil validar desde dónde se habla y con qué conocimiento. Sobre el 7 de octubre, ojalá me equivoque pero se necesiten varias generaciones para volver a un punto anterior y que vuelva a entender. Habrá que dejar pasar el tiempo para sanar y para confiar de vuelta.

-En esta tarea que nunca se termina, ¿te proponés volver a trabajar sobre el tema?

No. Otro documental de esta temática, no. Es éste, y ahora necesita mucha divulgación. Es una especie de un hijo que uno creó y es el momento en que tenga una maduración y un recorrido que haga valer el esfuerzo que se hizo.

Pero a largo plazo quiero abordar el tema del antisemitismo y de las raíces del pueblo judío sobre la tierra de Israel. Uno de los argumentos que se escuchan es que Israel es un pueblo colonial que está en un lugar que no le pertenece. Sería muy útil un documental que hable del origen del pueblo hebreo en Israel, del pueblo judío. Que deje eso bien plasmado, sin hacer referencia al 7 de octubre, sin hacer referencia a un conflicto. Con pruebas arqueológicas, irrefutables. A partir de que la Biblia lo dice, hay pruebas más que fehacientes de que es un pueblo que pertenece a ese territorio. Eso no quita que otros pueblos también tengan pertenencia ahí.

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