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DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Pablo Seijo coprotagoniza «Los tonos mayores», de Ingrid Pokropek: «Las películas que más alegrías me dan son las independientes»

Pablo Seijo es la figura paterna de Los tonos mayores, la ópera prima de Ingrid Pokropek protagonizada por Sofía Clausen que se exhibe en salas de todo el país y los sábados en Cine Arte Cacodelphia de Buenos Aires. Allí encarna a Javier, un pintor y profesor de arte, padre de Ana, una adolescente que vive experiencias fantásticas a partir de que descubre que, mediante una placa de metal que tiene en su brazo, producto de un accidente que sufrió de pequeña, está recibiendo un extraño mensaje en código Morse. .

-¿Cómo llegaste a Los tonos mayores?

Nos conocimos con Ingrid porque filmé uno de los capítulos de La flor, de Mariano Llinás y ella trabajaba como asistente de producción en El Pampero Cine. Además nos une una coincidencia: es muy amiga de la hija más grande de mi prima. Por ahí también hay un vínculo.

-¿Qué viste en la historia que te llevó a aceptar la propuesta?

A la película la defino como una película muy honesta y noble. Hay algo de la historia, de esta especie de aparición de lo fantástico que se transforma en algo más cotidiano o realista, que me resultaba muy atractivo. Cuando leí el guion me fui sorprendiendo con lo que surgía en la historia. Aparte me divertía la posibilidad de protagonizar a un padre de una adolescente. Tengo una hija de 7 años y lo sentía como una especie de entrenamiento para el futuro (Risas).

En una primera lectura me resultó muy atractivo. Y me gustó mucho saber que es cine independiente. Por lo general, las películas que más satisfacción y alegría me traen son las independientes. Me gusta cómo se produce, que todo el equipo empuja para el mismo lado algo, la camaradería que se arma.

-Unas de las características salientes de “Los tonos mayores” es justamente su orientación hacia lo fantástico, con influencias de Adolfo Bioy Casares y citas a Ray Bradbury, ¿tenías algún vínculo con este género antes de llegar a la película?

Siempre me atrajo lo fantástico. Leo mucho sobre el género. Ingrid se jugó, porque es un género riesgoso donde podés no salir bien parado. Pero siento que la película está bien resuelta.

-Sobre todo porque en esos elementos fantásticos se inmiscuye en un realismo muy poderoso.

Sí. Es una niña adolescente que ya no puede contarle todo a su padre, o se le empieza a volver más costoso ciertos lugares de la comunicación. Sucede algo muy sincero en ese vínculo. Está muy bien resuelto.

-El desafío de Los tonos mayores fue trabajar con una preadolescente. ¿En qué consistió el trabajo con Sofía Clausen?

Fue un trabajo muy sencillo. Ella es muy talentosa y tiene una gran comprensión de la actuación. Se muestra muy disponible a lo emocional y al encuentro. Todo fue muy natural y orgánico. Por momentos, en la película la acompañaba en términos de dirección de actores Martín Shanly, con una mirada muy atractiva.

-¿Cómo construyeron el vínculo entre padre e hija?

No hubo una construcción de un gran pensamiento, sino que hubo una empatía muy inmediata. A eso no, hay con qué darle. Obviamente tuvimos ensayos: hicimos los deberes. Pero así como hay cosas que se pueden construir más técnicamente, acá sucedió que el vínculo fluyó. Eso se ve en la película.

-En la naturalidad de ese vínculo de padre e hija por momentos ella parece más adulta que su propio padre.

Claro (Risas). La organización de su campo afectivo es un desastre, pero hace lo que se puede.

-La película obtuvo premios y una gran repercusión con reconocimiento del público en distintos festivales internacionales. Al tratarse de una película sobre Buenos Aires, ¿qué elementos consideras que se pusieron en valor para trascender los regionalismos?

La ciudad es muy protagónica, se vuelve muy atractiva. Sobre todo en el sentido de cómo una niña atraviesa esa ciudad, cómo conoce la noche y cómo llega a ese lugar donde se queda esperando. Siento que hay algo de ese tránsito que es lo que vuelve muy pregnante la ciudad. Todo el tiempo pensaba que era chiquita y estaba sola, en la noche, sin plata para volver. Sin que su padre supiera dónde está, pensando que estaba en otro lado. Había algo que acentuaba el misterio y el enigma que propone la película.

Julia Montesoro

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