Desde el jueves 11 se exhibe en Atlas Patio Bullrich el documental Las dos Mariette, con dirección, producción y guion de Poli Martínez Kaplun.
El documental devela la historia de Mariette Diamant, quien después de vivir una vida familiar de sólidas prácticas y relaciones católicas –transmitidas a sus hijos-, un día decide revelar sus verdaderas raíces judías.
La directora de Lea y Mira dejan su huella (2016) y La Casa de Wannsee (2019) completa con Las dos Mariette una trilogía de documentales que toman como tema el trauma, la identidad, la Argentina y la transmisión entre sucesivas generaciones.
–Las dos Mariette plantea, sin decirlo, la incógnita de cómo nos transforma la historia de nuestros ancestros al traerla al presente. ¿Qué te llevó a abordar este tema?
Vengo trabajando en este tema sobre todo a partir de mi segunda película, La casa de Wannsee, que es mi propia historia familiar. El disparador de esa película es la decisión de mi hijo de hacer su Bar Mitzvah, que es el rito de iniciación judía a la adultez. Me sorprendió cuando nos contó su decisión porque nosotros no tenemos en nuestra casa tradiciones judías. El padre sí, pero yo siempre fui a agnóstica y nunca tuve tradiciones en mi familia. Cuando fuimos al templo me preguntaron si era judía. La decisión de él me hizo preguntarme qué pasaba con mis propias tradiciones y con mi herencia judía, ya que tengo ese origen por el lado de mi madre.
Eso me hizo darme cuenta que conocía muy poco sobre mi historia familiar. ¿Qué había pasado con ese judaísmo en mi familia? Entonces salí en una búsqueda sobre la historia de mi familia y del judaísmo a través del documental. ¿Por qué yo no sabía sobre esta historia? Solo había recibido un legado de silencio.
-¿Cómo se vincula La casa de Wannsee con Las dos Mariette?
Alguien vio La casa de Wannsee y me comentó que seguramente me iba interesar la historia de Mariette (Diamant), la protagonista de la película. Ella tiene una historia oculta. Recién a los 70 años empieza a hablar de su origen, también judío.
En su origen familiar, para huir de la Segunda Guerra Mundial se convirtieron al catolicismo. La singularidad es que nunca volvieron a hablar de ese pasado de refugiados y de perseguidos judíos: solo sabían si no se escapaban, los mataban.
Al venir a la Argentina no se volvió a hablar de este tema. Son católicos franceses, que tenían un origen judío francés. Así se presentan ante la sociedad a la que quieren pertenecer. Así van a integrar lo que sería la aristocracia argentina de ese momento.
-¿Por qué Mariette Diamant y no otra? ¿Qué te llevó a tomar la decisión de que fuera ella?
Su historia es muy particular. Mantuvo este secreto muchos años y me interesó que ella empezara a hablar. A los 70 años conoció a una persona llamada Hélène Gutkowski que la invitó a unas reuniones de sobrevivientes franceses. Ella la reconoció como sobreviviente francesa, algo que Mariette no sabía de sí misma. Ahí se encontró con un grupo de sobrevivientes judíos de la Guerra.
De los testimonios de estas reuniones se publicó un libro. Un capítulo corresponde a su historia. Lo que me interesó en particular es por qué ella no podía contarlo en su círculo, por qué le costaba tanto sacarlo a la luz.
En el libro cuenta que la gente no quería que hablara. ¿Por qué no podría hablar de algo que sucedió hace 80 años; de sus orígenes, de la guerra, del trauma, del judaísmo? De algún modo habla de la vigencia de los prejuicios y de la estigmatización. Ese es el eje de mi relato.
-¿Qué reflexión buscás dejar en el espectador?
Yo discuto un poco el concepto de identidad, el uso de esa terminología. Porque no creo que se trate de un tema de su identidad, llámese religiosa, de pueblo o de género. Lo veo como algo más amplio. Le sucede a ella igua que sucede en otras regiones del mundo, con los mismos problemas de prejuicio, estigmatización y de también de trauma. ¿Qué pasa con la gente cuando tienen que sobrevivir a estos traumas? ¿Cómo hace para enfrentarlo? Después, ¿cómo hace para transmitirlos? ¿Cómo hacen que las generaciones subsiguientes se enteren de que portan ese trauma encima? Aunque no estén las palabras esas vivencias se transmiten.
La película habla mucho de eso: de qué manera nosotros portamos lo que nuestros antepasados han vivido. Es una historia de migración, de la Argentina, de la Segunda Guerra Mundial y sin duda de judaísmo.
Julia Montesoro