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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Daniel Hendler participa en cuatro películas y dirige la obra teatral «Adelfa»: «Siempre tengo en cuenta disfrutar de lo que hago»

Daniel Hendler protagoniza en estos días un hecho poco frecuente en el cine argentino: preestrenó Pequeña flor, de Santiago Mitre, la película que inauguró el BAFICI. En la misma muestra se exhibió la producción uruguaya El filmador, de Aldo Garay, a la que le puso su voz en off. En estos días se exhibe Virus: 32, coproducción con Uruguay dirigida por Gustavo Hernández. Y el 12 de mayo se presenta El sistema K.E.O./PS, de Nicolás Goldbart.

Más allá de que su imagen se multiplica en la pantalla, dirige la obra teatral Adelfa, de Florencia Aroldi, con José Luis Arias, Virginia Lombardo y Verónica Piaggio, que se presenta los sábados a las 22 en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960).

«Adelfa».

-¿Qué te motivó a elegir Adelfa para debutar como director teatral en Buenos Aires, más allá de tus experiencias anteriores en Montevideo y en Microteatro?

Me invitaron a dirigirlos les intérpretes. Cuando leí la obra me conmovió el universo que planteaba, el tipo de humor donde lo que está pasando es lo que no se dice. Nunca se menciona el tema político. Me interesaron esas capas que tiene, que invitan a profundizar y que al mismo tiempo contiene irreverencia y desparpajo.

-¿De qué trata Adelfa?

Es una tragicomedia con un tono particular: tiene gracia y liviandad y al mismo tiempo densidad. Te lleva de un lado al otro y el desafío para el actor es que propone un arco complejo.

Es una obra en tres actos de tres primas que se reencuentran en tres décadas diferentes. En cada reencuentro hay un intento de reconciliación, de diálogo imposible, porque entre ellas hay una división que anida desde la infancia y que tienen que ver con diferencias. Más que biológicas diría culturales, idiosincráticas. Hay una identificación inmediata con las divisiones intrafamiliares, con personas a quienes en una reunión les cuesta hablar de ciertos temas, y aunque no sea explícito se está hablando todo el tiempo de eso. Me pasa con gente de mi familia: tenemos un pacto de no hablar de política, pero aunque hablemos de fútbol todo el tiempo estamos hablando de política.

-En esta incursión por el teatro independiente, ¿hay algo tuyo que busca volver a las raíces?

Puede ser…No sé bien cuáles son las raíces. Sé que las obras que vi cuando era niño y adolescente me enseñaron a querer el teatro, cuando no podía creer que eso que veía fuese posible. Por ahí había una carencia afectiva o algún tipo de necesidad que me llevó a ese impulso de subir a un escenario para encontrarme con personas, y a la vez invitar a otras personas a ese viaje. En ese sentido puede ser el encuentro con lo más primitivo.

Pero también dirigir teatro independiente escapa de la lógica como se entiende hoy la productividad, que a veces nos abraza y nos asfixia. Y no tendría más sentido que el de la exploración y la investigación. Eso solo lo vuelve saludable y necesario.

-¿También buscás escapar de las normas del mainstream?

Estamos atrapados en perfiles de consumo. Abrimos una pantalla y hay sugerencias para nosotros, como si conocieran nuestras inteligencias artificiales. Pero eso que conocen de nosotros es un molde que armamos en conjunto, al que nosotros mismos aportamos. Y ahí no hay espacio para lo imprevisto, para lo que no conocemos de nosotros mismos. Y quedamos envueltos en un espejo donde vemos siempre lo mismo o repitiendo las mismas reglas en lo narrativo.

Hay un gusto que asumimos y que por ahí no funciona. Puede ser que esas sugerencias que nos hace el algoritmo es un atajo para no tener que pensar y directamente vamos por esa vía. Es una repetición de cosas, que cada vez nos encierra más en ese perfil de mercado.

-¿Cómo escaparle a los algoritmos?

A mí lo que me voló la cabeza en un momento -más de pendejo- fueron cosas que no estaban dentro del sistema de consumo. Escapaban totalmente a mis ideas previas. Eso te enfrenta a algo que te cambia la mirada, te mueve el piso y hace que te abras a ese espacio. El término “independiente” nos ayuda a ir a lo desconocido, como un pequeño salto al vacío.

«Pequeña flor».

-¿El teatro te lleva más a ese lugar que el cine?

El cine te puede llevar. Pero aunque sea una obra “de autor”, hay una lógica de mercado inevitable cuando te financia una de esas bestias que siempre tiene que encontrar el mercado para mínimamente justificar semejante empresa y rentabilizarlo.

En el teatro independiente uno lo hace sin ningún tipo de presión. El éxito es que se comparta algo único, aunque lo vean 20 ó 200. Es salir a la búsqueda.

«División Palermo».

–En los próximos meses se estrenará la serie División Palermo en una plataforma. ¿Dónde las ubicás en ese contexto? ¿Sos de los que se suman al debate de que van a llevarse los espectadores de las salas de cine?

Las plataformas son una respuesta a otra cosa: no es que aparecen solas y nos llevan por mal camino. No estoy seguro de que sean malas –algunas cosas se perciben como buenas- ni que vayan a terminar con el cine. Como están compitiendo por el mercado salen a producir: hay una burbuja de producción, no necesariamente van a la búsqueda de una rentabilidad directa. Y están generando trabajo. No estoy seguro de que se reparta en todo el sector: es probable que se generen nichos donde haya gente que quede afuera. Yo no lo tengo tan claro. Y también tienen un poco más de libertad porque no está el rating como elemento inmediato de medición y de presión. Muchas veces la lógica del rating te lleva a manotazos de ahogado, a que las cosas se derrumben por completo en búsqueda de llamar la atención.

-A pesar de la diversidad de ofertas que hay en las plataformas, en estos días vamos a ver tu imagen multiplicada en las salas por cuatro películas. ¿Hay algún parámetro para elegir papeles, o aceptás las propuestas que te llegan porque privilegiás el trabajo?

Ambas cosas. Cuando uno está en una buena etapa es más selectivo y cuando hay una etapa de más incertidumbre agarras más; si es digno, lo agarrás. Uno siempre tiene en cuenta disfrutar de lo que hace. Seguramente eso augura un mejor destino porque vas a trabajar mejor y eso va a provocar un circuito más virtuoso. Te vas a encontrar con gente linda de la que vas a aprender más.

Lo que más me importa, en general, son las personas involucradas. Por ahí hay un buen guion, pero termina siendo algo no muy bueno. Por ahí hay guiones que no están terminados, pero hay miradas de directores que lo enriquecen.

-¿Te queda la motivación de dirigir más cine? ¿Tenés algún proyecto dando vueltas?

Tengo que hacer una salvedad: en un mes se estrenan cuatro películas en las que participé, pero no es que estoy haciendo cuatro películas en un mes (risas). ¡Ni siquiera en un año! La pandemia fue retrasando el proceso del estreno. Dirigir cine me interesa y estoy escribiendo de a poco un guion pensando en una película. No digo este año, pero ojalá pueda concretarlo el año que viene.

Julia Montesoro

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