Eduardo Crespo por La gruta del viento y Magdalena Orellana por Hasta que el lugar se haga improbable, comenzaron el 15 de marzo el período de ocho semanas de residencia del programa Ikusmira Berriak para desarrollar sendos proyectos fílmicos.
El cineasta entrerriano fue seleccionado en la categoría Internacional, en tanto que la realizadora porteña fue escogida por la Elías Querejeta ZineEskola. Ambos, junto con la estadounidense Mina Fitzpatrick y los españoles Manuel Muñoz Rivas y Marina Palacio, fueron designados entre más de 400 proyectos para participar en el programa de residencias y desarrollo de proyectos audiovisuales que organizan el Festival de San Sebastián, el Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera y Elías Querejeta ZineEskola (EQZE).
El comité de selección compuesto por representantes del Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera, el Festival de San Sebastián y EQZE ha escogido proyectos de temas tan variados como las trayectorias de sus cineastas: un reencuentro entre un padre y una hija en el paisaje de las cuevas de La Toscana italiana (La gruta del viento); una fantasía con forma de expedición a los misterios del Polo Norte (Hasta que el lugar se haga improbable); el retrato de un joven acusado de parricidio que busca su lugar en mitad de la violencia y extrañeza del desierto de Texas (Wandervogel); el último viaje de un matrimonio ya mayor hacia el nacimiento del río Guadalquivir en la Sierra de Cazorla (Manantial) y el paso de la adolescencia a la infancia -el tiempo avanzando hacia atrás- de un grupo de amigos de un pueblo de Palencia (Y así seguirán las cosas).
Hasta que el lugar se haga improbable (coproducción con España), surge a partir de la hipótesis de que el polo norte magnético se está desplazando de su eje habitual y nadie puede en la comunidad científica explicar por qué. Como si de un extraño artificio se tratase, los personajes de esta película atravesarán una serie de acontecimientos fortuitos bajo los efectos de una fuerza misteriosa que parece desproveerles de todo lo que alguna vez aprendieron. Ochenta y tres veraneantes dormirán una siesta comunal bajo un cielo que reflejará un espectro de colores irreconocibles. Algún día despertarán o no. Ambas opciones serían razonables.
“La película es una serie de supuestos que giran alrededor de la vida de un grupo de personajes… Una ciencia especulativa, o un grupo de científicos que exploran un territorio imaginado. Exploradores que parten hacia lo desconocido no en un afán profesional, si no más bien de ocio (lo que algunos otros considerarían una pérdida tiempo, tal vez). Es también una película de trucos de magia que se practican en las sobremesas, de encuentros fortuitos que hubiésemos deseado evitar, de siestas infinitas y exceso de protector solar”, explicó Orellana.
La gruta del viento es una película sobre una despedida anticipada. Los ritos cotidianos que realizamos mientras transcurre la vida. Los vínculos entrañables, la identidad, la fuerza de la naturaleza y las emociones. Horacio es un veterinario que emigró hacia Italia, desde Argentina, hace ya varios años. Vive con su hija Mara, una joven introvertida, apasionada por la espeleología. Ambos emprenderán un viaje por separado pero que los encontrará en el medio de la montaña, para hablar de todas esas cosas que nunca habían hablado.
“Hace unos años pude reencontrarme con una parte de mi familia que había emigrado a Europa. Descendientes de europeos, que, por la crisis económica argentina de los 90’s, hacían el camino inverso de nuestros abuelos. Volvían a Italia. Tuve una impresión contradictoria, por un lado, estaban asimilados, por otro, sentían desarraigo. En aquel viaje, mis primos me llevaron a conocer las grutas y compartieron conmigo la actividad de explorar esos espacios. Ahí comenzó el deseo de hacer esta película donde confluye la indagación espacial y la emocional”, describió Crespo.
El periodo de la residencia se prolongará durante ocho semanas. Los cinco cineastas tendrán tiempo para desarrollar su proyecto hasta el 25 de abril. En septiembre, coincidiendo con la celebración del Festival, regresarán a San Sebastián para completar las dos últimas semanas de residencia, a las que llegarán con el proyecto más desarrollado para compartirlo con la industria cinematográfica. Durante esta fase se les preparará para la sesión de pitching (presentación del proyecto) con el propósito de que mantengan reuniones con las y los profesionales de la industria presentes en el Festival. Cada proyecto contará con una ayuda al desarrollo de 5.000 euros que se entregará en junio, para que puedan seguir trabajando en su proyecto entre las dos estancias de la residencia. Además, la productora Irusoin, entregará el ‘Premio Irusoin a la Post-Producción’ a uno de los proyectos seleccionados. El premio consiste en la realización de la postproducción de sonido, color, los trabajos de grafismo y la obtención de un máster DCP.