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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Marcelo Schapces, productor de «Escritor», de Paula de Luque, que se estrenará en 2026: «Las plataformas son salas de exhibición que deciden qué producir»

Escritor, ficción de Paula de Luque basada en un momento de la vida de Rodolfo Walsh, se consagró como mejor película en el Festival del Cinema Ibero-Latinoamericano de Trieste, realizado en noviembre último. Es una producción de Barakacine (de Marcelo Schapces) junto a Aleph Media (de Fernando Sokolowicz), cuyo estreno en salas llegará en 2026.

GPS Audiovisual dialogó con Marcelo Schapces acerca de Escritor, su génesis, las formas de producción y el futuro de la actividad audiovisual.

-Antes de Escritor hubo una serie.

…Una serie que se llamó Las bellas almas de los verdugos. Porque este proyecto tiene una historia bastante larga. En 2016 -o incluso antes-, con Paula, habíamos decidido que había muy buena historia para narrar. No contada como una remake de Operación Masacre, sino como una aventura, como un thriller político y con una historia de vida detrás. En ese momento bisagra en que Rodolfo Walsh decide con Enriqueta Muñiz -que era su compañera de trabajo-, investigar para escribir algo que no sabían qué iba a ser. Que después termina siendo Operación Masacre.

Entre varias idas y vueltas vimos a Marcelo Figueras, quien escribió un guion. Como los tiempos de la literatura y del cine son muy distintos, la publicó como novela: El negro corazón del crimen. Nosotros pudimos realizar el proyecto, con mucha dificultad, pero convertido en serie, por medio de uno de los planes de fomento estatales, el programa Renacer. Tenía seis capítulos que fue muy vista en la Televisión Pública y en otras plataformas. Pero a Paula siempre le quedó el deseo de hacer una película, un largometraje. Escritor es el resultado final, con formato más personal y una narración menos lineal.

-¿Cuáles son las características de Escritor que lo diferencian de la serie?

Es una especie de derivado pero estuvo siempre in pectore, porque Paula tenía muchas ganas de poder hacer un corte de la directora. La serie planteaba una narración más clásica, más lineal, para que tuviera eso que debe tener: el cliffhanger al final de cada capítulo para seguir en el próximo.

Pero la película es un thriller negro de los años 50. Por eso se hizo en blanco y negro. Con la cámara muy cercana, de primeros planos, que es lo que estuvo planteado inicialmente, cuando se pensó como una película. Después de ser una serie retoma el camino natural. Y como además estamos en una época donde no vamos a resignar ningún espacio, aunque el Estado se haya corrido del lugar que naturalmente tiene que tener (incluso por ley), nosotros vamos a seguir haciendo. Y en el hacer, ahora nos encuentra con Escritor. Después de ganar Trieste y presentarse en La Habana, en el 2026 va a ir a muchos festivales más y tenemos previsto estrenarla, ya que además se cumplen 70 años de la publicación de Operación Masacre. También son los 50 años del Golpe Militar y los 49 de la desaparición de la muerte de Rodolfo Walsh.

-¿Escritor es cine político?

-No, Escritor es cine. Nunca fue pensado como cine político. Es una aventura que tiene partes de thriller, partes de aventura romántica y tiene el trasfondo político. Nadie pregunta si Apocalipsis Now es una película política, porque los norteamericanos tienen establecido que ellos se meten en determinados géneros. Entonces es una película de guerra, aunque es profundamente política por el trasfondo y por lo que la rodea. Escritor también tiene un trasfondo muy político, que tiene que ver con un momento muy particular de la Argentina: a menos de un año del derrocamiento de Juan Domingo Perón, del alzamiento del General Juan José Valle y los fusilamientos en el basural de José León Suárez, además de los fusilamientos de Valle y Raúl Tanco y los que comandaron esa rebelión. Ese es el momento, esa es la situación sociohistórica y ahí lo que hay es gente común en momentos extraordinarios. Rodolfo Walsh era un escritor en ciernes que tenía un premio municipal. Vivía de hacer traducciones. La muy joven Enriqueta Muñiz trabajaba también haciendo traducciones en la editorial Hachette. Y esa gente común se encuentra en una situación extraordinaria y actúa de determinada manera.

Deciden una investigación de algo que no se sabe qué es. Walsh no tiene simpatías por el peronismo, Enriqueta Muñiz menos y sin embargo, en ese momento la realidad los va encauzando. Como en los mejores thrillers.

-Es interesante cómo a partir de un hecho histórico se permiten construir un policial poderoso.

Es un poco lo que ocurrió con esa característica tan particular que tenía El Eternauta y que fue muy bien traspolado en la serie: es un momento específico, una situación, un lugar específico y gente común en ese momento que se ve transformada en su cotidianidad. Acá, esa realidad invade mucho más la narración. Paula hace mucho hincapié en cómo lo público va transformando las vidas privadas.

-¿Escritor es una película de época?

No, no hizo falta. Obviamente, sucede en 1956. Pero la época está dada por detalles, como las vestimentas. Lo importante es lo que pasa con los personajes, cómo interactúan y evolucionan en la narración.

-¿Qué simboliza Rodolfo Walsh para el público de Brasil y de Italia, cómo reaccionaron frente a este tipo de historia?

En Florianópolis mucha gente quedó muy conmovida aunque eran, en su mayoría, brasileños. Y me contaba Paula que en Trieste hubo un aplauso cerrado, de 15 minutos, ni bien comienzan los títulos. La gente la recibió muy emocionada por la potencia de la historia y la de los personajes. Porque finalmente Rodolfo Walsh es conocido, pero en un marco más bien acotado.

-Rodolfo Walsh es una figura icónica de la literatura política: no es casual que sea discutido.

Casi que sus enemigos hacen más por mantenerlo vigente.

-¿Por qué te interesó esa época y ese episodio en particular?

Siempre fui muy fanático de la literatura de Walsh. Conocí su obra cuando tenía 12 ó 13 años y empezaba a leer literatura fantástica. Mi papá, que era muy afín a las novelas policiales y a las colecciones más populares de los años 50 (Rastros, Evasión, Serie Naranja), tenía muchos libros. El me fue dejando y pasando algunas cosas.

A los 12 ó 13 años leí Variaciones en Rojo, que narra la historia del traductor Daniel Hernández, quien se hace detective. Ese libro, justamente de la Serie Naranja de la Editorial Hachette, me permitió descubrir a Walsh. Al mismo tiempo, en algunas revistas “Leoplán” que tenía mi papá, encuentro que ese mismo escritor que yo había conocido en Variaciones en Rojo, hacía recopilaciones de literatura fantástica y ciencia ficción, que me encantaban. Ahí estaban los “Cuentos de Miedo”, esa famosa antología que se republicó después muchas veces, pero que originalmente tenía que ver con esas selecciones que él hacía. Años después, y ya metido en política, aparece Operación Masacre, que leí en los 70 cuando empezaron a salir las ediciones de Editorial de la Flor. Siempre quedé muy prendido de la dedicatoria a Enriqueta Muñiz, que mantuvo a lo largo de las sucesivas ediciones. Además, aclara una frase famosa que dice: «Donde aparece en el libro ‘dije, hice, investigué’, debe decir ‘dijimos, hicimos, investigamos'», dándole a Enriqueta un protagonismo muy grande.

Por eso, siempre quedé muy enganchado con quién era ella. Cuando pude, investigué más y así llegué a esa situación de que estas dos personas muy jóvenes -sobre todo ella-, habían decidido meterse. Ella a acompañar a este compañero de tareas en la investigación de esos fusilamientos que no tenían nada que ver con sus ideas ni con lo que los rodeaba. Y esta era una idea que siempre me había perseguido un poco.

Por eso, cuando con Paula empezamos a hablar del proyecto -era 2015 ó 2016-, surgió la idea inicial de una remake de Operación Masacre, la película del Tigre Cedrón. Pero yo propuse contar la investigación de cómo estas dos personas llegan a hacer Operación Masacre, a escribir sobre Walsh pero con mucha presencia de Enriqueta. Así llegamos a Escritor.

-En este momento de plataformas y algoritmos, ¿cómo se estrena una película de estas características? ¿Qué se tiene en cuenta primero? ¿La exhibición, el perfil de público, la comunicación, la venta para el streaming?

Casi desde que hago cine como productor -y esto ya tiene más de 25 años-, muy rara vez encaro un proyecto sin saber cómo va a ser la estrategia o el camino de la difusión, de la puesta en común con el espectador y de la exhibición. Ahora ocurre algo con las plataformas muy particular, que siento que se discute poco: durante mucho tiempo hablamos del tema de la cuota de pantalla, de los monopolios de la exhibición, de las cadenas que terminan mandando y que uno no tenía posibilidades de pelear un lugar en la grilla de estrenos. En Estados Unidos siempre estuvo prohibido, por razones de ley de monopolio, que las salas fueran a la vez productoras. Los exhibidores no podían pertenecer a la cadena de producción ni de distribución. Esto ahora dejó de ser así.

-Esto implica repensar el sistema de producción.

Actualmente las salas de exhibición -que básicamente son las plataformas, más allá de que existen las salas de cine-, eligen qué producir. Lo producen, lo distribuyen y lo exhiben. ¡Hacen todo! Frente a esta concentración, cuando me preguntás dónde se va a exhibir Escritor, seguramente tendrá una exhibición híbrida, con alguna plataforma o con algo que terminemos inventando en el medio, en estos formatos híbridos que están tan en boga. También va a ir a salas. Pero esto es algo que debemos pensar más en otros niveles. Por primera vez toda la cadena de producción, de distribución y de exhibición está en cabeza de básicamente tres, cuatro, como mucho cinco megaempresas que dominan absolutamente  90% del mercado mundial. Este es un elemento preocupante. Y es un elemento para discutir, para tener en cuenta, sobre todo en lo que venga en el after. Siempre va a haber un after, y en algún momento, el Instituto de Cine va a volver a tener la relevancia que no debió dejar de tener; no solo en este gobierno, sino que venía dejando de de tener desde hace bastante más tiempo. Ahí hay mucha discusión, mucha charla y mucho debate para dar. Pero va a haber un after y vamos a tener que estar preparados para los nuevos escenarios, los que hay ahora y los que habrá pasado mañana.

-Tal vez se deba empezar a debatir el marco formal en el que las plataformas producen y exhiben. Por ejemplo, Brasil acaba de sancionar una ley que regula también la cuota de participación de las plataformas.

Absolutamente. Eso es muy reciente. Canadá lo ha hecho. En Europa, varios países, como España o Francia. No por eso las plataformas han dejado de invertir y de ser un actor súper importante para la producción de audiovisual. Y así como hay tanta preocupación por la falacia de que «con la nuestra hacen películas que no ve nadie», también como sociedad deberíamos preocuparnos porque pagamos un servicio cuyas utilidades son remesadas fuera del país, que no tributan en el país y que el único impuesto que pagan, que es el IVA, que fue impuesto en 2016-2017, lo facturamos nosotros con nuestra tarjeta de crédito por encima de la cuota que nos cobra de membresía la plataforma o las plataformas las que fuera que tengamos.

Con lo cual en el país no queda nada. Y para aquello que genera esta actividad, que es la actividad audiovisual, tampoco queda nada, porque el único impuesto que se cobra, que es el IVA, pasa a Rentas Generales y no queda nada para fomentar la actividad. Esto que se ha discutido bastante en ciernes, tendrá que ser el objeto central en futuras discusiones. Hoy creo que hay que aprovechar el tiempo que nos da el que nos dejen afuera de casi todo y seguir haciendo. Eso no significa que no necesitemos del Estado, por el tipo de actividad que representa, igual que en cualquier país desarrollado del planeta.

-¿Tiene sentido seguir produciendo cine en Argentina?

Tiene sentido seguir haciendo todo lo que nos dé alegría, todo lo que nos dé placer, todo lo que nos gusta hacer. Todo lo que para quienes como yo tenemos más años que muchos otros que están en la actividad, vale la pena porque es lo que nos permite levantarnos cada día, es lo que nos permite seguir soñando, lo que nos da ganas y energía para vivir. Por lo tanto, esto no es un trabajo que uno hace a disgusto porque necesita el dinero para pagar los impuestos. Esto es una actividad en la que uno se metió y desarrolló cuando todavía no era rentable (por lo menos en mi caso) y te preguntaban: «¿Estudiás cine o vas a hacer cine? ¿De qué vas a vivir?». Y hoy es una actividad que para todos los que la hacen es vital. Y como toda actividad vital, la vamos a seguir haciendo, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, para volver al dicho original.

Julia Montesoro

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