Juan Pablo Miller es uno de los productores que a través de su compañía, Tarea Fina (junto a Laura Donari) sigue apostando al cine de autor, manteniendo una saludable continuidad entre estrenos, películas en cartel, proyectos y festivales nacionales e festivales internacionales. A los recientes estrenos de La llegada del hijo de Cecilia Atán y Valeria Pivato y La noche sin mí de María Laura Berch y Laura Chiabrando se le agrega la propuesta de Hijo mayor, de Cecilia Kang, de activa participación en festivales nacionales e internacionales.

-Es una curiosidad poco común tener en cartelera y festivales tres películas -una aun inédita- simultáneamente. ¿Coincidencia o estrategia?
Básicamente se dio así básicamente porque a La llegada del hijo y La noche sin mí las filmamos en el 2023. El 11 de septiembre estrenamos la primera y el 9 de octubre La noche sin mí, que el jueves comenzó la séptima semana y sigue todavía en el Gaumont y en Cacodelphia y en muchos espacios INCAA. La película superó los cinco mil espectadores, algo que nos pone muy contentos.
La llegada del hijo se había estrenado mundialmente en San Sebastián el año pasado. El año pasado ganó el premio a Mejor Película en la Competencia Argentina del Festival de Mar del Plata y recorrió muchos festivales nacionales hasta llegar al estreno.
La noche sin mí se estrenó en el BAFICI de este año y se presentó internacionalmente en el Festival de Lima. Viene de ganar un festival en Chile y otro en Colombia. Nosotros recorremos los cines: presentamos la película y después nos quedamos en preguntas y respuestas que dura 45 minutos. Está buenísimo porque van psicólogos, sexólogos, parte del equipo. Es un lindo plan.
Hijo mayor todavía no se estrenó comercialmente, pero tuvo su estreno mundial en Locarno, donde ganamos mejor dirección con Cecilia Kang y después seguimos en San Sebastián- La película recorrió varios festivales y tuvo su estreno nacional en Fuera de Campo. Estamos planeando el estreno para los primeros meses del año que viene.
-¿Cómo planeás un estreno en este contexto tan complejo? ¿Cuáles son los principales dificultades a sortear?
No hay una fórmula para cada uno de los estrenos. Lo primero que trato de hacer es que viajen por festivales, que se genere un run run en festivales internacionales y nacionales para después estrenar en salas. Básicamente acompañamos muchísimo la película: calcomanías, premios, sorteos. Vamos a las funciones, hacemos preguntas y respuestas. Muchas veces funciona bien. Cuando se estrenó Alemania armamos una estrategia similar y metimos 22 mil personas, una cifra importante para una ópera prima.
El problema que tenemos con la exhibición y la distribución en la Argentina es que las películas duran una semana en cartel, salvo que te vaya muy bien. Entonces tenés que buscar cómo estrenar. Saber qué película tenés para estrenarla de una manera tal que no dure solo una semana, la vean 500 personas y la saquen de cartel. Hay que pensar en qué fecha conviene estrenar y también en qué sala. Busco si puedo llegar a conseguir el Malba, la Lugones, Cacodelphia o el Cine Gaumont y voy viendo qué recorrido le puedo dar a la película. Para el tipo de cine que hacemos nosotros son importantes el cine El Cairo de Rosario, el Hugo de Carril en Córdoba, el América en Santa Fe o la Universidad en Mendoza.
Suelo trabajar mucho con Manu García de Cinetren. Con él estrenamos muchas películas juntos, nos conocemos mucho. Nos asociamos y vamos para adelante para encontrarle el público a la película. Pero no siempre funciona. Con La llegada del hijo hicimos un lanzamiento importante pero la película no funcionó. Y no es por la película: todo el mundo que la ve me dice «qué peliculón, está buenísima.» Pero después la gente no va al cine. Ahora no está en cartel, pero de repente hacemos una función con público y demás y salen todos impactados. Salen bastante tocados después de verla.
-Una característica que tenés como productor es que apostás mucho a las óperas primas, que también es un desafío. ¿Hay algo ahí especial que ves en las primeras películas?
Las óperas primas me encantan. Me parece que el rol del productor dentro de una ópera prima es fundamental, desde acompañar un proyecto cuando todavía no escribiste el guion o recién tenés tu primera versión hasta que estrenaste la película. Con las óperas primas, todas las películas terminan siendo mías y de Tarea Fina. Son películas de los directores también, pero con una ópera prima me siento mucho más parte, porque lo ayudo a generar lo que soñó durante años, a materializarlo y tener la película ahí.
-También le das oportunidades a las mujeres. Justamente estamos hablando de tus películas actuales, dirigidas por Cecilia Kang, Valeria Pivato y Cecilia Atán, María Laura Berch y Laura Chiabrando.
No es algo buscado: se dio por los proyectos que fueron llegando. Cuando me llega un proyecto que me gusta busco qué hizo antes el director; si lo conozco, si tenemos relaciones en común. Es cierto que produje películas de Paula Hernández, Natalia Smirnoff, María Zanetti, Sabrina Campos. Pero también soy el productor de Ariel Rotter, Pablo Giorgelli, Fernando Salem, Mariano Biasin, por mencionar algunos con quienes estamos desarrollando cosas.
-¿Qué es lo que te llama más la atención de un guion?
Básicamente trato de leer todo lo que llega. Y a veces es mucho. Pero me atrae lo que cuenta. Por ejemplo, Hijo mayor era una película imposible de hacer por su complejidad, pero desde la primera vez que leí el guion sentí que quería hacerla. Ese proyecto venía con un desarrollo de tres años anteriores. Yo lo tomé en el 2019. En el primer LoboLab de Mar de Plata yo estaba con otro proyecto, pero pensaba que ese era la mejor propuesta. Como productor me di cuenta del potencial que tenía. Un año después, Cecilia me llama: «Che, Juan, necesito un productor, me encantaría». Allí empezamos a armarla.
Lo mismo me pasó con Alemania y con otras tantas películas, como Las buenas intenciones, de Anita García Blaya o Los sonámbulos o Las siamesas. Hay una sensación interna que te dice «Esta película la quiero hacer como sea».
-¿Cuál es tu participación en el producto final, hasta dónde participás en las decisiones del director?
Yo puedo decir: «Me parece que esto hay que hacerlo de esta manera.» Pero si el director o la directora lo ven de otra forma, le doy la derecha: es cine de autor. Me meto más en la elección de personajes o en las locaciones: me encanta hacer locaciones. Cuando recibo un proyecto automáticamente pienso dónde lo puedo filmar. Es que antes de ser productor hice 27 películas como técnico: fui meritorio, ayudante, asistente, jefe de locaciones, jefe de producción. Lo que más me gusta es buscar las locaciones. Y naturalmente, como productor, pensar con qué coproductor se puede armar una película, con quién tratar de asociarse.
–¿Tu mirada va dirigida a la búsqueda de un coproductor?
Hoy, pensar una película sin hacer una coproducción es imposible. Lo que pasó en el cine es lo que pasa en el país. Antes, una ópera prima por ahí te salía unos 700 mil dólares. Actualmente es imposible filmar algo por menos de un millón de dólares. Entonces, tenés que pensar en coproducciones para conseguir esa plata. Y básicamente, además porque para las óperas primas es más complicado. Es una apuesta muy grande. Y además, por la clase de película que hacemos, las plataformas no suelen invertir antes del rodaje.
-¿Es posible hacer cine de autor en Argentina sin una plataforma detrás?
Es posible. Pero podés terminar muy endeudado. Con Hijo mayor estamos en un momento muy difícil para cerrar el tema de la financiación. Pero la película es una bomba, estoy feliz de haberla hecho y entiendo que de alguna manera se va a vender y que vamos a recuperar. Aunque queda claro que para obtener los fondos que te faltan se necesita el apoyo de una plataforma. Como hablábamos antes: antes se hacía una película con parte del subsidio del INCAA, productores asociados, coproducción internacional, programa Ibermedia y algún país europeo, como Francia o Italia. Ahora tenés todo eso y te faltan 200 ó 300 mil dólares, que es lo que podría llegar a aportar una plataforma.
También es difícil porque el INCAA cambió las reglas de juego. No existe más la preclasificación. Y el subsidio de medios electrónicos no es como antes: ahora sí o sí se la tenés que vender a una plataforma y que la vean diez mil personas. Es muy difícil: Hijo mayor, que fue declarada de interés en el plan de fomento anterior, tal vez no sea una película que pueda interesar a una plataforma. Tenemos que pensar estrategias para que la gente la vea en salas.
-En este contexto, ¿cómo sorteás las complejidades?
Básicamente están los concursos del INCAA, en el que se presentan más de 200 y ganan ocho. En la primera edición ganamos con Los erizos, el proyecto de Victoria Galardi. Obtuvimos 225 mil dólares y el costo es de 1.200.000 dólares. Tengo coproducción con Uruguay y estamos viendo si también participa España, porque no llego a juntar todo el dinero. Es un camino bastante largo. Por suerte hicimos gestiones entre las asociaciones de productores para que en el INCAA entendiesen que una película no se hace en 4 meses. Que necesitás un año como mínimo para juntar esa plata, porque básicamente tenés que conseguir coproducciones y a la vez que el coproductor consiga la plata del instituto de su país.
-¿Por dónde pasan tus proyectos?
La semana pasada terminamos de filmar Imperfecta, la cuarta película de Natalia Smirnoff, en Colombia. Somos productores minoritarios por Argentina. Participa Javier Drolas. Además estamos desarrollando varios proyectos simultáneos: la ópera prima sola de Valeria Pivato, La ilusión de un paraíso. Participamos en el foro de producción de San Sebastián y nos fue bastante bien. La segunda película de María Zanetti, que tiene dos posibilidades, dependiendo de la financiación: una muy grande y una más pequeña. La película de Pablo Giorgelli, Trasfondo, proyecto que abandonamos en la pandemia porque nos fuimos a hacer otra película, La encomienda, a República Dominicana. La segunda película de Mariano Biasin.
Y Los erizos, una película que está buenísima, con Pilar Gamboa y Daniel Hendler. Es la historia de un matrimonio que se está por separar y que antes de separarse la mujer le dice: «Vamos a la casa de la costa. Se lo decimos a nuestro hijo que tiene 8 años». ¡Y no te cuento más! Seguramente es la primera de todas las propuestas que va a rodarse.
Julia Montesoro


