El cineasta argentino Lisandro Alonso recibió el Premio de Honor del 63º Festival Internacional de Cine de Gijón/Xixón, que se desarrolla hasta el sábado 22. La decisión «celebra una trayectoria de cine radicalmente personal que ha definido el cine contemporáneo de las últimas dos décadas», tal como se expresó en la comunicación oficial. En el marco de la muestra se proyectó su ópera prima La libertad y protagonizó dos conversaciones públicas con el cineasta catalán Albert Serra y el crítico y programador argentino Roger Koza, director del podcast oficial del festival.

Después de su estada en Gijón, Alonso se concentrará en la posproducción de La libertad doble, proyecto que dio a conocer en una entrevista a GPS Audiovisual: «Románticamente no estaría mal que así sea mi última película, porque podría cerrar el ciclo con el que inicié mi carrera, con el mismo protagonista y paisaje, veintincinco años después. Y no sé si va a ser por así, por cómo está el cine en Argentina y a nivel internacional. Es difícil filmar y yo también tengo otras prioridades personales.
Poner la cabeza en filmar demanda mucho tiempo, por más que sean películas que a lo mejor no son para un público mayoritario. Demanda la misma energía que una película comercial o al menos a mí: la película que quiero filmar requiere el mismo tiempo que la de un director comercial o que tiene un éxito más amplio que el que puedo tener yo. Tardé diez años en hacer mi última película. Diez años que le puse cabeza y cuerpo. No es que me esté tirando autoelogios, pero se necesita cierta tenacidad para no abandonar el barco a mitad del camino.
Hasta ahora me considero exitoso, de alguna manera, porque cada película que hice me abrió la puerta para poder hacer otra. Eso para mí es enorme, no solo en Argentina, sino en cualquier parte del mundo donde alguien dedique la mitad de su vida profesional a llevar esta actividad adelante».
Alonso preside el jurado de la nueva Competición Internacional FICX Premiere. Lo acompañarán la cineasta rumana Monica Stan y Liza Linardou, gestora cultural en la Dirección de Artes Escénicas y Cine del Ministerio de Cultura de Grecia.
En las conversaciones sostenidas por Alonso junto a Serra y Koza desgranaron la evolución del cine, las filosofías de producción opuestas y el impacto del «valor de producción» en la industria. Roger Koza presentó a los cineastas como dos autores que han «escrito la historia del cine contemporáneo» por su dimensión propia y su visión innegociable.

El diálogo de las antítesis: Las cartas filmadas
El punto de partida del diálogo fue la curiosa correspondencia filmada que ambos directores realizaron años atrás. El ejercicio, que ya se había hecho entre otros cineastas, resultó ser una metáfora perfecta de sus estilos opuestos: la carta de Alonso duró 22 minutos, mientras que la de Serra se extendió por dos horas y media en catalán. Alonso recordó que este proyecto surgió en 2008, justo después de Liverpool, cuando se sentía «un poco cansado de más o menos manejar ciertas herramientas similares” en sus películas precedentes. Para él, fue un momento «neolúdico» y un punto de inflexión que lo llevó a un cine más narrativo. «Fue un salto no al vacío, pero a probar cosas que no estaban dentro de mi radar”, confesó Alonso, mencionando la incorporación del poeta Fabián Casas y la llegada de actores como Viggo Mortensen en Jauja y Eureka. Albert Serra defendió la utilidad de estos ejercicios libres: «Muchos de estos proyectos que no tienen, digamos, la presión que tiene una película de ficción pura permiten esto de poder ensayar cosas o poder intentar cosas”. Según Serra, experimentar en formatos intermedios con más libertad es clave, ya que en un rodaje de ficción «todo es mucho más tenso, hay menos tiempo, más dinero, todo es mucho más complicado”.

Dos metodologías opuestas: La abundancia y la austeridad
La conversación viró hacia el contraste absoluto en sus métodos de trabajo. Por un lado, Albert Serra filma en digital y con abundancia de registro (400 horas de material bruto en el caso de La muerte de Luis XIV), para luego trabajar en una «purificación, un depurado» en el montaje. Por otro lado, Lisandro Alonso, que filma en físico (35mm), trabaja desde la «austeridad» y el rigor. Su objetivo es usar la menor cantidad de recursos posible. Para su última película, reveló que terminó con apenas tres horas de material bruto para un film que dura una hora y diez. Alonso bromeó con Serra: «Yo si fuera el productor de Albert, que tiene 400 horas para dejar 398 fuera, lo elimino directamente”. Sin embargo, ambos defendieron que cada método es el camino para llevar la visión del director a su mejor versión. «No es una cuestión de encontrar tu forma de pensar el formato para llevarlo a tu mejor versión posible de la película que quieres hacer”, dijo Alonso.

Lisandro Alonso y Albert Serra
El peligro del valor de producción y la crisis de la imagen
La discusión se elevó a una crítica feroz sobre el estado actual de la producción cinematográfica, dominada por la presión económica y las nuevas reglas. Alonso lamentó el cambio en la industria, donde hoy una película debe costar «arriba de un millón y medio de dólares» para «existir» y donde el guion debe tener al menos 60 páginas para calificar para subvenciones. Albert Serra introdujo un término clave que subraya la castración creativa de los jóvenes cineastas: «valor de producción». Afirmó que este término se enseña literalmente a los cineastas con el deseo de filmar, lo que supone una «castración» de los festivales que están dejando de seleccionar películas que no cumplen con ese sistema de valores. Serra criticó la falta de «restricciones de rigor» en el cine actual, lo que lleva a la falta de criterio y la centralización del control por parte de productores que no son artistas. Según Serra, esto ha provocado una peligrosa inversión de roles: «Los productores son más listos que los directores que contratan y también contratan a técnicos que entienden mucho más de cine que el propio director”.

Lisandro Alonso, Premio de Honor FICX 2025
El Papa, el último bastión de la sala de cine
El encuentro culminó con una anécdota singular compartida por Serra, quien acababa de regresar de un evento en Roma llamado «El Papa se encuentra con el cine» donde fue el único representante español invitado. Aunque dudó de que el pontífice hubiera escrito el discurso personalmente, lo calificó de “magistral”. Serra defendió que el texto papal entendía el cine mejor que el 95% de los directores del mundo.
El discurso hacía una «defensa muy importante de la sala» de cine, la cual está amenazada por la presión inmobiliaria, e hizo una declaración pública en favor del cine como «el último reducto espacio de más libertad, de poesía, de belleza”. El texto papal, concluyó Serra, criticaba el streaming por ser «didáctico» y «servil» a ciertos intereses, además de abordar la diferencia entre la representación y la explotación de la violencia, subrayando la «claridad y categoría» de un discurso público tan inesperado.
Finalmente, Koza preguntó a Alonso por el plano final de su primera película, La Libertad, donde el personaje miraba a cámara con una sonrisa, un gesto que se recupera en su nueva película, continuación de aquella. Alonso reveló que este regreso, 25 años después, no es casual: «Es un plano que me reencuentra con la misma persona que filmé hace 25 años… me parece que adquiere valor.» El Premio de Honor del FICX celebra una carrera que, como concluyó Koza, sigue siendo difícil de imitar y esencial para el cine de autor.


