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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Luciano Cáceres protagoniza «Adiós Madrid» en cine y el unipersonal «Muerde» en teatro: «Dirigir cine es un deseo muy potente»

Luciano Cáceres protagoniza Adiós Madrid, coproducción entre Argentina y España dirigida por Diego Corsini, estrenada en salas argentinas el jueves 28 de agosto. Además continúa presentando su unipersonal Muerde los lunes en la sala Timbre 4 y como director, presenta los domingos en el natatorio del Club Estrella de Maldonado la obra Subacuática.

-Adiós Madrid transcurre en una sola noche, en la que un hombre se ve casi obligado a decidir sobre el destino de su padre, con quien había cortado el vínculo desde mucho tiempo atrás. ¿Qué encontraste en esta historia para que te entusiasme?

La historia habla de un viaje intenso que invita al perdón, a la sanación, al reencuentro. Habla de los vínculos sanguíneos y también de la familia elegida, porque este padre armó un familión y el protagonista desconocía ese vínculo que él tenía allá, por el enojo y por la negativa que él puso para que ese vínculo este no se mantuviera.

El protagonista desde los diez años que no tiene conexión porque su padre salió del clóset, dejó Buenos Aires y se fue a Madrid en plena época del destape para ser quien él quería ser. A 35 años de esa desconexión, llega un llamado de la pareja del padre diciéndole que éste se encuentra en terapia intensiva, con un coma inducido y que ya no hay vuelta atrás. Su voluntad era que lo desconecten y que el único familiar que le queda es él y entonces se ve forzado, casi como por un trámite, a viajar a Madrid, ciudad que no conoce, para reencontrarse con un padre convaleciente. Una sola noche en Madrid va a ser un viaje de descenso a los infiernos. Esta Madrid que te invita a arrancar con una caña que no sabés cómo vas a terminar.

El director es Diego Corsini, español nacido en el exilio formado en la Argentina, aunque desde hace varios años vive en Madrid. La película entretiene y después emociona fuerte. En lo personal un lindo arco para contar: se desarrollar un rol que empieza muy, muy, muy antipático, muy muy enojado por este vínculo y después le van pasando cosas que le va a pemitir ir sanando.

-¿Cuánto de vos como hijo, y también como padre, encontraste en este personaje de Adiós Madrid?

Por suerte tengo una historia redistinta, con un papá recontrapresente. Yo a la vez soy un papá súper presente. Pero el relato también invita a saber que el tiempo es ahora, el presente es este. Que todas las veces que puedas decirle a tu padre «te amo», «te quiero», «estoy acá» hace que esos vínculos sean sanos, se revaloricen. Porque el tiempo es limitado y esto a todos nos toca. Yo la vi como ocho veces en los festivales, fui acompañándola. Y nunca me dejó de conmover. Eso no me pasa con muchos laburos.

En este vínculo entre padre e hijo se aborda un tema muy profundo pero no desde una psicologista sino más cercana, más coloquial.

Sí, sin duda. La película permite poder conocer la historia del personaje a través de los vínculos que tuvo ese padre, reconocer ese padre que él se perdió. Además nos lleva a recorrer una Madrid que por lo menos para mí era desconocida. Esa mirada tuvo el aval del público madrileño, que nos dio el Premio del Público. Ahí sentimos que algo estuvo bien contado: las costumbres, las singularidades, los lugares típicos que tienen que ver con esa historia que él va reconstruyendo en una noche forzada a la que va enojado por lo que inicialmente considera un trámite.

«Trámite» es una palabra que el personaje utiliza muchas veces en estos encuentros con gente de Madrid.

Sí. Incluso mofándose, riéndose por tener que repetirla. “Esto es un trámite”, “tengo jet lag” o “no me interesa conectar”, dice. Pero hay un golpe de realidad que llega con la noche. Y el aflojar la carga emocional contenida durante tanto tiempo lo va llevando a un viaje muy potente. Después, se cruza con personajes característicos de la noche, que lo llevan de un lado a otro y hasta se cruza con una mujer bastante particular que lo hace descender a los infiernos. La película tiene citas de La Divina Comedia. Hay algo de nuestra autora, Mariana Cangas, que nos lleva a citar al Dante.

-¿Hubo alguna escena o situación que te impactó o interpeló particularmente?

Y…el encuentro con el padre. Es lo que se espera durante toda la película. Y esta imposibilidad de hablar y ese abrazo que no se pudieron dar es sostenido con un monólogo de casi 10 minutos. Fue un gran desafío. Y lo que sucedió en rodaje fue inesperado. Todo un equipo estuvo emocionado, llorando. Hay planos que no se pudieron usar del temblequeo de uno de los cámaras. Es un recuerdo que me llevo para siempre.

Por otro lado, aunque no tiene que ver, la noche de Madrid fue increíble. De algunos lugares nos han echado con nuestros compañeros actores españoles. Literalmente. Esto se generó a partir de generar un proyecto independiente, un formato que tanto transitamos en la Argentina y que en España no es tan común. Hubo una química preciosa con todo el elenco. Y con Madco Studios, una productora que viene haciendo deportes (transmitió el Mundial de Fútbol, produce Fórmula 1 y Fórmula 3) y es la primera vez que hacía ficción.

-El estreno de Adiós Madrid coincide con las presentaciones de tu unipersonal teatral Muerde.

Sí. Son muchas alegrías juntas. Muerde nació de manera alternativa para hacer en paralelo a otras actividades. Y se ha vuelto mi prioridad número uno. En estos meses estuve reecorriendo la Argentina y Estados Unidos, regresé a Uruguay, ganamos premios y el lunes 8 nos presentamos en Timbre 4. Y además tenemos programada una nueva gira por España.

-Más tu experiencia como director en Subacuática.

Soy codirector con Fernanda Ribeiz, que es directora de cine. Es la adaptación de la novela de Melina Pogorelsky que tiene como escenario una piscina real. Invita a una experiencia inmersiva y a contar una historia también profunda, con dos personajes que salen a flote pese a la tragedia. Pablo, el personaje protagónico, es un tipo que se queda viudo el día del nacimiento de su hija. Después de tres años encuentra en la natación una actividad para su hija y él mismo. En esa experiencia va teniendo recuerdos de lo que fue su historia de amor con la madre de la nena y esas apariciones. En paralelo va a ir conociendo a una madre soltera que lleva a su hijo a natación. Son dos rotos que buscan sanar juntos.

Es bien milagroso cómo la gente va un club, se sienta alrededor de la pileta y ven a los actores en el agua nadando y actuando.

Además de volver a España por Muerde, ¿hay proyectos de cine a la vista?

La puerta está abierta. Adiós Madrid es mi primer protagónico, pero hice otras cuatro películas con directores españoles. Hay un vínculo muy potente desde hace muchos años, viajando mucho con teatro y a festivales de cine.

-¿Y en Argentina?

Acabo de terminar El capricho perfecto, de Rodrigo Elizalde, con un personaje muy lindo de un tipo muy entrador, pero con algunos vicios. Es una película también muy relacionada con las artes, con un personaje que ha estado un momento muy clave de la historia, momentos bisagras… Después, con una experiencia pendiente que teníamos los dos, estoy en la última película de Raúl Perrone. Estuvimos filmando hace menos de un mes, en el Oeste. Fue un encuentro muy lindo con ese gran maestro del cine independiente nacional.

-Vos te definís como un actor «todoterreno». ¿Qué diferencias encontrás entre un medio y otro, qué te atrae de cada uno?

Con el teatro siempre intento generar experiencias, más allá de contar una historia. El abismo y la adrenalina que tiene el teatro, el vivo, el no haber vuelta atrás, no editar y no volver a empezar, más el contacto con el público y la respuesta inmediata lo convierte en algo único.

El cine tiene otra complejidad y otras esperas. Son muchas escalitas: el tratamiento, el guion, conseguir financiamiento, las locaciones, armar un equipo, rodar y lo que significa después la posproducción. Que a veces puede llevar años. Adiós Madrid llevó por lo menos un año.

-Y en este cruce de formas de expresión, ¿pensás cómo puede funcionar una obra teatral llevada al cine? En el caso de Muerde, ¿te lo propusiste?

Es una historia que podría ser filmada. En algún momento con Francisco Lumerman, nuestro autor y director, lo pensamos. Pero claramente sería otro tipo de experiencia. Porque ya no sería un personaje que narra la historia y que de alguna manera se ve mezclado con todos los otros personajes. Muerde es un unipersonal y estoy solito en escena, pero en un momento aparecen casi 20 personajes. Con sus voces, sus miedos, su presencia, sus acciones. Si hubiera que adaptarla debería compartir el protagonismo. Y me lo cuestionaría. Lo digo con humor pero es en serio. Debería ir dejando roles. No sé si quiero. O hacer la gran Francella, en la que te vas camuflando y haciendo un montón de roles, pero esa es una genialidad que pueden hacer él y pocos actores. Yo no me veo así.

-¿Te ves dirigiendo cine?

Sí, claro que sí. Es un deseo muy potente. Por ahí no son los mejores tiempos, pero hay varios proyectos ahí entre manos y ojalá podamos llevarlos a cabo. Míos y en colaboración. Hay un proyecto con Flor Berthold, con un guion muy lindo. Ojalá el año que viene lo podamos concretar.

Julia Montesoro

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