El director, guionista y productor Gustavo Fontán finalizó en la segunda quincena de julio el rodaje de Ramón Vázquez, ficción realizada «sin el INCAA, a fuerza de la generosidad infinita de los que me acompañaron», de acuerdo a lo que el realizador expresó en sus redes y que contó con la participación de Marcelo Subiotto y Luis Ziembrowski, entre otros integrantes del elenco.

Ramón Vázquez es la primera ficción de Fontán después de tres documentales consecutivos: El piso del viento (2021, con Gloria Peirano), La terminal (2023) y Los ríos (2025). El argumento se centra en el personaje que da nombre a la película, quien emprende un viaje para visitar a su padre después de treinta años. Ramón es un caído del mapa, un trabajador sin trabajo desde hace meses. El viaje desde La Pampa hasta un pueblito del norte de Córdoba es difícil, plagado de sobresaltos y dificultades, y lo hace como puede.
Durante el viaje recibe gestos teñidos de algún tipo de ternura. Consigue que lo lleven por tramos, y en el camino conoce a un conjunto de personas y de historias diversas, pero hermanadas en la fragilidad. Como si la presencia de Ramón fuese propiciatoria de la comprensión y la empatía que nos hace humanos, su andar enlaza a una comunidad de caídos.
Ramón se desmaya varias veces en su viaje. De pronto cae redondo al piso. En esos intersticios aparecen una serie de imágenes, fragmentos de memoria, retazos de visiones. Mientras el viaje sigue, la frontera entre los dos mundos se vuelve permeable.

«Fui testigo de la situación que da inicio al guion: un hombre se desmayó en la calle -describió Gustavo Fontán-. Estaba de pie, inmóvil en una vereda, debajo de un árbol, y cayó redondo. Al volver en sí nos contó, a las dos o tres personas que nos acercamos, que tenía que llegar a un pueblo de Córdoba. No dijo mucho más que eso: que tenía que llegar hasta allí para ver a su padre, que lo habían traído en un camión desde La Pampa, que había comido un pan en todo el día.
Hace varios años que este hecho me habita. Creo que el impacto se debió a dos razones. En principio, la vulnerabilidad de ese hombre tenía un grado de verdad conmovedora, inobjetable. Su sola presencia derribaba cualquier prejuicio. Quizás, pero esto no lo puedo asegurar, el hombre me miró con la intensidad con la que nos mira un ciego, aunque, por supuesto, no fuese esa su condición. En segundo lugar, las pocas cosas que el hombre nos dijo parecían fuera de cualquier especulación y eran portadoras de un enigma que funcionaba como un imán. ¡Qué ganas de saber de ese pozo, de ese hueco que ofrecía su contorno en el medio de la ciudad!
¿Por qué perdura una escena en la memoria? ¿Por qué razón algo aleatorio con lo que nos topamos, entre todas las cosas que están allí, en el mundo, nos alcanza y deja su huella? Esta escena apareció con insistencia en mi memoria a lo largo de varios años. Se repetía de manera idéntica cada vez: el hombre está inmóvil bajo el árbol, las luces que provoca el sol entre las hojas titilan sobre él, las piernas se doblan y ya no lo pueden sostener. Sin embargo, más allá de algunos apuntes torpes que hice ese mismo día, no se transformó en material de escritura hasta que otra escena se le unió. Hasta entonces, la caída se repetía, cargada de misterio, pero sin futuro.
En las semanas siguientes a la muerte de mi padre, en plena pandemia, tuve una extraña experiencia: alguien entró al cuarto y se acostó junto a mí con sigilo. Yo dormía de costado y quien fuera quien estaba a mi espalda, susurraba. Parecía una queja o una advertencia. Todo se volvió enseguida muy inquietante; no me salían las palabras y empecé a luchar para volverme y ver. El combate me desesperó porque el cuerpo dormido no obedecía. De pronto, me asistió la conciencia de que estaba soñando y era necesario despertarme. Este sueño, repetido durante varias noches, por alguna razón desconocida se unió a la caída del hombre sucedida varios años atrás. En la unión de esas dos escenas, el comienzo de la escritura del guión que hicimos posteriormente con Gloria Peirano.«

Con guion del propio Gustavo Fontán y Gloria Peirano, Ramón Vázquez es una producción de Punto de Fuga y Tercera Orilla, con un elenco que completan Ramón Loza, Mario Verón, Flora Campero, Mariana López, Julián López, Luciana Rodrigues Dacunto, Santiago Zapata y Julieta Ciochi.
Los rubros técnicos se completan con Roberto Persano (Asistencia de dirección); Diego Poleri (Cámara y fotografía); Yani Puntarello y Mauricio Heredia (Asistentes de cámara y fotografía); Andrés Perugini (Sonido) y Mario Bocchicchio (Montaje).