Claudio Larrea, director de la Fotogalería del Teatro San Martín, presenta en el Centro Cultural Ricardo Rojas UBA la muestra fotográfica Porteños, con curaduría de José Manuel Elliot, que se presenta hasta el 13 de agosto con entrada libre y gratuita. Larrea, que trabajó en distintas producciones fotográficas para cine, es autor de un extraordinario trabajo oara la película Yo soy así, Tita de Buenos Aires, de Teresa Costantini.

-¿Cómo comenzaste a plasmar la idea de esta obra, qué había detrás de todo eso?
Porteños surge gracias al trabajoso cuidado de mi marido, José Manuel (Elliot Eyras, docente de técnica vocal y canto), quien es curador en todos los sentidos. Durante diez años saqué fotos en la ciudad de Buenos Aires, cuando regresé de vivir en Barcelona. Entre ellas, fotografié a los porteños y a la arquitectura de la ciudad. Y cuando decidimos armar una selección con José pensamos que podría ser interesante reflejar un poco nuestra idiosincrasia, la que muchas veces descubro al paso. Yo voy con la cámara todo el tiempo por las calles mientras ando en bicicleta, así que soy como una especie de cazador que trata de ver ese momento preciso. Muchas veces logro captar esas cosas humorísticas y tiernas que tiene la ciudad con sus habitantes, que somos bastante peculiares.
-¿Cuánto hay de planificación y cuánto de instinto en esta resignificación de Buenos Aires?
El momento de la foto es totalmente azaroso. Como decía, soy cazador: lo que está es lo que vi en el momento. Luego, hay una parte más de la filigrana a la hora de editar, que le corresponde a José. Muchas veces nos peleamos porque yo pondría fotos que él no quiere. Aunque soy el autor, me dice: «No, no van». Y son discusiones en las que después nos ponemos de acuerdo porque él tiene razón: siente es que no hay que poner fotos porque sí, sino porque cada una de esas fotos elegidas tiene un significado puntual individualmente. En el caso de Porteños se seleccionaron 49 tomas fotográficas y todas tienen en sí mismas un relato. A veces las acompaño en visitas guiadas y las describo con un relato humorístico, porque me divierte imaginar lo que capturo en ese momento.
-¿Construís una película en esas visitas guiadas? ¿Distintas películas, por otra parte?
Por supuesto. Y además es totalmente moldeable. Hace pocos días, en mi rol de director de la fotogalería del Teatro San Martín Sara Facio, hicimos una charla sobre inteligencia artificial. Luego hice una visita guiada y asocié ambos hechos. Entonces dije: «Estas son fotos reales y yo voy a hacer lo opuesto, voy a inventar las historias que van a ver de fotos reales». A mi modo, busco reinventar cada historia. Que es lo que alguien hace cuando se sienta en un café: ves la mesa de al lado y te imaginás que están peleándose o se están arreglando o son dos hermanos… Yo todo el tiempo me hago películas cuando veo gente en la Ciudad de Buenos Aires. Entonces, ahora que tengo el registro fotográfico, me invento historias. Y al parecer a la gente le gusta escucharlas acompañando la imagen.
-Viviste casi 10 años en Barcelona. La muestra Porteños, ¿tiene que ver con el redescubrimiento de la ciudad?
Yo extrañaba mucho. Soy porteño de ley. Mis padres eran de Bragado y toda mi familia de la provincia de Buenos Aires. Salvo mi hermana, a quien le tocó nacer en Tierra del Fuego. Pero mis padres empecinaron en que yo naciera en el corazón de Buenos Aires, en Río de Janeiro y Avenida Rivadavia. Esto de ser porteño y de escuchar tango —vengo de familia de tango—, está muy presente. Cuando volví, estaba añorando caminar sus calles. Yo me había ido antes de la crisis del 2001 y cuando regresé, esa ciudad estaba cascoteada, era como una especie de sobreviviente. Todos eran sobrevivientes. No tuve la posibilidad de vivir esa crisis, pero a través de mis seres queridos la había vivido casi en carne propia. Cuando vi sus edificios y a todos los que habían sobrevivido, ese registro me conmovió más.
-Y te lanzó a indagar más a fondo fotográficamente.
Sí. A estar más perceptivo y más receptivo. Pensá que ciudades como Barcelona o Madrid, si bien tienen una idiosincrasia muy alegre, son más previsibles. Está todo más ordenado. Buenos Aires es un caos constante para bien y para mal. Todo te sorprende. Por eso muchas de las fotos son realmente muy curiosas. Hay una en la que una familia mira el paso de los coches en el Paris Dakar. El padre está en una silla de ruedas y sus dos hijos, que no alcanzan a ver bien, están parados en los apoyabrazos de la silla. Mientras, la mujer la sostiene por detrás para que no se deslice. Todo está en función de poder resolver y de poder disfrutar ese momento, porque no sabemos cuándo llega el mejor momento. El momento es presente en Buenos Aires, siempre es un presente continuo.
-Elegiste un texto de Juan José Sebreli para plasmar literariamente tu exposición. ¿Qué encontraste allí?
Cuando decidimos hacer la exposición con José pensamos que el texto lo debía escribir Juan José Sebreli. Era un sociólogo que falleció el año pasado y que desde los años 70 en adelante se dedicó a analizar a los porteños. Me pareció que él, junto con Marcelo Gioffré, que trabajaban en conjunto, eran los indicados para hacer un análisis sobre la ciudad y sus ciudadanos. Cuando entrás a la exposición, comprendés las imágenes a partir de un texto que te recibe, que se llama Ser y no ser en la ciudad.
-Si le mostraras a alguien que nunca estuvo en Buenos Aires Porteños, tu muestra, ¿qué creés que descubriría?
Que somos una manga de locos. Porque hay de todo: belleza, humor, amor, disparate. Hay parejas que se están reencontrando y otras que se están separando. Hay gente que tiene miedo a que la vean y se tapa la cara en un colectivo con un pasamontañas. Hay monjas que caminan al lado de una señora que está tomando sol casi despechugada. Es como una película de (Luis García) Berlanga, hablando de cine. A veces veo cosas tipo «Bienvenido, Mr. Marshall», otras de (Luis) Buñuel, otras de (Wim) Wenders. Tengo mucho de la referencia del cine en mis fotos y trato, a la hora de encuadrar y ver, de aplicar lo que aprendí viendo cine.
-Entre esas 49 fotografías que integran Porteños, ¿hay un eje en común, un hilo conductor?
Sí: el ser habitantes de una ciudad que parece que fueran multiversos. Por ejemplo, hay una foto (antes de terminar la exposición) de un señor que está pescando en un lugar donde está prohibido, porque está totalmente contaminado. A lo lejos él está feliz, en su mundo, casi como si fuera un Sabú en medio de la selva, pero atrás se ve y se divisa Puerto Madero. La foto siguiente a esta, vemos a un señor que está en Puerto Madero con un sombrero Panamá, como un personaje de Cartier-Bresson. Está frente al Puente de la Mujer, viviendo en esa especie de Arcadia. Eso sucede en el mismo momento, a la misma hora. Es decir, esta es Buenos Aires: la convivencia de mundos paralelos, como de multiversos, con cada uno está encerrado en su microclima.
Julia Montesoro