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Todo el cine y la producción audiovisual argentina en un solo sitio

DIRECCION EJECUTIVA: JULIA MONTESORO

Darío Grandinetti estrena en España la obra teatral «La música»: «La cultura es el guardián de la memoria»

Darío Grandinetti estrena en España la obra teatral La música, escrita por Marguerite Duras en 1965, con dirección de Magüi Mira y coprotagonizada por Ana Duato. Después de dos funciones en la ciudad de Avilés el viernes 20 y sábado 21, llegará el martes 25 al Teatro Infanta Isabel de Madrid. Allí permanecerá dos meses en cartel y posteriormente recorrerá distintas ciudades de España como Barcelona, Sevilla, Bilbao, Valencia e Islas Canarias.

«Magüi es una actriz muy conocida aquí, con una gran trayectoria hace unos años, que que se ha largado a dirigir también y le va muy bien -expresa Grandinetti, con la expectativa propia del estreno inminente-. Ella tenía ganas de hacer esta obra desde hacía mucho tiempo: se dio la chance y nos juntó a Ana Duato y a mí».

Simultáneamente, en España se exhibe en salas Desmontando un elefante y se puede ver en streaming la serie Honor, seleccionada para participar en el Berlinale Series Market Selects. En ambos casos, el protagonista es el actor rosarino, temporariamente radicado en España.

-¿Qué significa La música, qué implica correrse de la exposición del cine y las series para abordar un desafío teatral?

Hace tiempo venía diciendo “tengo muchas ganas de tener ganas”. Quería encontrarme con el deseo de hacer teatro. Lo había perdido un poco y yo sé que eso no está bien, pero estaba haciendo cine, series… y nada, también, porque uno no está todo el tiempo trabajando.

Apareció esta obra y me gustó con quién la iba a hacer y el proyecto en general. Pero también es cierto que yo tenía una espinita: nunca hice teatro en Madrid. Había hecho en otras ciudades de España, en giras con producciones argentinas, como Yepeto o Baraka. Pero nunca había hecho teatro en Madrid y además con una producción española.

-¿En qué medida este texto de Marguerite Duras, feminista dos generaciones antes del #MeToo, recobra vigencia sesenta años más tarde?

Es absolutamente vigente. La obra refiere a un matrimonio que se encuentra para firmar el divorcio. Empiezan a hablar, a contarse, a reprocharse. Y a demostrar que les resulta muy difícil separarse. Tanto como les costó la relación. El hombre no entiende lo que pasa. Hay planteos en los que ella reclama espacios de libertad. O que el tipo reprocha y ella responde, como normalmente estamos acostumbrados a oír responder al hombre. La vigencia es incluso necesaria. Duras era una feminista impresionante y adelantada. Hay mucho eso ahí en la obra.

-¿Qué representa hoy el teatro, como desafío actoral y como espacio social, con una obra de estas características, además?

Lo de siempre: la necesidad de la ceremonia del encuentro y de crear algo junto con el espectador. Es algo que no tenés cuando hacés cine o una serie. En esta especie de ceremonia que armamos, hablamos de algo tan candente e importante: no porque le vaya a cambiar la vida a nadie, pero por lo menos podemos escuchar la postura de una mujer de unos cuantos años atrás, que nos resuena todavía hoy. Y está bien que nos resuene. Entonces, uno por añadidura también cumple algún pequeño y mínimo rol.

Tus orígenes fueron precisamente en el teatro, en Rosario. Ahí arrancó todo. De alguna manera es volver a las fuentes.

-Sí, claro. Hace nueve años que no me subo a un escenario. Pasó mucho tiempo. La verdad es que a los primeros ensayos fui un poco cagado. Porque además no son en un escenario sino en una sala, al ras del piso. Tenía dudas de ver cómo me iba a acomodar a todo esto nuevo. Y recordar lo importante que es para muchas cosas el cuerpo. Tenemos más libertad de movimiento en el escenario y eso también nos ayuda. También el silencio es un lenguaje.

-Cosas que en el cine se perciben diferente.

Sí, sí, pero no es ahí. No sabés lo que pasa y en el teatro sí. Sabemos lo que pasa en el escenario. Eso tiene valor agregado innegable e insuperable.

-Tanto Hierro como Desmontando un elefante (o tu película anterior en España, Nina interpretás papeles dramáticos. Hay algo en vos que parece que estuviera vinculado a esa clase de roles. ¿Cuál creés que es tu punto fuerte?

No lo sé. A mí me gusta la comedia: disfruto mucho haciéndola. A mitad de año voy a empezar a filmar una película en España muy trágica, pero con el humor extraño que aparece en esas situaciones. Pero no lo me pongo a pensar. Son decisiones que toma el afuera. Pretendo que no me encasillen y pretendo poder hacer cada vez un personaje distinto al anterior, pero no es fácil porque también hay tendencias de lo que se hace en general. Hay un tipo de comedia que se hace en la que seguramente pensarán que no encajo y hay más oferta y más demanda de drama y de thriller. Como hay más de eso es lo que más hacemos todos. Algunos lo hacen más seguido que otros.

-Aunque también dicen, por lo menos aquí en Argentina, que el público tiene más necesidad de reírse o de sonreír que el de atravesar situaciones dramáticas.

Eso lo vengo escuchando desde que empecé a hacer teatro hace casi 50 años. «¿Ves que la gente necesitaba reírse?». «Viene a ver eso porque la gente necesita reírse». Es un argumento que venimos escuchando para justificar, para argumentar, para lo que sea. Sí, la gente necesita reírse, pero también necesita otras cosas. Y uno tampoco puede estar tan seguro de hacer reír con facilidad.

-¿Es más difícil que el drama?

No sé. Tampoco me pondría en esa esa disyuntiva que viene desde toda la vida: que a la comedia no se la premia, que los actores de comedia no ganan premios. Estoy de acuerdo y no debería ser así. Pero la comedia no es fácil. No es un género menor.

-Lo dice alguien con mucho sentido del humor, aunque para el afuera puedas parecer hosco.

Hace muchos años se instaló eso para justificar que yo no atendía a cierta prensa, que se ocupa de ciertas cosas. Claro, ¿qué iban a decir? «¿Por qué no habla? Porque es un amargo, un antipático». Hay ciertas cosas de las que no me gusta hablar. Fin. Pero yo me divierto mucho. Y la gente que está cerca mío también.

-¿Elegís papeles también como herramienta de conciencia social? ¿Seguís apostando al arte y la cultura como un elemento transformador?

Más allá de que yo los siga considerando o apueste, lo es. ¿Por qué la derecha le teme tanto? Porque la cultura es el guardián de la memoria. Como las artes. La cultura en general nos cuenta bien, dice quiénes somos y desde cuándo somos lo que somos.

Cuando estos señores de la derecha aparecen, inevitablemente todos quieren terminar con la cultura. ¿Por qué? Porque cuando ellos miran atrás las artes no muestran nada bueno de ellos. Los libros, las pinturas, las canciones, las obras de teatro, no cuentan cosas buenas de ellos.

Para ellos la vida empieza cuando llegan, por eso hay que olvidarse del pasado. Dicen «no hablemos más de lo que pasó en los 70», «no hablemos más de los militares», «no hablemos más del pasado»… Es como si antes de ellos el mundo no hubiera existido. Y de verdad creen que están creando un mundo.

-Estamos en una película que ya vimos.

¡Pero claro! Y además se instala (en todos lados, en España también ocurre) que el cine se hace con dinero del presupuesto. Es decir: a Educación tanto, a Salud tanto, al cine tanto. ¡No, no, no! Y mucho menos que se saque dinero de educación o de salud para hacer cine. No: el cine en Argentina se hacía con el dinero recaudado del cine. Eso iba al INCAA y ahí se organizaba y se filmaba con ese dinero. ¿Dónde está ese dinero ahora que no se usa para el cine? ¿Quién se los queda? Ojalá, por lo menos, hagan un jardín de infantes.

Dicen que con eso van a hacer tal cosa, pero no hacen ni hospitales ni universidades. No le dan de comer a los pobres ni a los jubilados. ¿Qué hacen con esa plata? Plata que está, existe: por muy poca gente que vaya al cine, esa recaudación va al INCAA. O al menos, iba.

O sea que nosotros no le sacamos la plata a los hospitales, ni a los jardines, ni a las universidades, ni a los jubilados ni a nadie. Pero está instalado y creen que es así.

Algo que me gustaría agregar al respecto es que en una película, el personal artístico de actrices y actores no llega ni al 20%. El otro 80 (u 85%) de personal son eléctricos, técnicos, iluminadores, carpinteros, escenógrafos, choferes, productores, camarógrafos. Igual que hay películas con cuatro actores y nada más. Cuanto más actores hay, más equipo técnico se necesita. El porcentaje siempre es menor. Además de los gastos indirector: hay mucha gente contratada en servicios de hotelería, gastronomía, movilidad.

Los escuchás decir cosas que no tienen ni pie ni cabeza, nada más que para instalar odio y para que la gente se crea que los actores somos los culpables.

-O la gente de la cultura.

Sí, ni hablemos: los músicos también. Y sobre todo las mujeres. Lo vimos hace poco con Lali (Espósito) o Cecilia (Roth).

-Llevás más de 35 años en el avión entre Madrid y Buenos Aires. Y Buenos Aires como escala intermedia a Rosario. ¿Te planteás que es hora de establecerte en un lugar?

Sí, me lo planteo. Pero no tengo la respuesta. De momento voy a seguir así. Hay una parte muy incómoda. Cada vez que estoy por viajar -cuando estoy por venir España o por irme, para Rosario o para Buenos Aires-, en los días previos siempre me agarra como una especie de angustia por dejar el lugar.

Pero es cierto que lo paso bien en los dos lugares. Tengo dos hijos que viven en España, amigos, la vida que hago y unas rutinas que cuando no estoy las extraño un poco. Estando acá extraño Rosario. Lo lógico, ¿no? Extraño a mi hija que está allá. Es complicado, pero por ahora voy a seguir así.

-¿En el medio, o después de esta temporada teatral, hay algún proyecto cercano en Argentina?

No, de momento no. Hace bastante que no tengo proyectos en la Argentina. Lo último que hice fue Empieza el baile y Un crimen argentino, que fueron seguidas. Existe la chance de llevar la obra a Buenos Aires. Estamos entusiasmados, la producción, mi compañera y la directora. Por ahora, es más probable que el proyecto sea ir con la obra antes que otra cosa. Salvo que se esté tejiendo algo y yo no lo sepa. Lo que ya les aclaré que si vamos a la Argentina que ni se les ocurra que no vamos a ir a Rosario. Si no hago teatro en Rosario va a haber lío (Risas).

Julia Montesoro

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